El rescate del mural de Siqueiros y el Bicentenario
Sólo una decisión política hizo posible rescatar al mural de Siqueiros de su trampa de chapa y humedad en la que estuvo cautivo más tiempo del que admite la sensatez y el cuidado del patrimonio. Era un secreto a voces que la presidenta Cristina Kirchner quería ese fondo para la foto del Bicentenario, sin otro proyecto a la vista para subrayar la magna celebración. Lo único a mano y seguro era el mural de destino itinerante, porque el Palacio de Correos, programado como Centro del Bicentenario, es un plan faraónico cuyo presupuesto crece en la misma medida en que se aleja la posibilidad de hacerlo.
Un largo viaje en el tiempo y corto en la geografía llevó la obra maestra del mexicano de la quinta de Don Torcuato a la explanada de la Casa Rosada bajo el monumento a Colón. Desbastada de los muros de la casa que fue de Botana por los ingenieros Del Carril y Fontán Balestra, la pieza fue colocada en los contenedores para cumplir con lo que se presume, porque no está más para contarlo, su dueño Héctor Mendizábal ambicionaba: un destino viajero o la colección de un museo norteamericano.
Ejercicio plástico permaneció en su encierro de chapa por años mientras se multiplicaba su valor simbólico y económico. Es la obra más importante de Siqueiros fuera de México, hecho que movilizó a la diplomacia azteca cuando ocupaba la sede en Buenos Aires la recordada Rosario Green, embajadora de excelencia y ex canciller de su país.
Es probable que Magdalena Faillace, que fue presidenta de la Comisión de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, organizó el Congreso de la Lengua en Rosario, y se prepara para desembarcar el año que viene en la feria de Frankfurt, tras un faux pas como fue la elección de los iconos de la Argentina, haya acercado a la señora de Kirchner la idea de recuperar el mural para el Bicentenario.
Un gesto mediático, como le gusta a Cristina, de repercusión internacional, que fortalecía las relaciones con México cuando ambos países celebrarán en 2010 sus primeros doscientos años. Qué mejor fondo para la foto que la pintura ardiente de Siqueiros enamorado, que preludia las obras de Pollock y la action painting.
Para asegurar este proyecto estratégico urgía trasladar el mural a la Aduana Taylor, que es decir una extensión de la Casa Rosada, con la certeza de que cada paso estaría monitoreado por Parrilli, secretario presidencial.
En medio del tembladeral financiero y con las arcas del Estado sin fondos para estos fines, el operativo Siqueiros contó con el apoyo privado de empresarios poderosos, como Carlos Slim, Carlos Pedro Blaquier y Paolo Rocca, presentes el día de la visita del presidente Calderón a la Rosada, dato que confirma el voltaje político de esta recuperación patrimonial, que agrega una nueva página a la novelesca historia del mural inspirado en la bella Blanca Luz Brun, pintado por Siqueiros junto con un equipo de grandes (Castagnino, Berni, Lázaro) por encargo de Natalio Botana, fundador del diario Crítica.