El Papa dimitiría si no fuera capaz de ejercer su cargo
Lo admite en Luz del Mundo, el libro que se publica hoy y que detalla aspectos privados
ROMA.- Nada de rígido, frío e intransigente "pastor alemán", sino muy humano, humilde, con debilidades y errores. Es el retrato que emerge de Benedicto XVI, según los anticipos del libro-entrevista Luz del mundo , del periodista alemán Peter Seewald, que saldrá hoy a la venta y que está agotado en las librerías italianas después de la repercusión por la apertura, limitada a casos excepcionales, del Santo Padre al preservativo.
En la obra, el Papa sorprende por ese cambio de postura y por muchas otras revelaciones. Con palabras simples y directas, por ejemplo, ante una pregunta del autor, asegura que renunciaría al trono de Pedro si sintiera que no puede ejercer el cargo. "Si un Papa se da cuenta con claridad de que ya no es física, psicológica o espiritualmente capaz de ejercer el cargo que se le ha confiado, entonces tiene el derecho y, en algunas circunstancias, también el deber de dimitir", sentencia Benedicto XVI.
De hecho, el canon 332 del derecho canónico permite la dimisión de un papa, aunque habría que remontarse hasta el siglo XV para encontrar a algún pontífice que lo haya hecho. Se sabe que Juan Pablo II, siguiendo el ejemplo de Pablo VI, había escrito una carta de renuncia a su cargo en caso de no tener más las facultades para continuar en él.
En Luz del mundo el Papa también asegura que jamás pensó en renunciar a principios de año, en plena tormenta por el escándalo por pedofilia en el clero. "Cuando el peligro es grande, uno no debe huir, debe soportar. Ahora no es seguramente un tiempo para dimitir", asegura. "Uno puede dimitir en un momento de paz o simplemente cuando no puede seguir más adelante", agrega el Papa, de 83 años muy bien llevados, que en otro pasaje reconoce: "Empiezo a notar que las fuerzas comienzan a fallarme".
Seewald, autor de otros dos libros-entrevista con el entonces cardenal Joseph Ratzinger, estuvo con el Pontífice en la residencia de verano de Castelgandolfo del 26 al 31 de julio. El Papa se mostró totalmente abierto a contestar todo tipo de preguntas. Y con sus respuestas contradijo esa imagen de inflexible guardián de la ortodoxia católica que pesa sobre sus espaldas.
Benedicto XVI cuenta que su elección para el trono de Pedro, el 18 de abril de 2005, fue un golpe durísimo para él y sus sueños dorados de jubilación. "El hecho de encontrarme de repente ante esta tarea inmensa fue para mí, como todos saben, un auténtico shock. La responsabilidad, de hecho, es enorme -dice-. En efecto, pensé en una guillotina: ahí, ahora cae y te golpea. Estaba segurísimo de que este encargo no había sido destinado a mí y que Dios, después de tantos años fatigosos, me concedería un poco de paz y de tranquilidad."
A lo largo del libro-entrevista también reconoce que jamás le hubiera levantado la excomunión al obispo lefebvriano Richard Williamson (algo que significó una de las peores tormentas de su pontificado, en enero de 2009) si hubiera sabido que era un negador del Holocausto. "No, se debería haber separado ante todo su caso de los demás", lamenta.
A la pregunta de si el Papa es verdaderamente "infalible" o un soberano absoluto, contesta que se trata de algo que muy pocas veces entra en juego, como en el caso de las definiciones dogmáticas: "Obviamente, el Papa puede tener opiniones personales equivocadas [...] Ser papa no significa mostrarse como un soberano lleno de gloria, sino más bien dar testimonio a Aquél que fue crucificado".
Del libro emergen muchos otros detalles sobre el lado más privado de Benedicto XVI. Como, por ejemplo, que no tiene billetera ni cuenta corriente. Que siempre viste sotana y que jamás se pone un suéter. Que le gusta de vez en cuando ver la tele, sobre todo los noticieros, y algún DVD de películas antiguas. Y que le encanta Don Camilo.
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