El lenguaje no sexista se impone en los discursos oficiales, más allá de las críticas
Los políticos y funcionarios de Nación, Provincia y Ciudad usan el lenguaje inclusivo y el “todas y todos” en sus comunicados y discursos, frente a la resistencia de las academias y la burla de buena parte de la sociedad
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“Argentinas y argentinos”. “Gobernadoras y gobernadores”. “Trabajadores y trabajadoras”. “Empresarios y empresarias”. “Investigadoras e investigadores”. “Alumnas y alumnos”. “Niñas y niños”. “Todas y todos”. Hasta ahí, el discurso del presidente Alberto Fernández en el Congreso Nacional cumplía con las recomendaciones de organismos como las Naciones Unidades sobre el uso del lenguaje no sexista en los comunicados oficiales. Políticamente correcto, Fernández agradeció el apoyo recibido por parte de “líderes y lideresas del mundo” para renegociar la deuda externa. Pero, cuando dijo “todos somos sujetos y sujetas de la solidaridad, del cuidado hacia el otro y la otra” llovieron las críticas y las burlas en las redes sociales.
No dijo “todes” ni “otres”, como impone el lenguaje inclusivo, pero dijo “sujetas”, una palabra que no existe, según muchos se apuraron a aclarar enseguida por Twitter. En el sitio de consultas digitales de la Real Academia Española aparece “sujeto / ta”, pero cuando se lee la tercera de las nueves acepciones (“Persona cuyo nombre se ignora o no se quiere decir”), el término está indicado como masculino. Acepta el femenino cuando se usa como adjetivo. Si Fernández hubiera dicho “todos estamos sujetos y sujetas” en lugar de “todos somos” hubiera sido otro cantar.
Más allá del uso incorrecto de esa palabra en medio de un largo discurso con enfoque amplio, el lenguaje inclusivo se impone en gacetillas, comunicados y sitios web oficiales tanto del gobierno nacional como provincial y porteño. No sorprende que la página del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación reciba al visitante con un “todes”: “Trabajamos por los derechos de las mujeres y diversidades, frente a toda forma de desigualdad y violencia, para construir una sociedad más justa con todos, todas y todes”. Pero tal vez sí pueda sorprender que las gacetillas del Ministerio de Cultura porteño incluyan un x en palabras como “todxs” y “niñxs”, por ejemplo. O que el mensaje de audio de los teatros oficiales y de festivales como el FIBA resalte el “todes” cuando da la bienvenida al público.
Les guste o no a los que están de un lado y del otro de la grieta del lenguaje inclusivo (para la RAE su uso es “innecesario”), en una época en la que resulta políticamente correcto la aceptación de las diversidades, el uso de la “e” y la “x” en las palabras está instalado con fuerza en los discursos y comunicados oficiales.
En diciembre de 2020, la RAE se pronunció (una vez más) en contra: “El uso de la letra ‘e’ como supuesta marca de género inclusivo es ajeno a la morfología del español, además de innecesario, pues el masculino gramatical (‘chicos’) ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género”.
En un artículo publicado en la web de la Academia Argentina de Letras, la “presidenta” (sic) Alicia María Zorrilla deja sentada la posición institucional sobre el lenguaje inclusivo. “Para la Academia Argentina de Letras, indefectiblemente, deben recorrerse dos caminos: el lingüístico y el sociopolítico. Una lengua, un cuerpo lingüístico, no puede inventarse o reinventarse conscientemente de la noche a la mañana. No pueden reemplazarse las letras a y o, que diferencian el género, con la arroba, el asterisco, la e o la x porque se tiene la voluntad de hacerlo en contra del androcentrismo o de reflejar con ello una realidad sociopolítica. Esa sustitución es ajena a la morfología del español e innecesaria, pues el masculino genérico o masculino gramatical ya es inclusivo, ya cumple esa función como término no marcado de la oposición de género”.
Ajenos a la postura de la RAE y de la Academia local, en el Ministerio de Cultura porteño escriben “chicxs” en los programas de actividades. Va un ejemplo: “Experiencias en rimas (una producción original de FIBITA) es un recorrido creado por lxs chicxs que formaron parte del taller Freestyle colectivo” de la Usina del Arte. “Juntxs” y “amigxs” son palabras recurrentes en las gacetillas y la web del Centro Cultural Recoleta, que también depende del gobierno porteño.
La decisión de ese organismo no es excepcional. A nivel nacional existen manuales de estilo y glosarios para utilizar en los comunicados internos y externos. (Re) Nombrar. Guía para una comunicación con perspectiva de género es el título del documento creado por el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad que circula en las dependencias de la administración pública. No es de uso obligatorio, sino que funciona como una serie de recomendaciones o, como se aclara en la introducción, “una guía para orientar el trabajo cotidiano”. Después del “bienvenides” para “todes” de la carátula, el documento cita el discurso de la escritora cordobesa María Teresa Andruetto en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, realizado en Córdoba en marzo de 2019, en el que planteaba “¿De quién es la lengua? ¿Quién le da nombre y quiénes reconocen su lengua en ese nombre?”.
“En la actualidad, la discusión respecto del lenguaje inclusivo en la lengua castellana se encuentra instalada en múltiples sectores. El uso de la ‘e’ en la comunicación ya no pasa desapercibido y forma parte de la práctica cotidiana de funcionarixs del más alto nivel, docentes en todo el país y ciudadanxs de todas las generaciones”, dice (textual) el documento.
De a poco, organismos oficiales como Anses y Pami se sumaron a la política del lenguaje no sexista en sus documentos. El Banco Central tiene su propia guía de lenguaje inclusivo de uso interno aprobado por el directorio para aplicar en todas las comunicaciones, expedientes, formularios y documentación de la institución. En la guía interna del Pami se recomienda a los empleados evitar palabras que puedan interpretarse como sesgadas o discriminatorias, pero no habilita el uso de @, X o la letra “e”. En octubre de 2019, después de varios meses de debate, la Universidad Nacional de Córdoba aprobó el uso del lenguaje inclusivo dentro de la Facultad en Ciencias de la Comunicación para textos oficiales y administrativos, trabajos y producciones académicas.
Son solo ejemplos de cómo el discurso oficial, más allá de qué partido político se trate, adoptó el lenguaje inclusivo y no sexista a pesar de que las academias y parte de la sociedad lo rechace. Una pista de que la cuestión avanza puede ser que la RAE (que tiene un observatorio de palabras donde figuran neologismos como “mutear” y “porfa”) incluye cada año en su diccionario palabras que se impusieron a fuerza de uso. Sin ir más lejos, a fines de 2020, aceptó términos que se popularizaron en el habla a partir de la pandemia: “Coronavirus”, “COVID”, “confinamiento” y hasta la durísima “encuarentenar” ya forman parte de lo permitido por la Academia española. No están, claro, “todes” ni “sujeta”.