El pasado según Bryce
La historia como material poético, recreada desde el presente para construir nuevos sentidos, es el tema común de unos mil dibujos realizados por el artista peruano, ya exhibidos en Lima y Ciudad de México, que se verán a partir del jueves en Malba
Los archivos son los espacios ideales para que surjan esas lecturas que encuentran que todos los signos son signos de alarma y pongan en relación términos que, para una mirada más relajada, no presentaban concordancias. Imaginemos una hemeroteca bien surtida: allí se acumulan miles de publicaciones que provienen de los más disímiles contextos, pero que ahora conviven archivadas unas al lado de las otras. En el momento en el que fueron publicadas, las distintas ediciones de los diarios y revistas no fueron pensadas para ser leídas en conjunto. Sin embargo, en la hemeroteca sus páginas dialogan: ese choque es productivo.
El archivo crea una nueva forma de leer el pasado poniendo en relación series semióticas que antes no coexistieron. Pareciera que el pasado no existe más que porque el presente lo interpreta, lo interpela. Las obras del peruano Fernando Bryce (Lima, 1965), que mezclan la tarea del archivista con la del copista, son el monumento supremo a esa forma de rehacer el pasado, interrogándolo y reconstruyéndolo desde el presente: una paranoia crítica que produce nuevos sentidos.
En Malba se presenta el jueves próximo un recorrido antológico por varios de los principales trabajos de Bryce, un artista que piensa en series, en conjuntos y en instalaciones; no en obras aisladas. Esta muestra fue organizada por el MALI (Museo de Arte de Lima), curada por Natalia Majluf, directora del museo, y Natalia Cuevas. Termina su recorrido en Buenos Aires luego de haberse exhibido en el museo limeño y en el Museo Universitario de Arte Contemporáneo de la ciudad de México.
Las diecinueve series que se exhibirán aquí están conformadas por unos mil dibujos realizados en tinta china sobre papel. Pensar en tal acumulación de imágenes puede ser abrumador, pero lo cierto es que el espectador realiza una lectura saltarina, que reconfigura, a su vez, la obra de este artista peruano que hizo su obra reordenando los materiales que el archivo le dispensó.
La muestra arranca con Cronologías (1997-1998). Es una obra de transición en la producción de Bryce, una de las últimas en las que utiliza el color y, también, la primera serie en la que se propone articular un discurso coherente a partir de un grupo de imágenes aleatorias que están ligadas al momento sociopolítico (en este caso específico, la vida bajo el gobierno de Fujimori).
El progreso de Perú (1998) es una obra producida inmediatamente después de la anterior y es la primera en la que utiliza su nuevo método de trabajo, basado en la investigación, la documentación y la reproducción, a través del dibujo pintado en tinta china, de los documentos del pasado, por lo general, revistas, diarios y otros impresos. En El progreso de Perú reproduce una publicación del mismo nombre destinada a difundir las imágenes y las cifras de los avances modernizadores durante el segundo gobierno de Oscar R. Benavides (1933-1939).
El trabajo de Bryce comienza con una investigación bibliotecológica. Se detiene en algunos momentos que considera esenciales de la historia del siglo XX; como la década del 30, en la que el mundo se encerró en los nacionalismos y crecieron los movimientos totalitarios y las dictaduras. Bryce recorre las páginas de alguna publicación que le parece paradigmática. Lo hace con obsesión de archivista: ha llegado a revisar todos los números de una revista que se publicó durante tres o cuatro décadas.
Fotografía las tapas, los índices, notas e imágenes que le interesan. Puede llegar a acumular un par de miles o más. Luego viene una tarea de depuración del material, hasta que quedan veinte, cincuenta o hasta quinientas imágenes (como en su obra Atlas Perú , de 2000-2001). Allí comienza el proceso de dibujo del documento elegido. Lo amplía por fotocopia al tamaño que desea y lo copia en papel, que pinta con tinta china negra. Ese pasaje, del documento original a la versión dibujada, produce una transformación radical.
La selección del material ya es relevante, pero el dibujo artesanal de un documento que fue publicado industrialmente lo transfigura: el dibujo instala un comentario sobre el recorte que ya Bryce había hecho.
De esa manera, la historia se convierte en material poético: la significación sociopolítica de la publicación original se desvía por obra de una mirada irónica, que no rehúye la parodia. La descontextualización y recontextualización que realiza Bryce es altamente significativa. Relee la historia con una mirada crítica, pero sin un sentido predeterminado. El artista peruano parece más interesado en desarmar los protocolos discursivos que dotaron de sentido el poder político de una era pasada que en reconstruir un discurso único que rinda cuenta de lo que el viejo discurso ocultaba.
La obra más incisiva de la muestra es Visión de la pintura occidental (2002), en la que confronta las imágenes del proyecto de un museo de reproducciones de obras famosas de la pintura occidental que existió en Lima con documentos provenientes del propio museo. Además de ser un comentario irónico sobre el sistema del arte peruano (y quizá latinoamericano), funciona como una reflexión sobre su propio método de trabajo, ya que pone en escena la relación conflictiva entre el original y la copia, entre el documento real y su reproducción.
Bryce trabaja en el límite invisible entre lo dicho y lo silenciado, entre la ironía y la celebración. En ese pliegue indistinguible anida su poesía.
Ficha. Fernando Bryce. Dibujando la historia moderna , en Malba (Avenida Figueroa Alcorta 3415), del 29 de junio al 20 de agosto. Organizada por el Museo de Arte de Lima (MALI)
Adn Bryce
Lima, 1965
Es uno de los artistas peruanos más reconocidos a nivel internacional. Desde fines de los años 90 centró su producción en la investigación en archivos bibliográficos y documentales para construir nuevas formas de representación de la memoria histórica. Complementó su formación inicial en Perú, en la Universidad de París y en el taller de Christian Boltanski. Actualmente reside en Berlín. Sus obras integran colecciones de importantes museos, como el MoMA de Nueva York, la Tate de Londres, el MALI y Malba
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