El sueño de Grippo
A diez años de la muerte de un ícono del arte latinoamericano, Malba rescata su voluntad utópica de lograr una transformación social a través de la creación artística
En 2004 Malba-Fundación Costantini cumplió con un demorado compromiso que el medio institucional del arte argentino tenía con Víctor Grippo: una gran y exhaustiva retrospectiva de su obra en su país. La habían antecedido en el género la de Fundación San Telmo en 1988 y la realizada en la Ikon Gallery de Birmingham y en el Palais des Beaux-Arts de Bruselas en 1995; ambas parciales, ya que el artista estaba en pleno desarrollo.
Por entonces Malba acordó con Nidia Olmos de Grippo hacer otra exposición en carácter de homenaje cuando se cumplieran los diez años de su muerte. El lapso transcurrido desde entonces hasta la inauguración de Homenaje en Malba, días atrás, contribuyó para que la maduración y profundización exegética continuara la marcha al ritmo que lo demanda la compleja producción de Grippo, y también para testimoniar la adquisición de sus obras por parte de importantes instituciones y coleccionistas internacionales, entre los que se cuenta Eduardo Costantini.
Su impacto en el mercado de arte resulta un dato más de la realidad, que se suma a la valoración cada vez más extendida en ámbitos intelectuales transnacionales de su figura como un ícono del arte latinoamericano.
La propuesta curatorial de la muestra se centró en "el proceso y la transformación del hombre en la fundación de la comunidad", señalando éste como uno de los aspectos más utópicos del artista. Grippo no desdeñaba el sistema utópico al relacionarlo con las metas de la educación y el desarrollo humanos, la ciencia, el pensamiento o los juegos de la imaginación creadora, en donde se originan la creación poética y artística.
Sus objetivos artísticos fueron enraizadamente antropológicos. Todo permite adivinar que él poseía de manera secreta un modelo de ser humano integrado en sí mismo y con la sociedad. Y, si bien se puede decir con H. G. Gadamer que el arte de todos los tiempos ha tenido una base antropológica, el sueño de Grippo de lograr ese habitante ideal del mundo se daría a través de un proceso de integración por el arte.
En la primera vista de la sala predomina el blanco de las obras -varias instalaciones ya conocidas- y de la iluminación, un silencio visual, el espacio necesario para contener la observación detenida, y una expresa concentración de textos del artista. Algunos de ellos corresponden a algunas de las obras, otros son autónomos y otros, inéditos. Parece haber existido la intención conceptual de reforzar la palabra, elemento esencial para el artista.
El texto de la entrada se refiere a la identidad de una comunidad, a su comunión, a las batallas interiores de cada integrante y a las guerras externas, al proceso armónico que trabaja con las fuerzas de los individuos y de la comunidad, que devela un sentido que no es otro que el de la existencia. Este texto inédito que alumbra el recorrido de la exposición complementa su significado con otro de Elías Piterbarg, psiquiatra ligado al surrealismo en la Argentina, que forma parte de una obra que no figura en esta exposición: "La sociedad niega la especie y reniega del hombre si no se propone hacer de cada ser un individuo íntegro y de cada individuo un artista".
La presentación de Marcelo Pacheco en el catálogo, titulada "Extravíos con Víctor Grippo", formula lazos constantes entre la esencia y los hechos de la historia argentina y la existencia de Grippo como artista que eligió fundar su lugar de trabajo en la ciudad de Buenos Aires. "La trascendencia de la materia", texto de Adriana Lauria, liga el recorrido de las obras elegidas con su genealogía respecto de las disciplinas esotéricas, que fueron para el artista parte importante de la formación de su pensamiento. Ambos dejan constancia de su cosmovisión y de su ser histórico, tan particulares.
"Micro" y "macrocosmos", "el cosmos", "el todo cósmico" son palabras que se reiteran en la sala de exhibición. Para la antigua alquimia, uno de los ejes centrales de la obra de Grippo, el alquimista pretendía en la transmutación de la materia salvar el cosmos y, por medio de esa operación, salvarse él mismo.
Artista nómade, descendiente de albaneses e italianos, Grippo comenzó a exponer su obra en Europa, Estados Unidos, América latina y Japón en los años 70 con el Grupo de los Trece, premiado en la Bienal de San Pablo. Hasta el año de su muerte, cuando fue invitado a participar de la XI Documenta de Kassel, trabajó con la conciencia permanente de educar a través de su obra artística y, por qué no, de salvar a la humanidad.
Adn Grippo
Junín, 1936-Bs. As., 2002 Una de las figuras clave del arte conceptual argentino. Interesado en la alquimia y los cambios de la materia, buscó en su obra la convergencia entre el arte y la ciencia. Analogía I, su primera instalación con papas que vinculó la energía vegetal con la conciencia, es uno de los trabajos emblemáticos de la historia del arte contemporáneo latinoamericano
Ficha. Víctor Grippo. Homenaje en Malba (Avenida Figueroa Alcorta 3415), hasta el 22 de octubre