El milagro de Luján
Artista de culto, incluido en la biblia Taschen del arte actual, Rirkrit Tiravanija nació en Buenos Aires por un azar del destino, luego de que su madre se encomendara a la madonna de Luján. A los 45 años, regresó a la Argentina para servir un multitudinario asado al curry en un camping cordobés en la megamuestra Afuera! , organizada por Pancho Marchiaro, del Centro Cultural de España-Córdoba. Tenía razón el catalán Tony Puig, campeón del marketing de ciudades, cuando dijo que el asado de Tiravanija hubiera tenido otro efecto si se hubiera hecho en la peatonal de Córdoba y no en el campo, un lugar lógico. Pero el tailandés no es hombre de llevar la contra; con espíritu y sabiduría orientales aceptó el cambio de locación como un designio. Tiravanija comenzó a producir en 1996 situaciones en las que la comida es la excusa para un encuentro, la oportunidad de compartir, palabra que repetirá infinitas veces, sentado en el tronco de un quincho cordobés, mientras las brasas de quebracho blanco doran 40 costillares condimentados con curry.
Curry, ajo, ají puta parió, cilantro, limón, perejil y otras yerbas que trajo en su equipaje para crear una obra efímera: el asado, tan asociado a la tradición argentina, intervenido con un condimento "ajeno", del que dieron cuenta más de 200 comensales en una tarde de sol y cielo azul, como sólo se combinan en Córdoba, en primavera.
Tiravanija es uno de los artistas más promocionados de la actualidad, enrolado en la línea de la "estética relacional" que pregona el francés Nicolas Bourriaud. Se dedica a un nuevo tipo de práctica artística que promueve el aspecto interactivo y en lugar de una obra concreta crea modelos de sociabilidad, experiencias compartidas en una obra perfomática y efímera como el asado al curry.
Seleccionado por Daniel Birnbaum para intervenir la librería del pabellón italiano de la última Bienal de Venecia, el tailandés se ufana de construir experiencias, no obras, aunque los coleccionistas argentinos Pat y Juan Vergez tengan en su acervo una de las gradas de madera que hizo para las funciones de teatro que organizó en un zoológico de Alemania. Tiravanija no intelectualiza sus respuestas, ni saca de la galera citas de Arthur Danto o Walter Benjamin, exhibe una sonrisa blanca sobre su piel morena y despliega un humor sutil, aspecto esencial del ADN tai.