El tesoro compartido por un continente
Patricio TapiaHace cuatro años se publicó en inglés This America of Ours, el libro que recoge la correspondencia entre Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, compilada por Elizabeth Horan y Doris Meyer (biógrafa de Ocampo). Ahora ese epistolario aparece en español con el sello de El Cuenco de Plata y bajo el título de Esta América nuestra.
Victoria Ocampo conservó cuidadosamente las cartas que le dirigieron varias de las personalidades más importantes del siglo XX, desde Igor Stravinsky y Roger Caillois hasta Graham Greene. En esa valiosa colección ocupan un lugar muy especial las de su amiga Gabriela Mistral, que ahora se dan a conocer. En cambio, la chilena no prestaba tanta atención a las misivas que le llegaban de todo el mundo. Por esa razón en este volumen abundan los mensajes de Gabriela a Victoria y son escasos los de Victoria.
La intimidad que había alcanzado la amistad entre las dos escritoras puede apreciarse en la carta 18, en la que Gabriela se explaya sobre la conveniencia y las dificultades de la relación amorosa de Victoria y Eduardo Mallea. El interés que las dos mujeres tenían por el futuro de América es un capítulo destacado de esta correspondencia y uno de los eslabones más firmes en el afecto que las unió. Después de la muerte de Gabriela Mistral, Victoria le hablaba a sus amigos con frecuencia de la chilena. A veces, en su casa de Mar del Plata, se encerraba con algún invitado para escuchar en un pequeño cuarto que daba al jardín viejas grabaciones de pasta, de 78 revoluciones, en un tocadiscos Winco. Las "frituras" de esos antiguas versiones casi impedían adivinar de qué obra se trataba. Victoria lo aclaraba y decía: "Este disco le gustaba mucho a Gabriela". Y el invitado de turno se daba cuenta de que Victoria, en verdad, quería escuchar música para que le facilitara la evocación de la amiga muerta.
En Gabriela, Victoria tuvo una interlocutora excepcional para tratar asuntos relacionados con la cultura americana y con los rasgos esenciales de la lengua castellana. No debe olvidarse que la argentina, descendiente de una antigua familia criolla, escribió sus primeros artículos y testimonios en francés, el idioma en que fue educada. Esos textos, después, eran traducidos, entre otros por José Bianco. Años más tarde, los revisaba Enrique Pezzoni. El español fue para Victoria una conquista cuyos resultados literarios son hoy un tesoro de esa América que la chilena y la Argentina contribuyeron a enriquecer con sus libros y también con estas cartas.