El padre de Tom Sawyer, a 110 años de su última aventura
Ciento diez años atrás, en una pequeña localidad de Connecticut moría a los 74 años uno de los narradores estadounidenses más queridos dentro y fuera de su país: Mark Twain (1835-1910). Escritor, periodista, humorista y humanista (a su modo satírico), se lo reconoce como el padre de dos de los héroes de la literatura universal: el travieso y enamoradizo Tom Sawyer y el protagonista de andanzas fluviales y pedestres por el delta del Misisipi: Huckleberry Finn. Tantos Las aventuras de Tom Sawyer (1876) como la más seria y realista Las aventuras de Huckleberry Finn (1885) son consideradas obras maestras de la literatura de Estados Unidos. Ambas estuvieron inspiradas en la propia infancia y adolescencia del autor, en Hannibal, Misuri.
Twain no fue solamente uno de los narradores sobresalientes del sur de su país. Dos de sus discípulos más geniales, William Faulkner y Ernest Hemigway, creían que toda la riqueza literaria de Estados Unidos provenía de dos fuentes: Herman Melville, consagrado con Moby Dick, y el autor de Un yanki en la corte del rey Arturo. "Toda la literatura norteamericana viene de los bolsillos del chaleco blanco de Mark Twain", afirmó Faulkner.
El nombre verdadero del Dickens norteamericano era Samuel Langhorne Clemens, el sexto de seis hermanos, huérfano de padre apenas a los doce años y que creció al amparo de unos tíos pudientes (como Tom). En el sur observó de cerca el cruel espectáculo de la esclavitud y en su juventud fue partidario del abolicionismo. Su nombre literario, que adoptó en una crónica fluvial publicada en 1863, proviene de un canto de los negros que trabajaban en los vapores que hacían el recorrido entre Saint Louis y Nueva Orleans (Huck y Jim, el esclavo adulto y fugitivo, hacen un viaje similar en balsa en Las aventuras de Huckleberry Finn). La expresión "mark twain" significaba "dos brazas de profundidad", el calado mínimo para navegar.
Para Jorge Luis Borges, la novela protagonizada por Huck era, "acaso, la única novela feliz" (inspirada, según acotó el crítico literario Harold Bloom, en el Quijote). "Si algún derecho excepcional a nuestra memoria tiene Mark Twain, es como escritor; si algo buscamos (y encontramos) en sus muchos volúmenes, ello no es precisamente lo trágico. Mark Twain ¡oh recobrado y casi paradójico axioma! era un humorista", escribió el autor de Ficciones en "Una vindicación de Mark Twain", que apareció en el primer centenario del nacimiento de Twain, en 1935, en Sur. Borges le concede al estadounidense el don envidiable de la imparcialidad para narrar.
Para comprobar el humorismo de la obra twainiana basta leer los mensajes de la cuenta de Twitter @TheMarkTwain, donde se comparten citas del escritor. El ingenio, la sorpresa y su nihilismo zumbón sobre política, religión y costumbres de la sociedad estadounidense guiaron las observaciones de Twain. "Si Cristo estuviera aquí ahora, hay una cosa que no sería: cristiano", opinó. Tomó partido por los "oprimidos" de la Tierra, es decir, por la mayoría del mundo.
Como muchos de sus compatriotas, el autor de El príncipe y el mendigo quiso ser millonario. En 1878 publicó continuaciones de las aventuras de Tom y de su amigo inseparable: Tom Sawyer en el extranjero (1878) y Tom Sawyer detective, de menor repercusión que la obra original. A partir de 1938, cuando se estrenó la primera versión cinematográfica de las andanzas de Tom (a cargo de Norman Taurog), los dos clásicos de Twain fueron llevados al cine varias veces. En algunas de ellas, Jodie Foster interpretó a Becky Thatcher (la amada de Tom) y en otra, Elijah Wood encarnó a Huck.
En la ciudad de Elmira, donde escribió sus grandes obras, se encuentra el centro de estudios dedicado a su obra, que sigue creciendo a más de un siglo de su muerte. Debido a que usaba varios seudónimos como periodista, los investigadores todavía hallan textos suyos en archivos de periódicos locales en los que colaboró. En 2017, se publicó un cuento infantil inédito de Twain, escrito en París en 1879 y dedicado a sus tres hijas.
La recepción de Twain en la Argentina fue y sigue siendo buena. Sus libros se tradujeron y cautivaron a distintas generaciones de lectores. El diario de Adán y Eva fue adaptado al teatro con gran éxito: China Zorrilla y Carlos Perciavalle hicieron varias temporadas en la ciudad de Buenos Aires y en Montevideo. Muchos lectores recordarán la edición del Diario publicada por Corregidor en la década de 1980. "Cuando descubrí que podía hablar sentí un interés nuevo por él, porque me encanta hablar; hablo todo el día y en sueños, también, y soy muy interesante, pero si tuviera otro con quien hablar podría ser dos veces más interesante y nunca me detendría, si lo deseara", reflexiona Eva.
"Una escritora muy sabia, una gran cuentera judía de Nueva York, la gran Grace Paley, dijo una vez que la gente se equivoca: cree que Mark Twain es el mejor compañero en el trance de la infancia a la juventud. Mark Twain, decía Paley, es el mejor compañero para todas las épocas de tu vida. Te aconseja, te chicanea, te hace reír, te hace pensar; es el rey del wit, el que tiene algo para cada momento de tu vida. Faulkner decía: 'Toda la literatura estadounidense viene del bolsillo del chaleco blanco de Mark Twain'", recuerda el escritor y editor Juan Forn, que en 2019 dio a conocer 44. El forastero misterioso en la colección Rara Avis de Tusquets. El último es también su libro más oscuro.
Después de su muerte, la figura de Twain se ensombreció por críticas acerca de sus presuntos racismo y pedofilia. Aunque la palabra nigger aparece cientos de veces en la obra de Twain, sus personajes (como el Negro Jim) son nobles y permanecen vívidos en la memoria de los lectores. Más adelante, otros críticos le atribuyeron una inconveniente cercanía con niñas y adolescentes. Ante estas posturas, fue célebre la respuesta del novelista y crítico Gore Vidal: "Lo que tenemos aquí no es una visión literaria seria, o incluso, que Dios nos perdone, psicoanalítica, de la vida sexual de Twain como la imagina un maestro de escuela políticamente correcto, sino lo que considero el asesinato absoluto de un gran hombre que resulta ser único en el puñado de buenos escritores que nuestra débil cultura ha producido". Sobre estos juicios post mórtem, quizá Twain se hubiera citado a sí mismo: "La buena educación consiste en esconder lo bueno que pensamos de nosotros y lo malo que pensamos de los demás".
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