El Papa pidió fortalecer el diálogo con el judaísmo
Recordó la declaración "Nostra aetate", del papa Pablo VI
ROMA.- Al cumplirse 40 años de la declaración "Nostra aetate", documento del Concilio Vaticano II que significó un hito en la relación de la Iglesia Católica con el judaísmo, el papa Benedicto XVI llamó ayer a profundizar el diálogo que comenzó entonces para enriquecer ulteriormente "los lazos de amistad que se han desarrollado".
El Pontífice recordó que la declaración que promulgó Pablo VI el 28 de octubre de 1965 -que de hecho puso punto final a la acusación de deicidio contra el pueblo judío- "abrió una nueva era en las relaciones con el pueblo judío y ofreció las bases para un sincero diálogo teológico".
"Este aniversario -agregó el Pontífice- nos da abundantes razones para expresar gratitud a Dios por el testimonio de todos aquellos que, pese a una historia compleja y a menudo dolorosa, especialmente después de la trágica experiencia de la Shoah, que fue inspirada por una ideología racista neopagana, han trabajado con valentía para favorecer la reconciliación y la mejor comprensión entre cristianos y judíos."
La declaración "destacó la necesidad de superar prejuicios pasados, malentendidos, indiferencia y el lenguaje del desprecio y la hostilidad" y dio paso a "mayor comprensión y respeto recíprocos y, muy a menudo, amistad entre católicos y judíos", evocó el Papa. "El diálogo judeocristiano debe continuar para enriquecer y profundizar los lazos de amistad que se han desarrollado, mientras la oración y la catequesis deben comprometerse a asegurar que nuestras relaciones mutuas se presenten bajo la luz de los principios establecidos por el Concilio", exhortó.
Acto conjunto en el Vaticano
El Santo Padre -que en agosto último visitó la sinagoga de Colonia en su viaje para la Jornada Mundial de la Juventud- transmitió su mensaje, que envió al cardenal alemán Walter Kasper, presidente de la Comisión de la Santa Sede para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, que presidió el acto conmemorativo en el Palazzo della Cancelleria, en el corazón de Roma.
Ante prelados de la Curia romana, miembros del cuerpo diplomático ante la Santa Sede y representantes de instituciones judías de todo el mundo, hubo dos grandes oradores: el rabino David Rosen, director internacional para las cuestiones interreligiosas del American Jewish Committe, y el cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo emérito de París. El protagonismo de Lustiger, un purpurado más que prestigioso -de origen judío, se convirtió al catolicismo por una familia que lo salvó de los nazis-, desató una controversia en sectores de la comunidad hebrea e hizo que el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, rechazara participar.
Asistieron, no obstante, muchísimos rabinos de todo el mundo, entre ellos el rabino jefe de Haifa, Shear Yashuv Cohen, que preside la Comisión Permanente Bilateral de Diálogo, recientemente constituida por la Santa Sede, junto con el cardenal argentino Jorge Mejía, que trabajó durante años en la Comisión para las Relaciones con el Hebraísmo del Vaticano.
El rabino Rosen aludió en su discurso, precisamente, a esta comisión, que demuestra que la "Nostra aetate" no es más una romántica declaración de hace 40 años, sino una práctica realista.
El cardenal Kasper definió la declaración como "el comienzo del proceso de reconciliación y de paz entre hebreos y cristianos". "Un camino que, en verdad, todavía está lejos de la tierra prometida", agregó, sin embargo, al explicar que sigue habiendo "obstáculos, malentendidos, sospechas y heridas abiertas para superar".
Con palabras simples, Kasper afirmó que "el mensaje de la «Nostra aetate» es claro: un no firme a cualquier forma de antijudaísmo y antisemitismo y la condena de cualquier injuria, discriminación y persecución que derivan de esto. Y un sí no menos firme al redescubrimiento de las raíces judías del cristianismo".
El cardenal alemán recordó la visita de Juan Pablo II a la sinagoga de Roma, en 1986, y al Muro de los Lamentos, en 2000. En tanto, el cardenal Lustiger habló de la necesidad de un "diálogo teológico" entre judaísmo y cristianismo, ya que los textos originariamente son los mismos, así como la búsqueda.
"La Iglesia, nuestra gran defensora"
ROMA (De nuestra corresponsal).- Angel Kreiman Brill fue el único rabino argentino en el acto de ayer, que calificó de impresionante, invitado especialmente por el cardenal Walter Kasper.
Kreiman Brill -que fue gran rabino de Chile entre 1970 y 1990, y que enseña materias judaicas en las universidades Católica Argentina, Austral y del Salvador- contó a LA NACION que su pasión por el diálogo judeo-católico comenzó mucho antes. "Fue en octubre de 1955, cuando, tras la Revolución Libertadora, el cardenal Santiago Luis Copello, arzobispo de Buenos Aires, vino a la sinagoga de la calle Libertad para agradecer que cuando Perón lo perseguía, el gran rabino Guillermo Schlesinger lo protegió por dos días en su departamento", recordó.
"Yo tenía 12 años, y ver a un hombre alto vestido de rojo abrazado a otro hombre alto, de negro, una imagen muy fuerte, me cambió el esquema: a nosotros nos educaban diciendo que los cristianos perseguían a los judíos", dijo. Para él, "Nostra Aetate" significó "un cambio radical en la historia judía y en la de la Iglesia". El rabino, que perdió a su esposa en el atentado a la AMIA, está convencido de que hoy "la Iglesia Católica se ha transformado en la mayor defensora del pueblo judío".