El ratón Mickey convoca a multitudes: cómo es la muestra del ícono de Disney en el gran centro cultural argentino

Las ráfagas de viento y lluvia de la tormenta de santa Rosa no desalentaron a los chicos y grandes que quisieron ser los primeros en visitar la muestra Mickey. Todo empezó con un ratón el fin de semana, en el CCK -edificio al que llamarán “Palacio Libertad”-. Desde antes de la 14 -hora de apertura del centro cultural- niños, jóvenes y adultos que más tarde posarían ante cámaras y celulares se agrupaban en la entrada para ver la exposición, con entrada libre y gratuita.

“¿No era que le iban a cambiar el nombre?”, le preguntaba en la entrada una mujer a su acompañante, al tiempo que señalaba un afiche en el hall de acceso con la sigla CCK. Según el Gobierno dejó trascender, “Kirchnerland” quedará en el recuerdo a mediados de mes y pasará a llamarse -no se sabe si por ley, decreto o disposición reglamentaria- Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento.

“¡Mami, ahí está Mickey!”, exclamó con alborozo una nena al trasponer el umbral. En efecto, un ratón gris plateado, con los brazos abiertos, recibe a la concurrencia en la planta baja hasta mediados de noviembre. “Lo amo”, dijo un joven con la remera del personaje, que se dirigió velozmente al ascensor. La exposición itinerante de arte contemporáneo, inspirada en la figura de Mickey Mouse, está instalada en La Gran Lámpara, en el séptimo piso del edificio. El aforo es de doscientas personas y en los dos primeros días hubo largas filas de espectadores.

Se exhiben más de cuarenta obras de diferentes disciplinas, con ratones en versiones pop, textiles, digitales, surrealistas, expresionistas, tangueras, lumínicas, manga o sumi-e, realizadas por treinta artistas, ocho de ellos nacionales y veintidós internacionales, provenientes de China, España, Estados Unidos, Inglaterra, Japón y Taiwán.

También hay una “línea de tiempo”, de 1920 al presente, con la historia del personaje; una sala donde se proyectan películas animadas y otra en la que los chicos pueden dibujar con lápices y esténciles, jugar a ser músicos o posar ante una pared con aires de Brooklyn. Al final del recorrido, en un local se venden remeras, bolsas de tela, tazas, broches, lápices, agendas y cuadernos, entre otros productos, con precios que van de los $ 4000 a los $ 60.000. El “Mickey shop” abona un canon al Estado (establecido por el Tribunal de Tasaciones de la Nación) por el uso comercial del espacio.

Desde su creación en 1928 por parte de Walt Disney y Ub Iwerks (el nombre de pila de la criatura fue una sugerencia de la artista y guionista Lillian Disney a su marido), Mickey pasó de ser un dibujo animado a un ícono cultural y artístico de diversos significados, como atestigua la muestra. Además, sigue siendo fuente de inspiración de reconocidos artistas contemporáneos. Algunas voces críticas del Gobierno en redes sociales señalaron que la exposición es un síntoma de “cipayismo”.

Mickey. Todo empezó con un ratón apuesta por el maximalismo: la mayoría de las obras es monumental y el espíritu de la exposición, celebratorio. Una camiseta XL con el dibujo de Mickey, de casi dos metros de altura y un metro y medio de ancho, obra de la estadounidense Amanda Ross-Ho, cuelga en una de las salas frente a una instalación móvil de Diego Martínez (Ojosconpatas); sobre un telar alambrado, la estadounidense London Kaye tejió al crochet un colorido tapiz con una de las escenas de Fantasía, la película animada y musical de Disney donde Mickey interpretó el papel de un aprendiz de brujo. Una de las obras favoritas del público es la escultura Escondiendo a Mickey, del estadounidense Daniel Arsham. El chino Edison Chen retrató a Mickey y Minnie como criaturas extraterrenales.

Una de las pocas piezas irónicas del conjunto es el Mickey ideado por Lolo y Lauti, que le dieron cuerpo en un símil escultórico del ensayo El Di Tella, del investigador estadounidense John King. La novia de Mickey también aparece rodeada de margaritas en el óleo de la estadounidense Alake Shilling o bailando tango con su galán en uno de los acrílicos de José Quartieri. Otro argentino, Aquiles, sintetiza la prosapia del ratón en una serie de ilustraciones.

El español Javier Sánchez Medina trenzó con fibras naturales de ratán e hilo de bramante de cáñamo las manos de Mickey sobre las que se proyecta un halo de luz. Mami, la artista caligráfica japonesa, captura la silueta de Mickey como su propio kanji mediante el uso de la caligrafía. Los delicados dibujos de la japonesa Tomolo Oshima siguen los pasos de dos jóvenes ¿enamorados? y el ratón. Del estadounidense Michael John Kelly se exhibe un enorme Mickey abstracto al óleo, junto a pinturas de Diego Fontanet.

La gran escultura con muñecos de peluche de Shinique Smith -Oda a mi primer amor Mickey Mouse- fascina a los chicos y, al final del recorrido, en La Gran Lámpara se destaca una gran lámpara de papel calado, obra de Johana Wilhelm, que proyecta en el espacio imágenes y sombras en movimiento.

Los artistas internacionales de Mickey. Todo empezó con un ratón son Edison Chen, Brian Roettinger, Daniel Arsham, Michael John Kelly, Alake Shilling, Tanya, Aguiniga, Shinique Smith, Amanda Ross-Ho, James Jean, Tetsuya Nomura, DRx, Brian Bress, Oliver Payne, Ariana Papademetropoulos, Javier Sánchez Medina, London Kaye, Keiichi Tanaami, Kosuke Kawamura, Tomoko Oshima, Nana Soeda, Mami y WAKU, y los nacionales, Gonzalo Castaño, Chalo Demente, Diego Fontanet, Lolo y Lauti, Diego Martínez, Johanna Wilhelm, José Quartieri y Aquiles.

Para agendar

La exhibición se puede visitar hasta el 17 de noviembre, de miércoles a domingos, de 14 a 20. No se requiere reserva previa de entradas.

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