"El libro hace historia, no sólo la refleja"
Félix Luna habló de cómo los Evangelios y el Corán cambiaron el mundo; relató la influencia en su vida de "Facundo" y otras obras
"Los libros hacen historia, no sólo la reflejan y la cuentan", afirmó Félix Luna, al expresar lo que considera "una verdad irrefutable" en una charla en la Feria del Libro.
La historia del mundo y la del país se fueron mezclando con las historias personales, la de Luna y las de los asistentes, que terminaron intercambiando datos sobre qué libros habían influido en sus vidas. Desde los Evangelios hasta "Las mil y una noches"; el "Santo de la espada", de Ricardo Rojas, o "Un mundo feliz", de Aldous Huxley.
En tono sereno, despacioso, como en confidencia, Luna fue desgranando su experiencia personal en la relación con los libros. Y coincidió con Tomás Eloy Martínez en que la Nación Argentina se fue conformando por el libro, aunque en su primera etapa, apuntó, debió hacerse por la espada, "no había otra manera" para asegurar la independencia.
Al señalar grandes libros que cambiaron la humanidad, empezó por los cuatro Evangelios, que recogieron los testimonios de discípulos de Cristo y convirtieron al pueblo romano y a otros pueblos de Europa a una religión muy distinta de la que tenían. Mencionó luego el Corán y cómo de un pueblo nómade surgió una civilización que aportó un crecimiento científico en hidráulica y tantas disciplinas. No faltaron referencias a Confucio y a "El capital", de Carlos Marx, que dio lugar a "un partido, a un régimen, y puso a la mitad del mundo contra la otra mitad". Y aunque no haya demostrado que sus tesis eran reales, sigue suscitando análisis y estudios.
Pero más allá de las ideas generales, el ambiente se fue haciendo más íntimo cuando Luna dijo que hay otra historia, la que nos pasa a nosotros; una historia personal en la que un libro, o muchos libros, "nos marcaron, nos cambiaron el modo de ver las cosas".
En su caso, comentó que a los siete años leyó "Facundo", de Sarmiento, con la misma pasión que ponía en leer las novelas de Julio Verne, Emilio Salgari o Alejandro Dumas. Y esa lectura de "Facundo" se vio enriquecida por los cuentos de un tío suyo, Julio Luna, que vivía en los llanos de La Rioja y corroboraba con más datos los escritos de Sarmiento. El interés por la historia, confesó, le vino también por lo que le contaban sus tías abuelas sobre asesinatos y revoluciones. Ellas decían que su bisabuelo, Pedro Luna, estaba casado "con una niña de apellido Herrera" que tenía tres hermanas casadas. Por líos políticos, los tres maridos escaparon a caballo hacia Catamarca, pero una cuadrilla del gobernador los alcanzó y los mató sin juicio alguno. "Tres hermanas quedaron viudas en la misma noche. Y mi bisabuelo se hizo cargo de sus hijos. Esto, que parece un cuento, era verdad. He visto la partida de defunción de esos tres caballeros en la iglesia matriz de Catamarca. El interés por comprobar si esos cuentos eran ciertos me dio el impulso para ser historiador."
La despedida de un gaucho
Luna incursionó después en la influencia en el país de otros libros como el "Dogma socialista" y "La cautiva", de Esteban Echeverría, y de "Martín Fierro", de José Hernández, que no es sólo la despedida de un gaucho, sino también de una época, cuando aparecen los alambrados, los bebederos, los molinos y surge un país distinto. Mencionó luego "La restauración nacionalista", de Ricardo Rojas, que sostenía que la inmigración era buena pero nos ponía en peligro de convertirnos en un país fenicio, cosmopolita. Destacó, además, su interés por las obras de Eduardo Mallea y Ezequiel Martínez Estrada. Y también por las de Ramón del Valle Inclán, que leyó en el secundario "de pura contra que soy", porque disgustaba a la gazmoñería de sus maestros jesuitas. Se detuvo en la poesía de Miguel Hernández, militante comunista, un campesino de Orihuela que al llegar a Madrid había escrito autos sacramentales y poesías místicas. Luna recitó sin olvidarse un poema de su admirado, sobre el toro.
Y señaló un libro que lo marcó, que leyó en 1950: "Oscuridad del mediodía", de Arthur Koestler, cuya aparición en Francia en 1945 determinó la derrota del Partido Comunista, porque aludía en clave a los procesos del régimen soviético de 1938. Este hacía confesar falsamente a sus funcionarios lo que le interesaba al gobierno: que habían sido saboteadores, que si las cosas andaban mal era por ellos, que eran ejecutados, y no por Stalin. Leerlo ponía la carne de gallina, dijo Luna, y comentó que apenas terminó, empezó de nuevo el libro.
Luego, el orador pidió al público que comentara qué libros lo habían marcado. Mencionaron a Borges, la colección Robin Hood, Alejandro Casona, Roberto Arlt, José Ingenieros, Stefan Zweig.
Como siempre, alguien se extendió y Luna le dijo, amablemente: "No me robe la conferencia ni les robe el tiempo a los demás". Alguien mencionó "Así hablaba Zaratustra", de Nietszche. "¿Sara qué?", musitó por lo bajo una señora a otra. Un alumno del CBC de la UBA, Mariano Vergara, dijo: "Yo tengo 18 años y me marcó El túnel, de Ernesto Sabato".
Otro lector citó a Herman Hesse, a lo que Luna comentó: "Les confieso que Hesse siempre me resultó pesado, me aburre. En eso soy seguidor de Borges:si un libro le aburre, déjelo".
Agenda
Taller de video. A las 14.30
- Taller de video "Protagonizá tu propia película", en Espacio Joven.
Obras de Emilio Komar. A las 16
- Presentación de las publicaciones "El nazismo, una perspectiva transpolítica" y "El fascismo, una perspectiva transpolítica", de Emilio Komar. Con Alberto Berro, Héctor Delbosco y Enrique Cassagne. Coordina Carlos A. Velasco Suárez, en el Rincón de la Lectura.
Dos de Joan Copjec. A las 18.30
- Presentación de "El sexo y la eutanasia de la razón" (Paidós) e "Imaginemos que la mujer no existe" (Fondo de Cultura Económica), de Joan Copjec. Con Ernesto Laclau, en la sala Victoria Ocampo.
"Justicia y caridad". A las 20.30
- Panel "Justicia y caridad", con Jorge Casaretto y Salvador Dellutri. Coordina Silvia Rodríguez, en la sala Victoria Ocampo.