El misterio de los incas: pistas en La Boca de un imperio desaparecido que llegó hasta la Argentina
El legado cultural del Estado “más organizado y grandioso” que haya existido en los Andes es recuperado por Fundación Proa a través de una muestra producida por el Museo de Arte de Lima y ampliada con registros locales
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La corona es de plata y tiene casi medio metro de alto. Fue tallada con figuras que recrean un sol, una luna, estrellas y varias especies de animales en 1875, más de tres siglos después del fin del imperio incaico. Pero conserva rastros del legado de una de las civilizaciones más importantes del mundo antiguo, que se expandió desde Cuzco por el continente hasta llegar la Argentina y que sigue asombrando con sus misterios.
Así lo revela la muestra que se inaugurará mañana en Fundación Proa: Los incas. Más allá de un imperio invita a viajar hasta los orígenes del Tahuantinsuyo, el Estado “más organizado y grandioso en los Andes”, que alcanzó su mayor extensión hacia 1520. Entonces llegó a tener un sistema de caminos de más de 26.000 kilómetros, a través del cual se conectaban las poblaciones de unas 80 provincias y dos millones de hectáreas de tierras cultivables. Las representaciones de sus habitantes que llegaron hasta nuestros días son posteriores a la época en que vivieron, y contribuyeron a alimentar diversos mitos.
“Con su emblemático diseño y particular manera de transformar e integrarse al paisaje, la arquitectura inca permitió visibilizar la presencia del Estado a lo largo de un vasto territorio”, explican en uno de los textos de sala Cecilia Pardo, Ricardo Kusunoki y Julio Rucabado, curadores de esta exposición que fue producida y presentada el año pasado en el Museo de Arte de Lima (MALI). En su versión porteña, además de 138 piezas procedentes de colecciones públicas y privadas de Perú -cerámicas, textiles, pinturas y objetos-, suma registros audiovisuales de yacimientos arqueológicos incaicos del siglo XV hallados en Jujuy, Salta y Catamarca.
“Es probable que no exista un sitio inca más conocido que Machu Picchu –agrega la historiadora Stella Nair, una de las expertas convocadas para el catálogo-. Construido para ser la residencia real del soberano Pachacútec Yupanqui, representa un excelente ejemplo de arquitectura simple y sumamente adaptable. En este caso, era lugar de reposo del Sapa Inca, y se convertía en capital temporal cuando él residía ahí”.
En la administración de una estructura tan diversa jugaron un rol clave los quipus, cuerdas enrolladas con hilos de colores y nudos que conformaron el principal sistema de información de los Andes, a cuyo estudio le dedica un sitio especial Google Arts & Culture. “Si bien la mayoría de quipus incas registraba datos numéricos, sabemos que algunos también guardaban información narrativa como relatos y genealogías”, señalan los curadores sobre estas piezas que llegaron a inspirar obras de artistas como Jorge Eduardo Eielson (1924-2006) y Cecilia Vicuña, ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia en 2022.
“Desde las vanguardias de principios del siglo XX, las obras de arte de las culturas originarias influenciaron en las nuevas concepciones estéticas –observa Adriana Rosenberg, presidenta de Fundación Proa-. No se puede estudiar el arte moderno sin esos diálogos. En la actualidad se ha planteado un debate sobre la presencia de las voces de las culturas originarias, llevando a los curadores, a las exposiciones y a los museos a exhibir sus piezas y también contar sus historias. Los museos de arte contemporáneo incorporan a artistas que en forma de colectivos o individualmente trabajan con diversas comunidades, creando nuevas formas de contemplar y percibir el arte. Esta tendencia, resultado de una información global, tiene que ver con la necesidad de crear nuevas narrativas artísticas”.
Un ejemplo es la actual edición de la Bienal de Venecia, curada por Adriano Pedrosa, que se propone como “una celebración de lo extranjero, lo lejano, lo outsider, lo queer y lo indígena”. Buena oportunidad entonces para remontarse ahora en Proa a aquellos objetos, rituales y textiles americanos que conservan rastros de una cosmovisión.
“Desde que Francisco Pizarro y sus tropas hicieron contacto con el Tahuantinsuyo, la violencia forjó las bases de un nuevo orden en los Andes. El hito inicial de este proceso sería la captura y ejecución del inca Atahualpa en 1532″, recuerdan los curadores al señalar un “punto de quiebre” en esta historia, que desencadenó “una permanente tensión entre la ruptura y la continuidad con el pasado”. Un pasado que parece más vivo que nunca.
Para agendar:
Los incas. Más allá de un imperio en Fundación Proa, desde mañana a las 17 hasta mediados de enero. Inauguración con entrada gratis. Entrada general $4000 y $2000 para estudiantes, docentes y jubilados. Menores de 12 años, sin cargo. Miércoles gratis.
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