El Louvre tuvo récord de visitantes en 2019, pero ya nada será igual
PARIS.– El Museo del Louvre fue, otra vez, el más visitado del mundo en 2019, con 9,6 millones de entradas, según el informe anual de Aecom Tea, organismo de investigación que, desde 2012, compara la evolución de frecuentación en las grandes instituciones del mundo, pero también permite conocer los nuevos museos de envergadura que se inauguran cada año en cada continente e incluye, además, las grandes exposiciones internacionales durante esos 12 meses. Su próximo ránking, el de 2020, se anuncia sin embargo definitivamente más sombrío.
Según su último estudio, publicado en julio, la frecuentación de los 20 museos más visitados del mundo durante el año previo a la pandemia de coronavirus permaneció relativamente estable, con unos 105 millones de visitas contra 108 millones en 2018. Como es habitual, el público de los museos europeos siguió aumentando, mientras los asiáticos atrajeron más turismo y los de Estados Unidos perdían público por diversos factores, entre ellos la ausencia de grandes exposiciones o el cierre temporario por renovación.
En ese último index, dos museos entraron en el "Top 20" de 2019: el de Ciencias y Tecnología de Shangai, en China, y el de Orsay, en Francia. Pero fueron como de costumbre los museos europeos los que obtuvieron los mejores resultados: el Rijksmuseum de Amsterdam (+17% de visitas), el Reina Sofía (+13%) y el Nacional del Prado (+10,7%) en Madrid, el British Museum de Londres (+7%) y la galería nacional Tretiakov de Moscú (+32%). Aecom también constató la "creación de un público" para el nuevo Louvre de Abu Dhabi, que recibió un promedio de un millón de visitantes por año.
Reapertura "homeopática"
Todo esto cambió en forma radical y dramática este año, con la aparición de la pandemia y el consecuente cierre de los museos en casi todo el mundo. En Francia, donde solo la asistencia a los museos parisinos representa 16,5 millones de entradas anuales, esos tres meses de abstinencia y las restricciones que siguieron provocarán pérdidas financieras difíciles de reparar.
Con escaso público nacional y europeo, y la ausencia total de turismo extracomunitario, los museos franceses reabrieron en forma homeopática a partir del 2 de junio. Obligados casi siempre a reservar de antemano sus entradas para un horario fijo, los amantes de exposiciones tuvieron, al menos, la inmensa satisfacción de no verse sumergidos en una marea humana y poder mirar las obras con toda tranquilidad.
Ese es el buen lado del confinamiento. Del otro, los déficits sufridos podrían afectar esas instituciones en forma perdurable.
Privados de tres meses de recaudación y amputados de sus otros ingresos (por concesiones, privatización de espacios, itinerancia de exposiciones, edición, etc.) todos los museos constatan una severa degradación de sus resultados financieros. Serge Lasvignes, presidente del Centro Pompidou en París, que abrió sus puertas el 1° de julio, prevé "perder 20 millones de euros este año", por un presupuesto de 100 millones.
"Para el Museo de Arte Moderno es una deflagración", asegura Emma Lavigne, su presidenta, que espera un déficit de 4 millones de euros este año en un presupuesto de 19 millones. El mismo "enorme shock" anuncia Emmanuel Marcovitch, director general delegado de la Reunión de Museos Nacionales (RMN)-Grand Palais, que prevé unos 30 millones de déficit para 2020. "Son cifras que dan vértigo", se lamenta.
En el Louvre, fueron rembolsadas 104.000 entradas prepagas desde el comienzo del confinamiento. Es decir 1,76 millones de euros. La anulación de la Fashion Week, los desfiles de moda en el jardín de las Tullerías (que depende del Louvre) aumentó 3 millones de euros el déficit. El total de la factura no será conocido hasta dentro de unos meses.
¿Quién pagará? No todos los museos tienen el mismo estatus. Para el Louvre, Orsay, el Mucem de Marsella o el Centro Pompidou, considerados "establecimientos públicos administrativos", el ministerio de Cultura —su organismo de tutela— vendrá en auxilio. Por su parte, los modelos económicos que reposan sobre financiamiento mixto, como la RMN-Grand Palais, se encentran en una situación más vulnerable.
"Nuestros recursos propios representan 85% de nuestro presupuesto", explica Emmanuel Marcovitch. Además del derrumbe de la boletería del Grand Palais y del Museo del Luxemburgo, RMN padeció a la anulación en cascada de todas las grandes manifestaciones (salones, ferias, fashion week, etc) previstas bajo la célebre cúpula de vidrio. Sin contar con el cierre de la casa de edición de la RMN, de su red de 35 librerías y boutiques de museos. Solo la agencia fotográfica funcionó normalmente durante el confinamiento.
Si bien el impacto de la pandemia no se tradujo en despidos masivos, como en Estados Unidos, su incidencia financiera podría perdurar. Afectado por la ausencia de turistas internacionales que representan el 80% de su público de verano, el Louvre recibirá en este periodo solo el 30% de su público habitual. En el Palacio de Versalles, las entradas están limitadas a 4.500 por día.
"En junio del año pasado, recibíamos 27.000", señala su presidenta, Catherine Pégard.
Primeros efectos de dominó, gran parte de las exposiciones tuvieron que ser postergadas. Afortunadamente, muchas de ellas pudieron ser reprogramadas. Por ejemplo, James Tissot en el museo d’Orsay, Giorgio de Chirico en la Orangerie o Boticelli en Jacquemart-André.
Todos se preguntan, sin embargo, si la crisis actual terminará por modificar las prácticas museales.
"Cuando uno planifica una exposición temporaria, se compromete tres años antes con artistas, museos y quienes prestan las obras", analiza Lasvignes. "Imposible detener esos transatlánticos. Mientras no nos ordenen parar, hay que continuar", afirma.
El presidente del Pompidou, como muchos de sus homólogos, hará todo lo posible para conservar la diversidad de su institución y continuar las exposiciones exigentes, como "Prehistoria, un enigma moderno", que cita como ejemplo.
"No creo en el mundo de después. París volverá a ser París. El mundo de los museos también", afirma. Aceptando al mismo tiempo la necesaria reflexión sobre las nuevas formas de visitar un museo, como las virtuales, cada vez más populares con o sin pandemia.
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