El Principito: fiesta para niños lectores a orillas del mar
El Festival de Literatura y Arte Infantil celebró en Ostende la obra de Saint-Exupéry con lecturas, cine, música y talleres
PINAMAR .- Una leyenda de esas que a todos nos gusta creer asegura que Antoine de Saint-Exupéry se inspiró en la arena de Ostende para imaginar algunos de los escenarios desérticos de El Principito. No se sabe si eso es cierto o no, pero no importa. Lo que sí se sabe es que el escritor y aviador francés se alojó durante dos veranos en un emblemático hotel del balneario fundado por descendientes de belgas. Ahora, a 73 años de su publicación, El Principito volvió a Ostende como protagonista de un festival literario para chicos.
El Festival de Literatura y Arte Infantil de Pinamar (Flip), que se realizó el sábado y ayer en Pinamar y Ostende, ofreció una serie de actividades literarias y artísticas vinculadas con el célebre personaje de Saint-Exupéry. Hubo lecturas, dibujos, taller de muralismo, música, cine, charlas y exhibición de ilustraciones de variadas versiones de El Principito.
Con el Viejo Hotel Ostende, donde se conserva la habitación en la que se hospedó Saint-Exupéry, como sede principal, las actividades se desarrollaron también en la Biblioteca Popular de Ostende, la histórica casa Robette, el balneario La Elenita, la Rambla Sur y el Teatro Municipal de la Torre.
Una charla de Leopoldo Brizuela centrada en el arte de jugar con las palabras en los poemas de María Elena Walsh y Jorge Luis Borges y otra de María Luján Picabea para mediadores de lectura fueron las actividades fuertes de la mañana del sábado en el Viejo Hotel. Picabea recomendó a los docentes y bibliotecarios presentes "no bajar línea a los chicos sobre determinados libros, sino abrir todas las líneas posibles", para que sean ellos quienes elijan y pasen de un título a otro como en una rayuela.
Brizuela habló del juego de palabras y sentidos en los poemas de María Elena Walsh y Borges como recurso para atraer lectores. "El juego lleva a los chicos a descubrir la posibilidad de desarmar palabras e inventar otras, hacer rimas absurdas y hacerles sentir amor por las palabras", dijo el escritor, que se refirió también al juego con el lenguaje que implica la traducción. Para eso puso como ejemplo El Principito, libro que adoraba de chico. En 2015, le encargaron traducirlo del francés. Y ahí se dio cuenta de que la traducción de los años 50 que había leído varias veces le quitaba "textura" al texto.
Ricardo Mariño fue otro de los autores invitados: participó de un desayuno entre libros en la Biblioteca de Ostende a la misma hora en que en la playa se levantaban esculturas de arena con talleristas locales, familias de la zona y turistas de minivacaciones por el fin de semana largo. Por la tarde, el escritor intervino en la charla "Grandes autores, pequeños lectores" en el bar del hotel ante un público variado.
Un rato antes, los más chicos aprendieron a cocinar galletitas con chips de chocolate en un taller que combinó la lectura del libro Diez gotitas de azar con recetas "fallidas" de cocina que se convirtieron por error en platos célebres. Hubo, por supuesto, risas y muchas manos en la masa.
En la galería del Viejo Hotel, donde se exhiben dibujos de Milo Lockett de su versión ilustrada de El Principito, además de obras de artistas que integran el proyecto Invisible a los Ojos, el domingo a la tarde tuvo lugar la charla "¿Quién te lee, Principito?". Una mesa en la que se debatió si el famoso libro de Saint-Exupéry está dirigido a chicos o a adultos.
Entre charlas, lecturas y canciones, películas animadas en el microcine y función nocturna bajo las estrellas, hubo tiempo también para visitar la habitación 51, en el primer piso, que se conserva tal como era cuando paró allí Saint-Exupéry. Además de la cama de hierro donde dormía, se pueden ver las ilustraciones interiores del libro y distintas ediciones. Según la leyenda que cuentan por acá, en unos papeles con membrete del hotel el autor escribió sus primeros textos.
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