El manual de estilo de Javier Milei y sus diferencias con las academias de la lengua española
“Para romper las reglas, primero hay que conocerlas” reza el documento oficial que se distribuyó en organismos públicos para determinar normas de redacción; algunos postulados contradicen las pautas de la RAE, como el caso de “presidenta”, el uso de mayúsculas y de la tilde diacrítica
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Días atrás, la Subsecretaría de Vocería y Comunicación de Gobierno, a cargo del economista Manuel Adorni, distribuyó en organismos públicos una guía de redacción y estilo. En el archivo en PDF, además de dar de baja el lenguaje inclusivo en cualquiera de sus formas (”Quedan excluidas la ‘e’ como género neutro, así como la ‘x’ y el ‘@’. No obstante, debe hacerse el esfuerzo por incluir a ambos géneros sin afectar la calidad estética del anuncio”, establece), se hacen recomendaciones destinadas a “marcar lineamientos básicos para que los criterios de escritura sean claros, orgánicos y tengan coherencia editorial”.
No obstante, algunas de las indicaciones de la guía contradicen las pautas de la Real Academia Española (RAE) y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale). También hay algunos errores.
El documento está encabezado por una cita entrecomillada, “Para romper las reglas, primero hay que conocerlas”, que evoca una frase atribuida al artista español Pablo Picasso: “Aprende las reglas como un profesional, para entonces poder romperlas como artista”. El arte de la comunicación oficial, en el Gobierno actual, se ejecuta sobre todo en redes sociales, con la conocida cuenta en X “Oficina del Presidente”, donde abundan las palabras escritas con mayúscula inicial.
En este sentido, la guía recomienda que las “entidades se escribirán en todos los casos con mayúsculas, más allá de la costumbre”. Al presidente se lo debe nombrar como “Presidente Javier Milei”. “La misma lógica utilizaremos para los ministros y ministerios: Ministra de Seguridad Patricia Bullrich / Ministerio de Seguridad”. En los ejemplos de la guía, Javier Milei aparece mencionado cinco veces; Patricia Bullrich, dos, y Victoria Villarruel, una.
En el Diccionario panhispánico de dudas, la RAE señala: “Aunque tradicionalmente se ha empleado la mayúscula para marcar el respeto o relevancia otorgados social o individualmente a determinadas personas o cosas (papa, rey, misa, patria, bandera…) o para destacar conceptos considerados relevantes en determinados ámbitos o contextos (humanidad, naturaleza, universo…), se recomienda restringir al máximo estos usos, siendo lo más indicado evitarlos, ya que responden a criterios extralingüísticos, y su aplicación es subjetiva y de difícil regularización”.
La subsecretaría establece que no deben utilizarse los términos “vicepresidenta” ni “concejala”. “En todos los casos nos referiremos a Victoria Villarruel como Vicepresidente’”, por más que resuene en la memoria el “tatatá” de la exvicepresidenta Cristina Kirchner. Dice la RAE: “Aunque ‘presidente’ puede usarse como común en cuanto al género (’el/la presidente’), es preferible hoy usar ‘presidenta’, documentado desde el siglo XV y registrado en el diccionario académico desde 1803″.
También hay recomendaciones para nombrar “cualquier tipo de discapacidad”. “Evitar el lenguaje inapropiado como: enfermo, anormal, deficiente, minusválido, limitado, persona con capacidad diferente, persona con necesidad especial, enfermo mental, perturbado, loco, trastornado, subnormal, afectado”.
Aparecen algunas contradicciones en la terminología. “En las redes del Presidente de la Nación, hora y minutos deben ir separados por dos puntos + el signo h. Ejemplo: 21:47 h | El Presidente Javier Milei…”, se lee. Se llama “signos” a los que son símbolos (h, km, cm), y, en la página 18, se llama correctamente símbolo a la h (de hora y horas).
También se pide evitar el uso de los signos de exclamación y de interrogación, y el del gerundio, aunque a veces son necesarios, y evitar en lo posible el uso del punto y coma (mal que le pese a la escritora Beatriz Sarlo, que lamentó su escaso uso entre periodistas y estudiantes universitarios). En la página 14, la abreviatura de Sociedad Anónima aparece sin espacio, que debe ir porque indica que se abrevian dos palabras: S. A. En la página 16, debe corregirse la abreviatura de “número”. Según los preceptos académicos, no se debería escribir “Juzgado Nº 3″, sino “Juzgado N.º 3″.
No faltan las indicaciones sobre el uso de los símbolos de monedas. “El símbolo ‘$’ precede al número sin dejar espacio. El de dólares sí lleva espacio”. En la Argentina, sin embargo, se deja un espacio entre símbolo y cifra: “$ 10.000″.
“En los últimos años, la Real Academia Española ha ido eliminando progresivamente la utilización de acentos o tildes diacríticas por considerarlas innecesarias en casos de términos que no admiten confusiones -se explica en la guía-. En nuestro caso, seguiremos utilizándolas dado que gran parte de la ciudadanía está acostumbrada a ello”. Sin embargo, en los primeros ejemplos que se indican la tilde no es opcional sino obligatoria: “Té (sustantivo) / Te (pronombre) El (artículo) / Él (pronombre) Sé (del verbo saber) / Se (pronombre) Mi (posesivo) / Mí (pronombre) Si (conjunción) / Sí (afirmación)”. El adverbio “sólo” debe llevar tilde en los escritos oficiales solamente en casos de ambigüedad.
Varios lineamientos de la guía deberían grabarse en piedra: “Nunca utilizar coma entre sujeto y predicado”, “Se escribe acordarse de que. Si suena feo, podemos reemplazar por recordar que. De la misma forma, uno se da cuenta de algo” y “‘Sino’ es una conjunción que se utiliza para contraponer dos términos. En cambio, ‘Si no’, se utiliza para iniciar una oración condicional”.
Por último, se recomienda evitar un reiterado de error de concordancia. “El pronombre átono le/les debe concordar al número con su referente”, se recuerda. Son correctas las oraciones “No les des más chances a los mosquitos” y “Díganles a sus padres que vengan”, e incorrecta “No le des más manuales a los alumnos”, que aparecen como ejemplos en la guía.