El oráculo del siglo XXI: puede fallar
Es como ciencia ficción: uno le pregunta e inmediatamente ChatGPT responde, pero no todo lo que reluce es oro ni disponer de información es tener conocimiento
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Todo el mundo está maravillado, sorprendido, preocupado por la irrupción de una inteligencia artificial que parece que se las sabe todas, que a ojos de los chicos pone en jaque la necesidad de estudiar, que podría atentar contra unos cuantos puestos de trabajo. Por ahora, todavía causa gracia y admiración. Es como ciencia ficción: uno le pregunta e inmediatamente responde, produce textos coherentes correctamente redactados, en apariencia elaborados como si mediara raciocinio. Podría ser una herramienta muy útil o peligrosa. Las dos cosas. Pero no todo lo que reluce es oro ni disponer de información es tener conocimiento.
En estas semanas leímos noticias sobre ChatGPT y pasamos horas probándola, pidiéndole que compare coyunturas políticas, que revise fórmulas o que responda sobre un personaje célebre. Como nadie sabe más de uno que uno mismo, un filtro común es preguntarle por nuestro propio nombre. En eso estaba divertido, con los suyos, el gran bailarín argentino, cuando quiso darle una vuelta de tuerca más y desafió: “Si Baryshnikov es Picasso y Nureyev es Van Gogh, ¿con qué pintor podría compararse a Julio Bocca? Enseguida, la aplicación contestó. “Si Baryshnikov es Picasso es porque ambos revolucionaron sus respectivos campos, ampliando los límites de lo que se consideraba ‘aceptable’ y popularizando nuevos estilos. Ambos eran carismáticos, innovadores y versátiles, capaces de actuar en una amplia gama de géneros y medios. Si Nureyev es Van Gogh, es porque ambos tenían una energía intensa y casi febril que impregnaba su trabajo con un sentido de urgencia y pasión. Ambos eran rebeldes, desafiando el statu quo y rompiendo con las normas tradicionales. También eran conocidos por su individualismo y expresión personal, negándose a ser limitados por las expectativas de los demás. Si comparáramos a Julio Bocca con un artista, podríamos elegir a alguien como Henri Matisse. Al igual que Matisse, Bocca es conocido por su trabajo vibrante y colorido que rebosa de vida y energía. También es celebrado por su dominio técnico, lo que le permite ejecutar movimientos complejos con facilidad y gracia. Finalmente, el trabajo de Bocca se caracteriza por un sentido de alegría y juguetón, reflejando su pasión contagiosa por la danza y su compromiso de compartir esa pasión con los demás”. Más tarde hicieron la prueba con futbolistas. Ella –Her, como la película en la que Joaquin Phoenix se enamoraba de una inteligencia artificial– concluyó: “Bocca y Messi han sido reconocidos por su impacto en su campo y por su capacidad para inspirar a otros con su arte/deporte”.
Parecía una experta en ballet la maquinita. Por eso, días después, ante la triste noticia de la muerte de Lynn Seymour, la maravillosa bailarina canadiense que hizo carrera en Londres desde muy joven –compañera de Nureyev, de hecho, a quien el bot ya nos había hecho creer que conocía muy bien– sorprendió su flaqueza. Aun quien ignore o no recuerde con precisión su derrotero europeo, ha escuchado la famosa anécdota: Lynn fue la Julieta con la que el coreógrafo Kenneth MacMillan creó su obra maestra sobre la tragedia de Shakespeare, pero la noche del estreno en Covent Garden, en 1965, la cúpula del Royal Ballet reemplazó a la pareja original (Seymour y Christopher Gable) por Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev. Ese Romeo y Julieta (escándalo incluido) pasó a la historia. Hubo más media hora de ovación, contaron 43 aperturas y cierres de telón en los saludos, y hasta hoy es la versión más aplaudida. Y se recuerda una frase suya que también demuestra su grandeza: “Margot no quiso lastimarme”.
ChatGPT no solo no menciona una palabra al respecto, sino que da a Seymour por viva. Discuto con ella, le digo que la escena de la danza la despide con emoción. Se retracta por el error y pone: “Lamentablemente, Lynn Seymour falleció el 16 de noviembre de 2020″. Le digo que no, que fue el martes pasado, en las vísperas de su cumpleaños número 84, y retrocede: “Según mis fuentes más recientes, Lynn Seymour sigue viva. Me disculpo por cualquier confusión que haya causado mi respuesta anterior”. Por tercera vez le informo que está equivocada y agrego un link a un diario inglés. Entonces agacha la cabeza: “Mis disculpas, parece que tienes razón. Lynn Seymour falleció el 7 de marzo de 2023, según la fuente que has proporcionado”. La imaginé como un Pac-Man tragando la cápsula de información que acababa de tirarle, y que de ahora en más incorporará como un dato fehaciente. Así es como funciona esto.
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