El Teatro San Martín renació por fin de las cenizas
En un escenario montado en Av. Corrientes se celebró la reapertura de la emblemática sala porteña
Tarde/noche de frío (del mucho). Tarde/noche de fiesta para la reapertura del Teatro San Martín después de un largo proceso de readecuación tecnológica y de una importante recuperación de este edificio emblema del modernismo arquitectónico argentino. Después de dos meses de la fecha original prevista para su reapertura y a dos días de la fiesta anunciada con bombos y platillos (la fiesta estaba prevista para el jueves, pero debió suspenderse por las lluvias); el mayor teatro público del país festejó su retorno a la actividad y su cumpleaños número 57 de aquel acto formal que no implicó que la maquinaria escénica estuviera terminada.
Adentro de este gran complejo teatral, el ministerio de Desarrollo Urbano realizó ese proceso de readecuación tecnológica y puesta a punto de este edificio con un costo de inversión de 400 millones de pesos.
Pero la fiesta, llamativamente, en la calle en un gran escenario montado sobre la avenida Corrientes de espaldas al Obelisco. Allí, a las 18, la hora de la convocatoria, se proyectaron imágenes de actores de indiscutido renombre (Roberto Carnaghi, Pompeyo Audivert, Muriel Santa Ana, Horacio Peña, Osmar Nuñez) pasando textos de obras emblemáticas en los halls, pasillos y escenarios del San Martín cuando todavía estaba en obras. La proyección, que se repitió dos veces, se acompañó con imágenes de los espectáculos que forman parte de la programación del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), de quien depende el San Martín.
Mientras los alumnos de la EMAD repartían un volante en el que reclaman al gobierno el cumplimiento de la beca Podestá, llegaban al acto el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta; el ministro de Cultura de la Ciudad, Ángel Mahler; y el director del CTBA, Jorge Telerman. A a las 19 horas, cuando el público ya cubría buena parte de esa cuadra y el frío se hacía más intenso, comenzó el show ideado por Pichón Baldinu, uno de los fundadores de La Organización Negra y de De la guarda. La primera escena, fueron cinco actos en total, estaba protagonizada por los dos arquitectos, Mario Roberto Álvarez y Macedonio Ruiz, que, en plena década del 50, proyectaron esta maravillosa fábrica dedica a la producción escénica. "No vamos a copiar fórmulas. Queremos líneas puras, racionales. Nada de palcos", se dicen entre ellos. Y cumplieron. Aunque el público ayer no podía ingresar al hall, esas líneas puras y los materiales nobles volvieron a relucir.
Claro que el golpe del 55 puso en estado crítico la obra arquitectónica y hasta que, con la llegada del gobierno de Frondizi, volvió a activarse la construcción hasta llegar a esa fecha histórica del 25 de mayo de 1960 cuando, formalmente, se abrió el teatro aunque la primera obra recién se presentó 18 meses después, el mismo tiempo que demandó la recuperación del edificio que estrenará su primer montaje de esta nueva etapa el miércoles: La fuerza de los ausentes, con puesta de Audivert.
Segundo acto
Luego de ese primer acto, el libreto se tomó otras libertades. Un grupo de actores presentaron diversas escenas de textos icónicos que se presentaron en la sala: de Hamlet a Fuenteovejuna, de Galileo Galilei a La casa de Bernarda Alba. Y vinieron los primeros aplausos de la noche. Los mismos que volvieron a sonar en la fachada del teatro cuando concluyó un número coreográfico aéreo o el que estuvo a cargo del Ballet Contemporáneo, la compañía que este año cumple sus 40 años de vida; o cuando terminó el otro número a cargo de integrantes del Taller de Danza. Le siguió el otro elenco estable del San Martín: el de Titiriteros que dirige Adelaida Mangani.
Y como no podía ser de otro modo, la fiesta terminó con la impronta que Baldinu sabe darles a sus montajes: la presencia de un gran muñeco caminando sobre una pasarela con la fachada del San Martín como telón de fondo y música electrónica para darle pelea al frío.
El San Martin volvió.
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