El mundo real, según Rodrigo Moreno

Este año, Rodrigo Moreno presentó su película Un mundo misterioso en el Festival Internacional de Cine de Berlín y en el Bafici. Mientras el film se proyecta en el Cosmos y el Malba, el director se ocupa de la producción de Reimon: la historia de una joven empleada doméstica que trabaja en casas de familia y, por las noches, en oficinas del microcentro porteño, donde conoce a un sereno.

"La idea surgió al caminar por la zona a la hora en que empezaba una actividad medio intestinal, como es la limpieza de las oficinas. Me puse a pensar en esas personas que llegan a un lugar donde hay una arqueología de la jornada laboral: el cenicero con los puchos, la gaseosa por la mitad, las computadoras en reposo. Quiero contar ese mundo del modo más realista posible", dice Moreno. Para el papel protagónico, el cineasta no busca a una actriz, sino una mujer que haga tareas de limpieza de verdad. "Me interesa el choque y la tensión que se produce en el encuentro del cine con lo real", explica.

Cuando el guión de la película estaba en proceso creativo, Moreno recibió un premio del Fund Hubert Bals de Holanda. Para el rodaje, planeado para febrero y marzo de 2012, contará con el apoyo de la Universidad del Cine, donde se formó. El director y guionista de 39 años, que en 2006 ganó el premio Alfred Bauer del Festival de Berlín por El custodio, dice que ya no se siente parte del Nuevo Cine Argentino. "La mayoría de los realizadores de mi generación hoy se dedican al cine más industrial y a mí eso no me interesa. Mi aspiración es convertirme en un cineasta que tenga cada vez más libertad. Eso no significa hacer cine para pocos, sino generar relatos que sean más libres que los que los espectadores suelen consumir."

–¿Qué es lo que disfruta más al realizar una película?

–La escritura es dificultosa, pero tiene momentos de disfrute. También disfruto mucho el rodaje, la búsqueda de locaciones y la mezcla de sonido. En el montaje, en cambio, me angustio. Entro en un estado de inseguridad espantoso. Pero, en general, el final suele ser feliz.

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