El presidente de la Fundación El Libro también responde a la “tormenta de palabras” de Guillermo Saccomanno
El discurso de inauguración de la Feria sigue despertando reacciones; “conseguir que una editorial o una librería sean un negocio sustentable hoy es una obra de arte”, agrega
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Guillermo Saccomanno provoca, que no es solo salirse de la norma. Es hablar de las voces que todos ya teníamos antes. Tampoco él debe pretender que estemos de acuerdo con todo lo que dijo, pero vivimos tan alejados de la verdad que cuando algunas apenas asoman, irrita e incomoda. Creo que mostró lo desafiante que puede llegar a ser escuchar y avisó “a algunos no les va a gustar”.
Lo que provocó es una tormenta de palabras, eso es para celebrar. Una de las que más se escuchan es que “siendo un invitado cómo se atreve”. In-vitado contiene, ahí adelante, una negación que niega la vitalidad, que es a lo que refiere la raíz de la palabra. Del invitado se espera que ceda su espontaneidad y que se ajuste a las convenciones del anfitrión. Pero a un invitado no se le pide que trabaje tres meses preparando un discurso para poder venir a tu casa por una hora y media. Justamente, invitar puede no ser limitar, y a Guillermo lo invitamos por el valor de sus palabras, para que traiga las palabras que elija. Para que pueda dedicar el tiempo necesario, accedió a un contrato pago: no hay deuda que lo condicione a hablar solo de ciertas cosas.
Las ferias son el mercado, es comercio y a la vez es una fiesta. El comercio es cultura y La Feria del Libro es la fiesta de la cultura. La Feria del Libro es una fiesta a la que todos queremos pertenecer, también Saccomanno, que eligió no quedarse a fuera y ser parte de este lado festivo del mercado.
Hay otras caras del mercado impiadosas de las que no somos parte, la que genera pobreza o que no haya vacunas aún en África. Eso también es mercado, pero no es el nuestro. Es por eso por lo que muchos se rasgan las vestiduras, con las pregnancias abusivas que tiene un mercado que solo se mueve por sus máximas ganancias.
Aquí es donde comenzamos a estar juntos, muy juntos, autores y editores. Ambos elegimos por la pasión y no por el margen de ganancia. Eso nos pone delante en esta sociedad, optar por el margen de ganancia es lo que lleva a la destrucción del planeta y al maltrato a las personas. Esos son modos agotados.
Los escritores y los artistas son quienes más se animan a tomar riesgos en esta sociedad, no los inversores de la Bolsa. Se exponen a las limitaciones económicas para no transar su discurso y en especial su vida. Es desde ahí que el lugar del escritor sea el de la palabra auténtica sin concesiones, porque su vida también lo es. Del mismo modo, conseguir que una editorial o una librería sean un negocio sustentable hoy es una obra de arte, sin duda. En ese lugar nos encontramos autores y editores: hemos hecho una elección de alto riesgo de donde viene nuestra inspiración para encontrar palabras y soluciones a los desafíos que tenemos que superar. En este acto, qué paradoja, el autor cobró y el editor no. Algo está cambiando.
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