El Museo Histórico Nacional prestó sus salas al hombre que robó de allí el sable de San Martín para conmemorar “la gesta”
Osvaldo Agosto y un grupo de exintegrantes de la Juventud Peronista se reunieron en la institución de Parque Lezama un día antes de las PASO para recordar los 60 años del hecho
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Un día antes de las PASO, Osvaldo Agosto y un grupo de compañeros se reunieron para conmemorar los 60 años del robo del sable de San Martín, en el mismo lugar de los hechos: el Museo Histórico Nacional. El mismo día de 1963 Agosto y otros miembros de la Juventud Peronista habían entrado a ese museo para llevarse el arma que esperaban poder entregarle al general Perón. Pero por estos días, lo curioso del caso no es solamente el orgullo con el que el protagonista rememora el golpe que dieron aquella vez sino que el propio museo vecino del Parque Lezama, que depende del Ministerio de Cultura de la Nación, prestó sus salas para un acto que celebró este tipo de efeméride.
“Nos subimos al auto, un Peugeot 404 que manejaba Emilio. Llegamos al museo pasadas las 19. Estaba cerrando y golpeamos la puerta. Dijimos que éramos estudiantes tucumanos. Cuando el ordenanza, un hombre de 72 años, entreabrió la puerta, nos metimos. Lo encañonamos, lo redujimos y lo encerramos en una habitación. Fuimos corriendo hasta la vitrina que protegía el sable y rompimos el vidrio. Tomamos el sable y lo envolvimos en un poncho. No hubo violencia, salvo la rotura del vidrio. Y en el lugar del sable dejamos un comunicado. El hecho en sí fue fácil”, recordó en una entrevista con LA NACION esta semana. En su relato, Agosto cuenta cómo a punta de pistola ingresaron al museo y lo que vino después.
Lo concibieron como una “gesta” para levantar el ánimo del peronismo que entonces estaba proscripto. El comunicado decía: “Juramos que no será arrancado de nuestras manos mientras los responsables directos o indirectos de esta vergüenza que nos circunda no resuelvan (...) decretar la libertad de todos los presos políticos, gremiales y dar al pueblo la libertad para pensar y ejercer su voluntad al amparo estricto de la ley”. Agosto no se quebró cuando lo arrestaron y le aplicaron la picana. Logró salir en libertad y recién habló del delito cuando hubo prescrito.
Durante el encuentro, el sábado pasado, expusieron Alejandro Tarruella, autor de Historias secretas del peronismo, y Rodolfo Piovera, autor de El sable, un thriller peronista. El moderador fue Pascual Albanese. “Los escritores aprovecharon para hablar de sus libros. Éramos unas cuarenta personas. Después fuimos a ver el sable, pero ahora no se puede ni tocar. Está colocado de una forma maravillosa, aunque siempre se puede robar”, cuenta Agosto, con picardía a sus 83 años.
“Después fuimos al bar Torquato Tasso. Se cantó la marcha peronista y todo, rompimos como correspondía la veda. Se deben haber arrepentido de darnos el lugar: creían que éramos de un organismo semioficial, pero somos todos críticos del gobierno. El kirchnerismo cree que la historia empezó con Kirchner. Recupera a los desaparecidos para crear una epopeya porque no tenía de dónde abrazarse. Se agarró de los desaparecidos, de las Madres de Plaza de Mayo. Él aprovechó esos grupos y esos grupos se dejaron aprovechar. Los únicos verdaderos opositores al kirchnerismo somos los peronistas, los demás negociaron”, sigue Agosto, sin pelos en la lengua.
“Les prestamos el espacio pero no lo organizamos, no es una actividad del Museo”, confirma a LA NACION Gabriel Di Meglio, director del Museo Histórico Nacional. “Solemos prestarlo a distintos grupos vinculados a temas históricos, como presentaciones de libros. La misma semana que la Resistencia Peronista, por ejemplo, estuvo Chacarita festejando su campeonato de 1969. En estos casos son eventos privados, no abiertos al público, por eso no los promocionamos dentro de nuestras actividades″.
Respecto del futuro, Agosto se muestra pesimista: “No hay lideres, no hay esperanza. Es un callejón sin salida. Cuando el peronismo no tiene alternativa, Argentina tampoco”.
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