El nuevo Piso de las Infancias del CCK: cinco salas con propuestas creativas y de experimentación artística
Está ubicado en la tercera planta y abre de miércoles a domingos, con entrada libre; hay laboratorios de investigación sonora y literaria, sala de cine y una bebeteca
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Esta semana, el Centro Cultural Kirchner reabrió el Piso de las Infancias, que había permanecido con un funcionamiento restringido a causa de la pandemia. Ahora, siempre con barbijos, alcohol en gel y los cuidados necesarios, chicas y chicos de todas las edades vuelven a copar los espacios del tercer piso del viejo edificio del Correo Central, dedicado íntegramente al público infantil. Volvieron las risas, los juegos, los cuentos y las canciones en las cinco salas más divertidas del CCK.
Un laboratorio de exploración sonora con instrumentos no muy conocidos por estas tierras como el gamelán (algo así como un ensamble de xilofones); una sala de talleres creativos y de construcción; una biblioteca libre para compartir lecturas y propuestas de experimentación literaria; una sala de cine con contenidos del canal Pakapaka; y una renovada bebeteca, con juegos de madera y plaza blanda: cada espacio tiene un equipo propio de curadores que, coordinados por Sol Rosales, armaron el concepto y la programación específica según el área y la edad de los visitantes, sugerida desde la primera infancia hasta los 12 años.
A mediados de 2020, cuando la pandemia no permitía encuentros ni actividades en lugares cerrados, el CCK subió a su web un manifiesto sobre las infancias, una especie de brújula que guía los contenidos y objetivos del área. Entre otros puntos, plantea el compromiso con la defensa “del derecho que tienen los chicos y las chicas a la belleza, al juego, a la participación plena y a la transformación y desarrollo humano de sus propias vidas”.
Es por eso que, a partir de las 13 consignas, que pueden leerse por completo en este enlace, las salas de artes visuales, música, literatura, cine y primera infancia funcionan “como pequeñas fábricas para hacer, descubrir y sorprenderse, y como laboratorios para inventar y experimentar”.
A diferencia de otros centros culturales o museos, en los que es necesario inscribirse previamente para asistir a las actividades, en el Piso de las Infancias la participación es espontánea. Como los cupos son limitados, en especial en las salas más chicas, como la de los bebés, el ingreso es por orden de llegada. El laboratorio de investigación sonora, la sala de cine y la bebeteca abren de miércoles a domingos, por la tarde, mientras que los espacios de lectura y de talleres funcionan los fines de semana.
Un recorrido sala por sala
Laboratorio de investigación sonora: con curaduría del músico y docente Sebastián Rey, lo primero que se ve al ingresar a la sala 303 es un círculo formado por siete instrumentos que parecen xilofones de distintos tamaños. Según explicó Rey a LA NACION, “es un gamelán traído especialmente de Bali. No hay otro igual en la región”. Al ser un instrumento grupal, los que quieran sumarse al ensamble o aprender a tocar deben sentarse en un banquito de madera y seguir las indicaciones de un guía. Y, por supuesto, animarse a experimentar con los sonidos.
La premisa de la sala, sugerida para chicos de 6 años en adelante, es “desplegar procesos de escucha y producción sonora desde el juego, la investigación activa y la circulación de saberes”. Por eso se llama E.S.C.U.C.H.A: “Espacio Sonoro Colectivo de Universos, Conexiones y Herramientas Acústicas”.
Dos enormes pinturas sobre tela realizadas por Sandra Marín, una de las talleristas, decoran las ventanas. Sobre las paredes hay frases de autores como Gianni Rodari: “Se puede entrar a la realidad por la puerta principal o escurrirse en ella –es más divertido- por una ventanita”.
En esa sala hay también una estación de “microconciertos”, con unos instrumentos extraños llamados “tentaculares”, realizados con unos dispositivos de protección auditiva (parecidos a auriculares) conectados a mangueras y a una caja de madera con teclas. A través de ese “aparato” se escucha la música que toca cada uno en su instrumento. Así, se puede hacer un concierto entre los participantes.
Hay también un arpa acústica, creada con madera, tanza y “tentaculares”; una “fanzinoteca”, para crear fanzines, y una estación creativa, llamada Traducciones gráficas, con materiales para dibujar, pintar o escribir. “Queremos que, antes de irse, los chicos puedan expresar cómo les resultó la experiencia. Iremos colgando en las paredes esos trabajos para armar un registro visual de cada grupo”, completó Rey. Todos los sábados y domingo de diciembre y enero, a las 16.30, habrá talleres específicos dictados por Rey, Marin, Verónica Mercado, Juan Pereyra y Juliana Osses.
Para los más chiquitos. En la sala 304 funciona ¡Ya la luna!, un espacio para bebés de meses hasta tres años, curado por la música Ana Iniesta. Acompañados por madres, padres, tías, tíos, abuelas, abuelos, los chicos encontrarán elementos blandos con formas geométricas, juegos de madera y cubos para construir, entre otros elementos didácticos. Allí también habrá talleres y espectáculos de música y títeres. “Queremos que la sala se llene de música”, dijo Iniesta a LA NACION durante el recorrido. La programación incluye rondas de canto, con canciones populares y otras inventadas en el momento y rondas de baile para disfrutar en familia.
Laboratorio intrépido de arte, ciencia y juego. La sala 305 está dedicada a los talleres creativos. Curada por el grupo Intrépidas, el laboratorio promueve la vinculación entre la ciencia y el arte, con el arte como herramienta de experimentación. A través de diversas propuestas los chicos trabajarán conceptos de ingeniería, matemática, ciencia y tecnología. Hay distintas postas creativas, con elementos y materiales, para estimular la imaginación, las preguntas, las ganas de jugar en grupo y el pensamiento crítico.
Libros y lecturas compartidas. “Dicho y hecho: cuentos, poemas y palabras para nombrar el mundo”: así se llama ahora la sala 306, curada por Cecilia Maneiro. Además de libros infantiles al alcance de la mano, el espacio literario ofrece talleres y juegos como “Máquinas de escribir”, “Kiosco de los deseos”, “Sopa de letras” y “Poesía para llevar”. Este domingo, a las 16, hay un taller de creación literaria donde se exploran bandas de Moebius y se piensan historias infinitas para leer una y otra vez para participantes de 7 a 12 años.
Cine en pantalla gigante. En la sala 307 se instaló una enorme pantalla y muchos pufs de colores para que chicos, medianos y grandes se tomen un descanso de los juegos para ver micros de programación de Pakapaka. La “función” empieza cada media hora.
Para agendar
CCK (Sarmiento 151). Miércoles a domingos, desde las 14. Entrada libre y gratuita, por orden de llegada. Programación completa en este enlace.
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