El periodismo femenino
Por María Esther Vázquez LA NACION
"...Iniciaremos nuestro trabajo exhortando a los hombres a la calma de sus pasiones. Nuestro país, destinado por la naturaleza a ser una mansión de delicias, está convertido en un campo de batalla. Los militares, por lo general, gente turbulenta e inquieta, lo han puesto en este estado. Ejercen en las provincias del interior un despotismo inaudito, y es muy singular (que) cubran sus atentados con el pretexto de constituir el país. Jamás hemos oído que los legisladores de un pueblo sean los fusiles, las espadas y las lanzas. La constitución, como todas las cosas, es buena y duradera mientras se quiere. Más por la fuerza, nadie hasta ahora se ha hecho amar". El editorial transcripto corresponde al primer periódico, La Argentina, editado en Buenos Aires por mujeres hace 173 años, en octubre de 1830. Ellas decidieron dedicarse a una tarea hasta entonces propia de los hombres, quienes siguieron ejerciéndola durante mucho tiempo. Recordemos que apenas tres décadas atrás, en la redacción del diario LA NACION, se contaban con los dedos las periodistas, vinculadas sólo a notas sociales, o a la moda. Alguna vez cubrían los festivales de cine o eventos culturales; en la redacción sólo se veían cabezas masculinas.
La Argentina , femenino y feminista, se publicaba los domingos, costaba dos reales y su justificación, firmada por "Las editoras", decía más o menos así: "El día festivo entre nosotros es muy fastidioso. Concluidas las funciones religiosas, no hay más remedio que entregarnos a la ociosidad. Las señoras se preparan a recibir visitas. Estas en el día son muy pocas. Los hombres, ya sea por economía o para evitar compromisos, se están con más gusto en el café, con la baraja o el taco, que en el estrado al lado de las señoras. Para evitar el enfado que ocasiona el no tener qué hacer, hemos resuelto escribir un periódico que solamente debe publicarse los domingos" [...] Su formato pequeño permite "llevarse en el bolsillo o en la cartera..."
Observemos que "Las editoras" se atreven a criticar a los militares en plena época rosista y había que tener agallas para desafiar al omnipotente don Juan Manuel. La obsesión antimasculina las lleva a maltratar a los solteros por no buscar paz y ternura en los dulces caminos del matrimonio; es más, proponen que los célibes incorregibles sean castigados, enviándolos a servir bajo las armas. La obsesión antimasculina las lleva a decir: "Es preciso llamar a los hombres a la calma porque en su estado natural de furor es imposible amarlos". También trataban otros temas: bailes, modas, chismes y la carestía de la vida, motivo de irritación constante. El semanario llenaba 16 páginas. Aparecieron 30 números y en todos había veladas amenazas a los hombres: se les advertía que anduviesen con cuidado porque se sabían "cosas" y las mujeres se iban a desquitar de sus sufrimientos. Se presume que "las editoras" eran Rosa Guerra y Petrona Rosende de Sierra. La primera fue escritora y maestra y ya en 1852 colaboró en La Camelia , publicación que predicaba: "Libertad y no licencia: igualdad entre ambos sexos". En 1853 publicó un delicioso libro de lectura para niñas: Julia o la educación , dedicado a Mariquita Sánchez. Otro de sus libros, Clemencia , lo dedicó a Bartolomé Mitre, que le hizo un gran elogio.
Rosende de Sierra, educadora y fundadora de otro periódico feminista, La aljaba , predicaba un lema terrible: "Nos libraremos de la injusticia de los hombres solamente cuando no existamos entre ellos".
Estas señoras pertenecían a la raza de una Juana Azurduy que sosteniendo con la mano izquierda a su hijita de apenas veinticuatro horas, con la mano derecha derribó de un tremendo sablazo al jefe de una patrulla enemiga que la perseguía. ¿Quedarán ejemplares de esa estirpe?