El silencioso boom de la poesía, la hermana menor de la industria
No son best sellers ni gozan de los recursos de los grandes grupos multinacionales, pero cada vez se publican más libros de poetas argentinos
Ausentes en las listas de best sellers, convidadas de piedra en el reparto de fondos para establecer estrategias de marketing y de distribución, poco reseñadas en medios especializados y prácticamente eclipsadas de los planes editoriales de los grupos multinacionales, las ediciones nacionales de poesía no sólo sobreviven, sino que, además, cobraron un impulso y una calidad tan desconcertantes como envidiables: en 2014 se publicó un 40 por ciento más del género, respecto de los años anteriores. Y este estado, que no es definitivo, sino más bien precario, tiene una génesis y un desarrollo que se explican en la labor razonada y cuidadosa de editores de varios puntos del país.
Liliana Ruiz, directora editorial de Baltasara, sello rosarino con varias colecciones -entre ellas, una de poesía que ya publicó a Beatriz Vignoli, Diego Colomba y Santiago Alassia-, explicita una estrategia posible: "Se pone mucho énfasis en la difusión de las obras. Comienza con la presentación; allí intentamos recuperar algo de lo invertido. Simultáneamente o luego distribuimos en librerías. Enviamos libros a los críticos de Rosario y de otras ciudades. Algunas veces tenemos suerte con las reseñas; otras, no. Tratamos de que el libro no decaiga en ventas a fuerza de comentarios y lecturas en espacios culturales públicos y privados. Afortunadamente en Rosario hay una movida muy grande en poesía".
Distribuir es la tarea
Santos Locos, la editorial fundada en 2011 por Marcos Gras, Nicolás Castro y Santiago Motto, todos ellos poetas, más el aporte invaluable de Pablo Mateu en el diseño, publica libros artesanales con una estética que cruza el fanzine con las ediciones cosidas de principios de siglo XX. Ellos recorrieron el camino inverso que hoy desandan otros sellos, ya que comenzaron con ediciones digitales de libros de poetas contemporáneos sin DRM (Digital Rights Management) y en licencia Creative Commons de descarga gratuita. No fueron los únicos. Editoriales como Iván Rosado, Nulu Bonsái, Escrituras Indie, Gigantes, Barba de Abejas, Mansalva, La Bola Editora, Caballo Negro y Pan Comido, entre muchas otras, generan nuevos contenidos, acercan poetas Sub 35, apoyan ciclos, ferias editoriales todos los días de la semana todo el año.
"La intención de estas elecciones es que el libro de poesía pueda ser compartido sin restricciones por todo aquel que quiera", comentan en Santos Locos. "En la etapa de impresión tratamos de que respeten ciertos parámetros para que sean algo hermoso de leer y a su vez sencillo, que haya blanco entre los textos, que los versos tengan aire. Trabajamos en una imprenta artesanal tipográfica de principios del siglo pasado y las tapas de digital son tratadas mediante el proceso de cliché en magnesio, creando un objeto artesanal, con tiradas cortas de 150 ejemplares." ¿Hay un boom silencioso de las ediciones de poesía? "En nuestro caso no es tan silencioso o tratamos de que no lo sea. Llevamos nuestro ciclo de lecturas a lugares como el Pepsi Music o Tecnópolis cuando el Encuentro Federal de la Palabra no era ni una idea [ver aparte]. Nos movemos también por festivales universitarios y hemos incursionado en el formato del videopoema en algún canal."
Quizás el "silencio" del boom se explica porque las distribuidoras que lideran el mercado (muchas asociadas a sellos grandes o a cadenas de librerías que cobran por exhibir novedades en las mesas de los locales) aún no evalúan el fenómeno de las ediciones de poesía como relevante. No obstante, la tendencia trasciende fronteras y tiene un público lector.
En todo el país
El proyecto Peces del Desierto congrega un colectivo artístico independiente que edita plaquetas de poesía. Ese grupo, asentado en la Patagonia argentina, comenzó a publicar periódicamente y a distribuir de modo gratuito, a partir de noviembre de 2008, en una actividad que impulsa la participación e intervención cultural en el espacio público. Hasta el momento su catálogo se compone de nueve plaquetas, tres hojas de poesía, varios fanzines y dos ediciones de libros artesanales. Igualmente coordinaron talleres de escritura y presentaciones de libros de integrantes del grupo. La publicación llega regularmente a más de quince localidades de la región y reúne a más de treinta escritores, artistas visuales y periodistas de la Patagonia, quienes participan como colaboradores ad honórem en la realización y en la distribución en sus respectivas localidades: Viedma, Comodoro Rivadavia, Ushuaia, Trelew, Neuquén. Entre otros autores, han publicado en Peces del Desierto Raúl Artola, Jorge Spíndola, Jorge Maldonado, Anahí Lazzaroni, Liliana Campazzo, Luciana A. Mellado, Iris Giménez, Macky Corbalán y Pablo Soto.
En la ciudad de Buenos Aires, Hilos Editora, Viajera Editora y Viajero Insomne comparten la cualidad de estar dirigidos por poetas de la generación intermedia: Dolores Etchecopar, María del Carmen Colombo y María Mascheroni; Karina Macció, y Osvaldo Bossi y Tom Maver, respectivamente. Si bien en sus catálogos hay confluencias y diferencias notables, la calidad de los poetas seleccionados (de Claudia Masin a Enrique Solinas, pasando por Mónica Sifrim y Carlos Battilana) se conjuga con bellos trabajos de arte de tapa. Bossi comenta: "En cada poeta hay un editor en potencia. Como en todo, esto es bueno y es malo. Bueno, porque no depende de una editorial en particular para publicar. Y malo porque, acaso, cualquier facilidad es un poco perjudicial, siempre. Supongo que cada poeta debe lidiar con los beneficios y las dificultades de su época. Nuestra editorial intenta poner en circulación a jóvenes autores, algunos de ellos inéditos, y otros que ya alcanzaron la aprobación de los lectores y de la crítica. El año pasado reeditamos un libro emblemático de Diana Bellessi [Crucero ecuatorial], junto con un libro extraordinario de ese gran poeta lírico que es Solinas [Corazón sagrado]. Y en el medio, poetas muy jóvenes, como Verónica Yattah. Creo que las pequeñas editoriales son lo mejor que le puede pasar a un poeta, en términos de producción, ya que no tiene que ponerse a pensar en el mercado editorial ni en la fama. Para los poetas, y para la poesía en general".
Griselda García, otra editora que escribe en verso y dirige la colección La Verdad se Mueve, para Ediciones del Dock (llamada así en homenaje al poeta Javier Adúriz), comenta el modo de selección: "Recibimos originales para evaluar su publicación. La colección se propone publicar autores con una voz clara y definida, que se distingan por una apuesta audaz en la elección y el tratamiento del tema. Damos prioridad a aquellos pensados como una totalidad: no como sumatoria de textos, sino como una obra". ¿Su opinión sobre el florecimiento de las ediciones del género? "Cuantas más editoriales de poesía haya, mejor. Si bien después se verá cuántas permanecen, que se multipliquen es un fenómeno positivo. A partir de 2001, cuando el papel se hizo oneroso, hubo un estallido de libros artesanales, fanzines, hojas de poesía. Esto recuerda que el deseo por dar a conocer lo que se hace es más fuerte que los tiempos aciagos (¿cuáles no lo son, para la poesía?)."
Queda fuera el interrogante de lo que ocurre con los lectores. Si bien hay más editoriales y más escritores de poesía, festivales, lecturas públicas y slams, ¿esto significa que aumentaron los lectores?
Poetas en red y de festival
- Ayer, en el Encuentro de la Palabra (Tecnópolis), comenzó el Primer Festival Federal de Poesía, que continuará hasta el domingo y donde participarán unos 150 poetas (Diana Bellessi y Jorge Boccanera, entre ellos). Habrá lecturas con música (hoy, a las 17.30, con Ingrid Pelicori y Pedro Aznar) y homenajes a Juan Gelman y Julio Cortázar (mañana, a las 19), y a Alejandra Pizarnik (pasado mañana, a las 19). También se presentó la Red Federal de Poesía (www.educ.ar/redfederaldepoesia).
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