El street art de Banksy se exhibe con calidad de museo
Un grupo de 150 obras del misterioso artista británico giran en torno de la guerra, el capitalismo y la libertad
ROMA.- Guerra, Capitalismo & Libertad. Es el título de la mayor muestra hasta ahora dedicada al célebre y misterioso artista británico conocido como Banksy, ícono del arte urbano, que se inaugura hoy en esta capital y que se extenderá hasta el 4 de septiembre próximo.
Una fundación italiana llamada Tercer Pilar, que ya hizo otras experiencias en campo artístico, es la que se encargó de juntar y traer hasta la ciudad eterna 150 obras del street artist nacido en Bristol en 1974, cuyo principal mérito es el de haber logrado mantenerse invisible a lo largo de las dos décadas en las que dio a conocer su arte.
Se adapta bien su anonimato a las obras que a partir de los primeros años del 2000 denunciaron con humor y ferocidad las contradicciones del nuevo siglo. En especial, las guerras, el capitalismo y la libertad, que fue el título elegido por los curadores -Stefano Antonelli, Francesca Mezzano y Acoris Andipa- para esta interesantísima muestra. Su mayor ambición -dicen- es que sea didáctica: que llegue a todo tipo de público y que el arte contemporáneo, en este caso el street art, el arte de la calle, sacuda conciencias.
De hecho, es difícil quedar indiferente ante las pinturas originales, los stencils, serigrafías, esculturas y objetos raros -en muchos casos, jamás exhibidos antes-, que pueden verse en la muestra, como por ejemplo, esa lata de Coca-Cola símil bomba casera...
Todo lo que puede admirarse, incluso el stencil con la firma de Banksy con aerosol, proviene de colecciones privadas internacionales. De hecho, la fundación que organiza Guerra, Capitalismo & Libertad se preocupa por aclarar que en esta muestra no-profit, el artista "no está asociado ni implicado en esta exposición museal". Y que todas las obras proceden de coleccionistas privados, entre los cuales hay famosos como Brad Pitt.
Lo cierto es que se trata del más grande corpus jamás exhibido antes del artista urbano, certificado por el organismo denominado "Pest Control", la autoridad londinense que desde hace tiempo autentica sus obras. Las técnicas utilizadas son pintura sobre tela, aerosol, stencil, imprenta sobre papel, serigrafía, instalación y el cortometraje.
Al margen de la iconografía relativa a la paz, a la guerra y a la libertad de los años 2000, presente en la muestra, sus más fervientes admiradores saben que Banksy resucitó una vez más su espíritu de denuncia callejera en diciembre pasado. Entonces, decidió desalojar sus propias obras del parque temático Dismaland -una parodia de un parque de diversiones con animadores deprimidos y tristes-, para alojar a los refugiados que se agolpan en el paso de Calais, donde realizó en cambio una serie de murales, entre ellos The son of migrant from Syria, representado cínicamente por Steve Jobs.
Muy discutido, exaltado y ferozmente criticado, dependiendo de las ocasiones, en enero pasado Banksy realizó un grafiti sobre la parte trasera de la embajada francesa en Londres que representaba a una joven mujer en lágrimas (probablemente inspirada en Cosette, de Los miserables, de Victor Hugo), en cuyos pies había una lata de gases lacrimógenos y detrás una bandera francesa, en otra dura crítica a la política de recepción europea a los refugiados. No hace falta decir que el grafiti-denuncia fue inmediatamente cubierto.
La sede romana de la muestra es el Palazzo Cipolla. Se trata de uno de los "palacios" históricos de Roma, que se levanta en la céntrica Via del Corso. El lugar fue reestructurado justamente para albergar arte contemporáneo, con una cúpula interior y amplias salas.
Allí se despliega la obra iconoclasta de Banksy -incluidas 50 covers de discos- que reserva sin embargo cierta amabilidad cuando representa a los niños, aun cuando la denuncia es fuerte. Puede asistirse, así, a la representación de un partido de fútbol en el que el televisor ocupa el lugar de la pelota.
Dar un nuevo significado a las cosas parece ser lo que hace, con espontánea creatividad, este artista que capturó la atención mundial desde su Bristol natal, con sus murales que lo llevaron a la fama.
Es así como transforma una célebre escena de Pulp Fiction con John Travolta que empuña una banana en lugar de una pistola. O desacraliza de una vez por todas a la reina Victoria sentándola a horcajadas sobre la cabeza de una dudosa e impúdica joven.
No faltan los toques de humor en esta muestra de realizaciones nacidas y pensadas para la calle, pero que no supieron resistir el halago de los coleccionistas. Es evidente, por ejemplo, en la obra que representa un camión blindado seguido por su correspondiente custodia de motociclistas que enarbola orgullosamente un donut (rosquilla) color rosado sobre el techo. Y parecería un autorretrato la imagen de un joven con expresión furiosa, sorprendido mientras empuña el spray con el que esta "decorando" un muro.
La ironía acompaña a la muestra en todo su recorrido, desde el principio, hasta el final. La última obra, un paisaje anónimo con marco dorado a la manera de las obras de arte expuestas en los museos tradicionales, indica con una flecha y con grandes letras pintadas sobre el vidrio exit through the gift shop.