El Parlamento italiano homenajeó al argentino Alejandro Marmo, que hizo una escultura de Raffaella Carrá
El “escultor del Papa”, famoso por trabajar con desechos, presentó su libro “La Forza del Cuore”, una retrospectiva de su trabajo de los últimos 25 años entre la Argentina e Italia
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ROMA.- “En todo este camino, que tuvo más caídas que ascensos, siempre me sostuvo la fuerza del corazón y la reflexión que me queda es que el sentimiento verdadero gana en el tiempo sobre cualquier especulación”. Aunque hoy fue homenajeado en el Parlamento italiano, donde presentó su último libro, La Forza del Cuore (La fuerza del corazón), una retrospectiva de su obra de los últimos 25 años entre la Argentina e Italia, Alejandro Marmo no se la cree.
“Los reconocimientos duran muy poco. Veinticinco años es un buen momento para pensar que aún no hice nada y para no caer en la fantasía de sentirme importante por un aplauso que dura cinco minutos”, reflexionó el artista, conocido por trabajar con materiales de descarte, por sus “abrazos contra el odio”, su serie de personajes icónicos -los murales de Evita, el padre Mugica y Arturo Jauretche en la 9 de Julio, Maradona y ahora, Raffaella Carrá-, en una entrevista con LA NACION en una jornada seguramente inolvidable.
Hijo de un excombatiente italiano en la Segunda Guerra Mundial nacido en San Rufo, un pueblito de mil almas de la provincia de Salerno, y una armenia, Marmo contó que cuando llegó por primera vez hace 25 años a Roma desde villa Bosch, Partido de Tres de Febrero, en el conurbano bonaerense, no le alcanzaba “ni para ir a los Museos del Vaticano”.
“Hace 25 años yo era un soñador, quería presentar mi trabajo en Europa, exponer, y conocí los obstáculos que uno tiene cuando pretende traspolar una idea y trabajar en otra tierra... Uno se desespera para que los proyectos prosperen y rápido, como el 5G, y un proyecto verdadero necesita de tiempo, esfuerzo, constancia, fe, que es la cultura del inmigrante. Hoy hay una cultura del ‘todo ya’, pero uno no puede pretender resultados inmediatos y me interesa transmitir que las cosas tardan”, reflexionó el artista, que conoce al papa Francisco desde que era arzobispo de Buenos Aires y con quien comparte el concepto de “cultura del descarte”. Su fundación Arte en las Fábricas es la única entidad con la que los Museos Vaticanos tiene un acuerdo cultural.
“Hace 25 años que uno lanzó un sueño -siguió- y hubo momentos luminosos, goles de media cancha, pero al otro día, perdías 6-0. Por eso estas situaciones que duran una hora, como la del Parlamento, en las que uno puede ser el centro ficticio del reconocimiento, hay que tomarlas con la conciencia de que hay que seguir laburando en el mayor silencio posible. Lo mejor es que hable la obra y que transmita estas emociones”, subrayó, sin ocultar su emoción. El libro sobre su obra fue escrito por la curadora italiana Maria Pia Capello y el evento en el Parlamento fue organizado por el diputado por América latina, Fabio Porta.
En este nueva visita a la tierra de su padre, Marmo mostró una de sus últimas creaciones de la serie de personajes icónicos-populares: una escultura en pequeño formato de la legendaria Raffaella Carrá -la amada actriz, bailarina y conductora italiana, idolatrada en la Argentina, que murió en julio de 2021-, que próximamente será instalada en Italia y que resume su trayectoria.
“Es la italianidad en la Argentina y la argentinidad en Italia. Todo lo que hago en la Argentina lo produzco también en Italia, los abrazos, las Vírgenes, Maradona, Raffaella... Italia es el único país donde puedo espejar esa misma manera de trabajar. Es un idioma universal y hay un fondo común: que somos los descendientes de los italianos que volvieron a Italia. Es la sublimación de la melancolía que trajeron los italianos que inmigraron a la Argentina y que ahora los argentinos que se fueron a Italia, vuelven a sentir: la nueva melaconlía le pertenece a la argentinidad en Italia. Es la misma nostalgia y el mismo amor incondicional, que yo trabajo para que se transforme en belleza, con la estética de la esperanza”, explicó.
Marmo, que ya tiene más de cincuenta obras en la península, las más icónicas, en los Jardines del Vaticano – el Cristo Obrero y la Virgen de Luján- y en el aerepuerto de Fiumicino –un abrazo gigante-, aprovechó de este viaje para inaugurar, hace unos días, un Diego iluminado en la sede del club Napoli de Sala Consilina, localidad de la provincia de Salerno muy cercana a San Rufo, el pueblo desde donde su padre partió hacia la Argentina en el siglo pasado.
Antes, acompañado por su hijo mayor, Constantino, de 11 años, pasó por Madrid. Allí, en el Colegio Mayor Argentino de la capital española, inauguró una serie iluminada en ocasión de los 40 años de democracia en la Argentina, que tiene como protagonistas a Alfonsín, el Pañuelo de las Madres de Plaza de Mayo y las islas Malvinas -presentes también en su remera-, construidas con engranajes.