El maestro Carlos Alonso cumple 94 años y celebra con su muestra ampliada sobre el Dante
El Museo de Arte Contemporáneo de Unquillo, ciudad cordobesa donde vive el artista, exhibe más de 70 obras de las series “La divina domedia” y “Alonso en el infierno”; el viernes se presentará un libro de anatomía con dibujos suyos
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CÓRDOBA.- “Con una copita de vino pintada por mí”. Así festejará hoy Carlos Alonso sus 94 años. Lo hará en su casa de Unquillo, rodeado de su obra, con su esposa Teresa y sus hijos. Muy cerca, en el Museo de Arte Contemporáneo de esa ciudad (MACU), está su muestra Dante x Alonso (integrada por La Divina Comedia y Alonso en el infierno), a la que el artista decidió sumarle 35 pinturas más que las que se exhibieron en el Museo Nacional de Bellas Artes y en Mendoza.
En diálogo con LA NACION, y ante la consulta sobre cómo espera su cumpleaños, el artista dijo: “No sé; esto sí que no lo he vivido. Todos los años han tenido sus expectativas y sus regalos: ir esclareciendo el propio camino, sumando experiencias pictóricas y vivenciales, poder avanzar sobre espacios inéditos que tienen la posibilidad de nuevos caminos y obras”.
Alonso, mendocino de nacimiento, está radicado en Córdoba desde 1981. Ese año regresó de su exilio en Europa tras el golpe militar de 1976 y la desaparición de su hija, Paloma. Sigue pintando y dibujando. El viernes próximo en el MACU se presentará Cuadernos de anatomía de Carlos Alonso, con sus dibujos y el texto de su médico y amigo, Carlos Presman.
Al pintor siempre le interesó la anatomía. “Me genera una gran impaciencia y curiosidad pensar dónde está el secreto de la vida, dónde se oculta la energía y la forma de ser de uno, la forma de ver, de entender el mundo, de investigarlo, de curiosearlo. Es una parte muy atractiva de mi propio elenco”, comentó a este diario.
Se entusiasma al decir que “si hay una materia profesional que tiene riqueza es la pintura. También la poesía, la danza…pero la pintura permite repetir la historia del mundo, de la creación del hombre. Está tan cargada de riqueza que deja seguir experimentando en el taller”. Es a lo que se dedica casi todos los días durante, al menos, un rato.
Reconoce que su decisión de sumar más obras a la exposición curada por Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes, se debe a su vínculo con Unquillo, una relación que deriva de la que tuvo con Lino Spilimbergo, artista al que le adjudica el “descubrimiento y el desarrollo” de su vocación.
“Fui su alumno en el aula, pero ahí era el 10 por ciento de lo que era en una mesa del café, en la calle -continúa Alonso-. Spilimbergo era un clásico, pero en el bar se manifestaba de otra manera, lejos de lo que era como maestro. Éramos compañeros de mesa, de discusiones, de conversaciones de todo tipo”. Entre risas relata que, además, Spilimbergo era la “salvación vital” de todos los alumnos: “No teníamos un centavo, vivíamos a tortas fritas y sueños y nos caímos por el bar a la hora que podía estar porque ‘levantaba los muertos’”.
Con detalles recuerda el día que, junto a sus compañeros, había comido “un sanguche y una cervecita y él no venía. Íbamos a terminar de lavacopas y, de pronto, aparece en la puerta. Muy obsesivo, como soy, y para que no se volviera, me levanto a recibirlo con un abrazo y, con una sonrisa irónica, me dice ‘no haga cáscara compañero’”.
Entre Velázquez y Van Gogh
Alonso es un referente ineludible del arte contemporáneo argentino y está considerado por muchos, como el mejor dibujante. Suele contar que, en su primer viaje a Europa, descubrió a Diego Velázquez y a Vincent van Gogh y, que frente al primero, pensó “ni aunque viva mil años voy a pintar así”. En cambio con el holandés le pasó lo contrario, tuvo la impresión de que esa pintura la podía hacer.
“¿Setenta y cinco años después piensa lo mismo?”, le preguntó LA NACION. “De alguna manera fui repintándolo a Velázquez, hice mi versión del retrato de Inocencio X. Para poder ejercer la copia sin que lo fuera aprovechaba las visitas guiadas; usaba a Teresa que iba con Pablo bebé (NR: su esposa e hijo) mirando Las Meninas… Son artimañas legítimas de los pintores para incorporar otras formas. Van Gogh creó una revolución, quitó toda solemnidad y reminiscencia pasada y pintó la historia del tiempo que él vivía. La pintura de sus zapatos para mí es pop art”. Ante el comentario sobre que él también pinta el tiempo que vive, Alonso responde que eso “es también la continuación de todos los infiernos de la humanidad y nos toca a nosotros representarla”.
Entre las 35 obras que sumó a “Dante x Alonso” hay tres de gran formato que dominan la sala de la planta baja del MACU y que representan los baños del centro clandestino de detención La Perla y un autorretrato que está en el ingreso acompañando el texto de presentación de Duprat y los de Ernesto Sábato (escrito en 1968 para la primera edición de los dibujos de La Divina Comedia) y Norma Morandini. En el segundo piso hay una serie de máscaras, siempre alusivas a Dante, hechas por el artista en diferentes materiales.
Homenaje al maestro
El tesorero de la Fundación MACU, el artista Pablo Canedo, sostiene que la muestra es para el museo el “coronamiento y valorización de quien apoyó este proyecto desde el inicio, donando obras, prestando obras. Es un gran honor para nosotros, es alma máter y fundador del museo y que esta exhibición termine acá, con la incorporación de más obras, es muy importante”.
El MACU es una iniciativa colectiva que se inauguró en 2017; sus tres salas y 1200 metros cuadrados se lograron con donaciones y apoyo de artistas. No tiene colección propia ni misión conservadora.
“Todas las obras de la muestra son maravillosas, está muy bien curada -añade Canedo-. Alonso conoce la dimensión del MACU, su estructura, y sumó más obras. Adquirió una dimensión enorme no solo por el tamaño sino por la calidad, por el significante; lo que agregó tiene que ver también con el Dante, con su historia personal”.
Define a Alonso como un “maestro” entendido como tal “por su recorrido, por la dimensión de su obra. Es una mano que no cesa, un alma siempre expresándose. Tiene la dimensión de artista comprometido con la historia; es uno de los grandes maestros, todos lo admiramos. Lo es no solo de la Argentina sino de Latinoamérica”.
Por su lado, Presman, autor de los textos de Cuadernos de Anatomía, explica que la idea surgió hace más de una década cuando él le regaló al artista El cuaderno de Bento, de John Berger. “Alonso me preguntó ‘¿querés que hagamos algo parecido’? Y dije que no. Años después, acepté y él me propuso que fuera contar cómo leo el cuerpo humano desde el ojo de la ciencia y, él, desde el del arte. Cruzar arte de curar con el curar del arte”.
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