El misterio de Gachet
EL secreto mejor guardado de estos días es el destino del Retrato del doctor Gachet, la pintura de Van Gogh que nueve años atrás se convirtió en la más cara de la historia. ¿Es posible que el papelero Rioei Saito, que pagó por el cuadro 82 millones de dólares, haya decidido quemar la pintura -como alguna vez alardeó que lo haría- para que sus herederos no pagaran impuestos? Cuesta creerlo. La declaración parece más una boutade , y hasta el momento no hay nada ni nadie que pueda confirmarla.
La relación de Saito con el retrato de Van Gogh se remonta a mucho antes del meneado récord. Propiedad del gran coleccionista norteamericano Siegfried Kramarsky, entre 1984 y la fecha de su venta, la pintura estuvo colgada en el Museo Metropolitano de Nueva York como parte de un préstamo. Allí es donde Saito acostumbraba visitar el cuadro de Van Gogh en cada oportunidad que volaba a la isla por asuntos de negocios.
A fines de 1989, cuando Christie´s anunció que el óleo sería incluido en un remate de pintura impresionista, Saito decidió que el cuadro sería suyo a cualquier precio, cosa que efectivamente ocurrió.
El día después del récord, en rueda de prensa alguien le preguntó si no había pagado un precio demasiado caro por el Van Gogh: "¿Caro? ¿Qué es demasiado caro?", disparó el magnate, que en menos de 48 horas había gastado 160 millones de dólares en dos pinturas.
Saito no estuvo en el momento del remate, pero en una gestión privadísima envió en su nombre al marchand Kobagashi, del cotizado distrito de Ginza, con la shopping list en la mano e instrucciones de comprar a cualquier precio. El enviado pagó 82,5 millones de dólares por el Retrato de Gachet y, al día siguiente, 78 milllones de dólares por Le Moulin de la Galette , un Renoir pleno de alegría de vivir, que celebra una escena festiva típica de la Bélle Epoque.
Curiosamente, las dos pinturas que compró el papelero nipón tienen un gemelo en el Museo Dórsay. En las salas de la vieja estación de ferrocarril reciclada con maestría por la arquitecta Gae Aulenti hay una versión idéntica del Moulin, de Renoir, y también una versión del retrato de Gachet que fue donada a la Reunión de Museos Nacionales , de Francia, en 1949, por Paul y Margueritte Gachet, herederos del médico y amigo de Vincent Van Gogh.
Sólo un pequeño detalle marca la diferencia entre ambos retratos. En el cuadro que compró Saito, Gachet tiene un abrigo con tres botones y apoya el brazo sobre dos libros, cuyos títulos se ven en primer plano: Geminie Lacerteux y Manette Salomon.
Van Gogh retrató a Gachet en el verano de 1890, luego de que su hermano Théo decidiera sacarlo del asilo de Saint Remy, donde pasó sus años más miserables en manos de "doctores que nada conocían de mí ni de mi pintura". Fue Camile Pissarro quien le recomendó a Théo la consulta con Gachet, que ejercía en Auvers-sur-Oise y que se había graduado con una tesis sobre melancolía en la Universidad de Montpellier. El doctor Gachet promovía el uso de medicinas naturales, y sostenía, así se lo dijo a Théo, que la enfermedad de Vincent "tenía poco que ver con la locura y mucho con la soledad y el aislamiento en los que trabajaba".
Las compras de Saito marcaron el final de un ciclo. La caída del yen colocó a los millonarios japoneses contra las cuerdas. Un 25 por ciento de las pinturas impresionistas compradas entonces fue a parar a las cajas de seguridad de los bancos acreedores. ¿Estará allí el retrato de Van Gogh?
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