“El principal rasgo de un político es la audacia; hoy Alberto Fernández tiene audacia cero”
Los autores del libro “Desobediencia civil y libertad responsable”, sobre las nuevas restricciones presidenciales
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La presencialidad en la educación es indispensable. Está probado que los contagios son bajísimos e, incluso, que favorece la detección y el aislamiento de la enfermedad. Los argumentos de Alberto Fernández de que los discapacitados no entienden o que los chicos intercambian barbijos son canallescos y ridículos. Ningún plan sanitario se puede apoyar en anécdotas.
El decreto viola derechos individuales, emana de un órgano que no está habilitado para legislar y es inconstitucional porque afecta los derechos de transitar, de comerciar, de educarse. El cierre de comercios es destruir lo poco que queda de la economía. Por eso reiteramos lo dicho en Desobedencia civil y libertad responsable: los comerciantes deben abrir los negocios a la vez y no habrá policía suficiente para actuar contra toda una población.
El principal rasgo de un político es la audacia. Raúl Alfonsín lo demostró con el juicio a las juntas militares, Carlos Menem con la convertibilidad y hasta Néstor Kirchner, al desprenderse de Eduardo Duhalde. Hoy Alberto Fernández tiene audacia cero. Es un simple secretario.
Un día antes de las medidas, la periodista María Seoane, que es sindicada como ghost writer del libro Sinceramente, publicó un Tweet (a pedido, seguramente) que decía: “Cierre todo presidente y dele a la maquinita”. Era Seoane, la ventrílocua de Cristina y de Kiciloff. Bastó eso para que al día siguiente Alberto le obedeciera.
Al mismo tiempo, Rodríguez Larreta tampoco tiene audacia y no se anima a mantener las escuelas abiertas. Las escuelas de la ciudad son de la ciudad y se debe desafiar el decreto inválido e inconstitucional. El hecho de hacer un planteo judicial no obsta a que se mantengan abiertas las escuelas y la Nación no podrá mandar a las fuerza federales a cerrarlas. Al mismo tiempo que se judicializa, al mismo tiempo se sigue desobedeciendo y esa desobediencia es lo que posibilita un fallo judicial favorable.