El lince ibérico
A lo mejor vieron la noticia estos días, solo que en medio de las incontables desgracias que ocurren en el mundo el dato no llegó a hacerse visible. El lince ibérico, que con 62 individuos maduros estaba al borde de la extinción hace 23 años, hoy salió de esa ominosa lista y, aunque sigue catalogado como vulnerable, su población de 2021 ejemplares le ofrece una nueva esperanza.
Pero hay un mensaje más, oculto entre los dobleces de terciopelo de toda buena noticia. La recuperación del lince ibérico quiere decir que el esfuerzo humano puede alterar la naturaleza. En 20 años, las medidas adoptadas por España y Portugal cambiaron el destino de esta especie y para 2040 podría haber 3000 linces en la península. Lo que a su vez contiene otro mensaje.
Si la acción humana puede inclinar la balanza hacia el lado positivo, también puede hacerlo en el sentido opuesto. La recuperación del lince ibérico es un aviso para los que quieren creer que la civilización no puede estar causando el cambio climático. También en estos días se conoció un estudio liderado por el científico del clima Piers Forster y conducido por la Universidad de Leeds, en Inglaterra, que constata que el calentamiento global causado por la actividad humana está en su pico histórico más alto.
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