El señorito fascista
SOLDADOS DE SALAMINA Por Javier Cercas-(Tusquets)-209 páginas-($14)
La Guerra Civil Española está en sus postrimerías y la indudable victoria de los nacionales obliga a las tropas republicanas, ya derrotadas, a huir en desbandada hacia la frontera con Francia. El grupo de combatientes vencidos arrastra a algunos importantes prisioneros a quienes, en determinado momento, decide fusilar. Entre los condenados está Raúl Sánchez Mazas, aristócrata y escritor, amigo de Primo de Rivera, señorito fundador de la Falange Española, ideólogo promotor de la guerra, escritor y, por cierto, fascista. Pero, ante el pelotón, el azar quiere que la bala que le está destinada apenas roce su sien y él, en un impulso salvador, logra escapar y esconderse en los bosques circundantes donde los enemigos se lanzan a buscarlo. Un soldado lo encuentra, le apunta con su fusil, pero no lo delata sino que lo deja partir y, así, Sánchez Mazas elude por segunda vez la muerte. Su actuación política, entonces, continuará: será ministro en el primer gobierno del general Franco, vivirá en su castillo de Coria consagrado a la defensa del régimen hasta su muerte, formará una familia (uno de sus hijos es el conocido escritor Sánchez Ferlosio, autor de El Jarama y casado, en su momento, con la fallecida novelista Carmen Martín Gaite). Pero además, agradecido con quienes le permitieron sobrevivir en aquellos bosques de Cataluña, a los que llama "los amigos del bosque", Sánchez Mazas les tenderá su mano una y otra vez. Morirá viejo, pero su leyenda perdurará.
Sobre estos hechos reales, históricos, Javier Cercas -nacido en 1962 y autor, entre otras novelas, de El vientre de la ballena - estructura una ficción que tiene que ver, por cierto, con las peripecias de Sánchez Mazas, pero que también pone el acento en las vicisitudes del narrador, llamado Javier Cercas -homónimo y alter ego del autor- , empeñado en reconstruir la historia del señorito fascista. Tal vez el telón que la transición política española dejó caer sobre lo acontecido durante la lucha civil explique las muchas dificultades que debió enfrentar el autor para recopilar sus datos. Dificultades que, por cierto, obraron como acicate para inventar nuevos modos de conocimiento: donde las llaves no funcionaban, utilizó la ganzúa. Es este aspecto lo que resulta notable en la novela, sobre todo por los recursos que el autor utiliza, las baterías que despliega, los recovecos en que se introduce, las coartadas de que se vale. Quiero decir: echa mano de cuanto material tiene a su alcance o encuentra su olfato de sabueso. Revisa documentos, entrevista a personajes de carne y hueso, como el propio hijo de Sánchez, Sánchez Ferlosio, Andrés Trapiello o el escritor chileno Roberto Bolaño; visita a los lejanos sobrevivientes del bosque, los que salvaron la vida del falso fusilado, y a sus parientes; teje y desteje con desparpajo diálogos y entrevistas; desdibuja y borra los límites entre lo real y lo ficcional, entremezclando héroes y antihéroes porque la ficción acude para perfeccionar la historia.
¿Cómo nace todo? Pues porque a Cercas -el de la novela- le encargan un artículo sobre la muerte del poeta Machado en Collioure. En la investigación pertinente, repara en que por esa fecha, precisamente, se suponía que había acontecido el falso fusilamiento del importante dirigente fascista. Ese clic desata el deseo de investigar a Sánchez Maza. Las pistas iniciales las aporta una entrevista de González Ruano, de mayo de 1954. A este material agregó después los datos recavados en una tarea verdaderamente detectivesca que inicia para escribir este "relato real". El cierre de la historia le llegará a través del escritor chileno Roberto Bolaño, quien le habla de un tal Miralles, ex combatiente de cuantas guerras hubo en las últimas décadas, con su cuerpo tallado por antiguas heridas, y ahora recluido en un geriátrico francés, anciano, pero con la memoria intacta. Miralles es como la otra cara de la moneda. A la historia del señorito fascista encumbrado en el poder se le opone la de este idealista que, entre brumas y silencios, va dando cuenta de su historia de miliciano.
Con la aparición de ese sobreviviente de mil batallas que ha conocido tan de cerca el lado oscuro de la guerra y de la vida, la novela se empina y adquiere tono épico, porque habla de la vitalidad de las utopías y de los sueños de la libertad, que pueden acallarse en ocasiones, pero nunca se llaman a definitivo silencio. ¿Habrá sido este viejito aquel soldado que sesenta años atrás se compadeció del escritor falangista y le perdonó la vida? Podría ser. Aunque esa eventual vuelta de tuerca no tiene una importancia definitiva. Vale, sí, el homenaje a quien encarna a tantos anónimos sacrificados en pos de ideales humanitarios.
El título de la novela alude a aquellos soldados griegos que derrotaron al ejército persa unos quinientos años antes de Cristo, en la isla de Salamina, en una gesta que Esquilo y Herodoto inmortalizaron. Pero es apenas una metáfora para contar una historia doble: la del jerarca franquista y la de los grandes desafíos que enfrenta el escritor en su vocación para construir la novela. Javier Cercas sale ganador en ambas instancias. Lo demuestra este libro metafórico, provocador, armado como las cajas chinas, que introduce una historia en otra y testimonia a las mil maravillas de qué manera se pueden conjugar la historia y la ficción para armar un libro ejemplar. Pues, según dice el autor, "trabajar con hechos reales no ahoga el uso de la imaginación".