El periodismo y la “cocina” de una novela: diálogo sobre dos mundos
Jorge Fernández Díaz presentó, en un mano a mano con el autor, “La ciudad de las ranas”, de Hugo Alconada Mon; el salto de la investigación a la ficción
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“Bienvenido a la literatura”, le dijo Jorge Fernández Díaz a Hugo Alconada Mon en las palabras preliminares de la presentación de la primera novela del periodista de investigación de LA NACION. Esta tarde, en la Sala José Hernández, Fernández Díaz definió al autor de La ciudad de las ranas como “un superdotado”, cuyo talento “es directamente proporcional a su timidez y austeridad”.
En el primer sábado de la Feria del Libro de Buenos Aires, el predio se llenó de público desde temprano y luego fueron miles los que ingresaron cuando se abrieron las puertas, a partir de las 20, para disfrutar de la programación de la Noche de la Feria. Se vieron largas filas de lectores en el “firmódromo”, el espacio especial para autores con grandes convocatorias, y también en el ingreso a salas como la Hernández, donde conversaron Alconada Mon y Fernández Díaz durante una hora. Luego, el autor firmó ejemplares en el stand de Planeta con amabilidad y paciencia.
Fernández Díaz, que fue jefe de Alconada Mon en la sección Política de LA NACION, reveló que, debido a la velocidad con la que trabaja el periodista, enseguida lo apodaron “Alconafta”. “Cuando decidimos que se encargara de los temas judiciales, a los 20 días ya conocía a todo el personal y había encontrado 20 primicias”, aseguró. “Hugo es nuestro Bob Woodward y tuvo en su haber muchos ‘Watergates’”, dijo en referencia a uno de los periodistas que destaparon el escándalo que derivó en la renuncia del por entonces presidente norteamericano Richard Nixon en la década de 1970.
“Mientras investigaba para el diario no dejó de escribir excelentes libros como sus dos obras cumbre La piñata y La raíz (de todos los males), entre otros títulos. Pero nunca imaginé que su próxima incursión sería una novela”, dijo Fernández Díaz, que también contó cuándo comenzó a “sospechar” que Alconada Mon incursionaría en la ficción: “Fue cuando le preguntó casi con obsesión en una magnífica entrevista a Arturo Pérez-Reverte cómo era su proceso de trabajo. Creo que entonces ya se preparaba para escribir esta gran novela histórica sobre la ciudad de La Plata”. La ciudad de las ranas lleva ocho ediciones, “es una topadora editorial”, definió el autor de Las mujeres más solas del mundo.
Al tomar la palabra, Alconada Mon agradeció a sus editoras de editorial Planeta, en especial a Paula Pérez Alonso, con quien trabajó los ocho borradores del libro: “Gracias por acompañar esta aventura que es La ciudad de las ranas, un libro hecho por muchas personas, entre ellas, Jorge Fernández Díaz, que me alienta hace ya casi 20 años”, dijo con emoción y timidez.
“Soy nacido y criado en La Plata”, aclaró al público y pidió que levantaran la mano los platenses que se encontraban en el auditorio. Se vieron muchas manos arriba. Más tarde, repitió el experimento con los hinchas de Gimnasia y Esgrima de La Plata y, sorprendentemente, no hubo mano alzada. “¿No hay ‘triperos’?”, preguntó Alconada Mon con falsa sorpresa. Es que, vale la aclaración, es hincha del rival, Estudiantes de La Plata.
“Hace como 20 años empecé a leer documentos y libros históricos sobre La Plata, casi como un hobby. Cuando leí sobre la masacre de San Ponciano, ocurrida a la salida de esa iglesia en junio de 1886, me dije: ‘Hay que contar esa historia’. Entre otros hechos me sorprendí al leer que un inmigrante napolitano había recibido un hachazo en el parietal izquierdo”, recordó el autor. “Primero quise que fuera una novela de no ficción, al estilo de Truman Capote en A sangre fría o de Rodolfo Walsh en Operación masacre, pero a medida que avanzaba en la investigación descubrí que faltaban piezas para armar el rompecabezas. Entonces, me puse como norte a Tomás Eloy Martínez y su gran libro La novela de Perón”.
Entre muchas cosas que lo sorprendieron, Alconada Mon contó que leer en el Archivo General de la Nación las cartas en clave de Dardo Rocha, fundador de La Plata, lo fascinó. “Usaba palabras en código en los telegramas porque sabía que su correspondencia era espiada. Una versión del siglo XIX de lo que sucede hoy con las pinchaduras de teléfonos”. También se enteró de la importante cantidad de funcionarios de aquella época “que tomaron créditos y nunca pagaron” y de “la mansión que construyeron los amigos de Rocha para que viviera en La Plata”.
“¿Quién fue Dardo Rocha?”, le preguntó Fernández Díaz. “Voy a responder con una frase de Fray Mocho, que lo definió como ‘el último porteño’, no porque fuera el último de la fila sino porque abogaba por el poderío porteño”, respondió. El periodista destacó también el diseño “avanzado” de la capital provincial: “Una ciudad que fue pensada como capital y con proyección de futuro”. Y se refirió en detalle a la “guerra” entre Rocha y Julio Argentino Roca, “que se ayudaron mutuamente para llegar al poder y luego tomaron distancia como sucedió mucho después con Menem y Duhalde, por ejemplo. “Se hacían espionaje cruzado: Roca tenía un topo entre la gente de Rocha y Rocha tenía otro topo entre la gente de Roca. La guerra, en aquellos años, no era por Twitter: conspiraban de verdad”.
Fernández Díaz resaltó la prosa, el lenguaje de la novela, “con palabras antiguas entrelazadas con términos modernos”. “Tuve que aprender sobre el cocoliche, sobre la moda de la época, sobre las comidas y hasta los fusiles que se usaban”, señaló Alconada sobre el final de la charla.
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