El sol y dos mundos contrapuestos, en una muestra del artista argentino Matías Ercole
En una exhibición titulada “Ospite”, el joven porteño presentó nueve obras concebidas especialmente para la prestigiosa galería Spazio Nuovo, en el centro histórico
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ROMA.- América latina y Europa, vinculados a través de distintos códigos y espacios, con el sol como protagonista. Así es Ospite, la segunda muestra individual romana del joven artista argentino, Matías Ercole, que por primera vez creó nueve obras site specific, es decir, concebidas especialmente para Spazio Nuovo, galería del centro histórico de la ciudad eterna, puesta en marcha hace ya más de diez años por el también argentino Paulo Pérez Mouriz y el francés Guillaume Maitre.
En italiano la palabra “ospite” tiene un sentido doble: alude no sólo a quien hospeda, sino también, a quien es hospedado, algo que no pasa en español con la palabra “huésped”, que no tiene esta duplicidad y que es la idea principal de las originales obras de Ercole, explicó Pérez Mouriz a LA NACION.
Desde hace más de dos años, en efecto, este artista porteño, que se mudó a Roma pero que nunca dejó Buenos Aires, se siente “ospite” en Italia, donde pasaron a coexistir su identidad latinoamericana con el arte europeo.
Jugando con la palabra “ospite”, Ercole realizó una serie de esgrafiados de compleja elaboración, capa tras capa de espacios inquietantes, donde los profundos vacíos se alternan con una vegetación que pertenece a su imaginario de origen y a su memoria ancestral. Pero todas las obras esta vez tienen la huella indeleble de un diálogo con el arte clásico con el que el artista convivió en los últimos años y con referentes pictóricos del arte latinoamericano.
Tanto es así que los colores, que por primera vez no son solamente blanco y negro, también reflejan ese vínculo. Podrían ser paletas de algún artista del Quattrocento, evocar algunos textos ilustrados en los albores de la tipografía o presentar intensidades cromáticas de los grandes muralistas mexicanos o los verdes que rescataron las ilustraciones de los artistas viajeros en América, como las de Johann Moritz Rugendas a principios del siglo XIX.
Ercole tiene también como referencia el sol, como símbolo que pertenece a todas las culturas y atraviesa con fuerza varios significados. Quizás, una manera de conciliar los dos mundos a los que pertenece, ya que aparece en todos sus trabajos.
El espacio arquitectónico de la prestigiosa galería Spazio Nuovo de la Via d’Ascanio llevó a Ercole a proyectar una serie de pinturas de gran tamaño que se alternan con otras de pequeñas dimensiones (la más chica es de 20x20 cm, sin título), en exquisitos trabajos de diseño y color que, entrecerrando los ojos, evocan un Rembrandt.
En diálogo con LA NACION, Ercole explicó que sus referencias en época de estudiante y a la hora de crear muchas de sus obras fueron -casi siempre y “de modo también inconsciente”- la pintura clásica, el naturalismo, la pintura romántica. Y que en la decisión y momento de crear estas obras, ese pasado “entró en crisis”.
No obstante, cada obra tiene un sentido. La inicial, que es la de mayor tamaño -de 290x180 cm, se inclina y avanza hacia los espectadores- tiene como título “Y ahora que me falta el sol”. Plantea la idea de un sol negro o la ausencia misma del astro en escena.
“Me interesa pensar la pintura como un agente activo, negando de algún modo su condición de ventana ilusionista, para crear con ella una interacción-intrusión con el espacio arquitectónico que la aloja… El personaje central, protagonista y punto investigativo es el sol, presentándose en sus posibilidades lumínicas y formales y en sus cambios corporales culturales -dice Ercole-. Me interesó vincular múltiples formas de deriva a través de él, de la América latina, África y Europa, presentando nuevos espacios y territorios sincréticos de esos mundos y sus tensiones”.
La sorpresa de esta nueva muestra romana es que también hay una instalación: una puerta cubierta de dibujos que invita a transgredir y atravesar el espejo como la Alicia de la infancia, en cuya manija están colgadas monedas argentinas. “La puerta es un elemento simbólico y el punto de encuentro intermedio entre dos realidades, que es el denominador común de esta muestra: señal de un fuerte sentimiento actual identitario el de ser latinoamericano estando en Europa y reflejo también de la complejidad de una identidad compuesta”, precisó.
Benedetta Casini, curadora invitada a escribir el texto que acompaña la exposición, destacó la técnica compositiva de Ercole, que “inicialmente cubre uniformemente la superficie con una capa pictórica que define a priori las cualidades cromáticas de la representación; y luego interviene sobre este fondo ocluido retirando el material con la ayuda de herramientas para raspar (algunas son producto de inventos ingeniosos, otras son simples objetos domésticos, como esponjas abrasivas de acero)”. “El resultado son dibujos negativos, formas que emergen con diferentes intensidades de un sustrato común”, describió Casini.
En la inauguración de Ospite, hace unos días, estuvieron presentes varios artistas contemporáneos. Entre ellos la compatriota Inés Fontenla, quien no dudó en definir a Ercole como “un artista muy talentoso, que va a hacer una gran carrera”.
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