El Quijote conquista Estados Unidos
Se vende desde hace un mes y ya va por la tercera edición, con 50.000 ejemplares en el mercado
NUEVA YORK.- ¿Puede una novela escrita hace 400 años convertirse en el éxito literario más reciente en Estados Unidos? Ningún sueño es imposible para "El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha". La nueva versión en inglés de este clásico de Miguel de Cervantes, realizada por la célebre traductora Edith Grossman -, conocida por haber traducido al inglés las obras de varios autores contemporáneos latinoamericanos, entre ellos Gabriel García Márquez, Alvaro Mutis y Mario Vargas Llosa-, se ha vuelto un boom no sólo entre los expertos de las letras, sino también en las librerías de todo el país, donde ya es difícil encontrarlo.
En apenas un mes va por su tercera edición, con 50.000 ejemplares en el mercado.
Para el escritor mexicano Carlos Fuentes, encargado de realizar la crítica de esta nueva traducción para la sección de libros del diario The New York Times, la clave del éxito del "Quijote" de Grossman radica en que lo narra "con un inglés contemporáneo simple y rico", como estaría escrito cualquier best seller moderno.
"Este Don Quijote -escribió Fuentes el mes pasado, cuando Ecco/Harper Collins lanzó al mercado la obra- se lee con la misma facilidad que el último libro de Philip Roth y con mucho menos esfuerzo que cualquier Hawthorne. Sin embargo, no hay un solo momento en que, en un inglés llano, no estemos leyendo una novela del siglo XVII. Esto es realmente magistral: lo contemporáneo y lo original coexisten".
Mientras el semanario especializado Publisher´s Weekly describió la flamante traducción como "honesta, robusta y reveladora", el escritor y crítico literario Harold Bloom subrayó que la "calidad extraordinariamente alta de la prosa de Grossman" separa esta versión de las numerosas anteriores que se hicieron sobre el libro más famoso de Cervantes, cuya primera parte se publicó originariamente en 1605.
"La atmósfera espiritual de una España ya en brusco declive puede sentirse gracias a la destacada calidad de la dicción de Grossman", señala Bloom, que redactó la introducción que acompaña al libro, cuyo costo es de 30 dólares.
La primera sorprendida por el excelente recibimiento que tuvo este remozado Quijote fue la propia Grossman. Cuando el director editorial de Ecco/Harper Collins, Daniel Halpern, la llamó para ofrecerle el proyecto, Grossman, de 67 años, pensó que se trataba de un chiste.
"Me llamó muchísimo la atención. Incrédula, le pregunté si estaba seguro de que quería que me metiera de lleno en el español del siglo XVII y él me dijo que sí -comentó Grossman durante una entrevista con LA NACION-. Me entusiasmé mucho, pero también me asustó la idea."
-¿Se sentía amenazada por el Quijote?
-No por el Quijote en sí, pero sí me sentía preocupada por los 400 años de estudios y análisis literario que hay detrás del libro. Estaba segura de que los hispanistas iban a criticar cada una de mis palabras. Pero por suerte todavía no ha sucedido.
Halpern, de la casa editorial, está seguro de que eso jamás sucederá. Para él, Grossman "es la mejor de los mejores" traductores del español al inglés. Y contó además que si Grossman no hubiera aceptado el desafío, la editorial no habría seguido adelante con el proyecto.
A Grossman, doctora en Literatura latinoamericana de la Universidad de Nueva York, le tomó años contar en la lengua de Shakespeare las desventuras de Don Quijote. Una de las cosas que más le costó fue decidirse por el lenguaje que utilizaría.
-¿Desde el principio pensó en traducirlo a un inglés contemporáneo?
-Había pensado al respecto antes de ponerme a trabajar, pero no había tomado una decisión. Se lo comenté a Julián Ríos, el novelista español, y el me dijo: "No tengas miedo. Cervantes es el escritor más moderno que tenemos. Así que lo único que tienes que hacer es traducirlo como lo harías con cualquier otro". Ese comentario simple me abrió las puertas del libro. Significó que no tenía que esforzarme por hacerlo sonar arcaico, algo del siglo XVII, sólo tenía que hacerlo sonar como lo que es, una gran obra de literatura.
-¿Cuál fue la parte del libro que más placer le dio traducir?
-Sin duda, cuando resolví cómo traducir la primera oración del libro, que es la frase más famosa del español. Cuando encontré cómo darle ritmo en inglés y que tuviera el mismo efecto que tiene en español, me sentí completamente feliz. La parte más difícil fue traducir la poesía; el Quijote está lleno de poemas, muchos de ellos realmente mediocres. Fue difícil porque busqué que si una línea tenía once sílabas en español, tuviera la misma cantidad en inglés; fue muy duro.
-¿Por qué le parecía importante traducirlo nuevamente y ahora?
-Hay muchísimas traducciones del Quijote al inglés, pero no creo que sean suficientes. El libro es tan grande y tan importante que la interpretación de cada traductor es mejor para el libro. Es como releer cualquier otra obra clásica, como "Hamlet", que cada vez que te metes en ella encuentras algo nuevo.
-¿Le parece que su traducción llevará a que los lectores norteamericanos más jóvenes se sientan atraídos por la obra de Cervantes?
-Espero que sí; espero que todo tipo de lectores vuelva a considerar a Cervantes. Es un autor maravilloso. Cuando eres traductor te metes muy profundamente en el estilo del escritor. Pasas tanto tiempo con el libro... Si yo admiraba a Cervantes desde mis tiempos de estudiante y luego como profesora, ahora que la traduje me siento sobrecogida por su obra.
-¿Y cuál es su sueño imposible para traducir después de haberse animado con el padre de la literatura en español?
(Ríe) -Hmmm... no sé si quisiera contártelo. Me gustaría que mi próximo proyecto sea tan satisfactorio como traducir el Quijote. Tengo varios, pero no hay nada definitivo.
El comienzo del libro
- "Somewhere in La Mancha, in a place whose name I do not care to remember, a gentleman lived not long ago, one of those who has a lance and ancient shield on a shelf and keeps a skinny nag and a greyhound for racing. An occasional stew, beef more often than lamb, hash most nights, eggs and abstinence on Saturdays, lentils on Fridays, sometimes squab as a treat on Sundays -these consumed three-fourths of his income. The rest went for a light woolen tunic and velvet breeches and hose of the same material for fest days, while weekdays were honored with dun-colored coarse cloth."
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