El lenguaje es el hogar del hombre
No vemos el mundo: vemos nuestra idea del mundo. Y nuestra idea del mundo cambia cuando cambia el contexto cultural en el cual vivimos. Si pudiéramos revivir a quienes vivieron en la Grecia de Pericles o en el México de Moctezuma veríamos que les resultaría incomprensible nuestra vida cotidiana.
Todo lo que damos por obvio es una ardua construcción cultural e histórica. Hoy nos parece normal que no tengamos esclavos, pero hasta mediados del siglo XIX la esclavitud estuvo tan naturalizada que se consideraba que un esclavo no era completamente humano: se lo valoraba como bestia de carga.
No sólo cada momento histórico responde a un marco conceptual e histórico determinado, sino que todo sucede en el lenguaje. Sin lenguaje no hay mundo. Somos los seres humanos, a través y dentro mismo del lenguaje, los que les inventamos sentidos al mundo. No existen los hechos; solo existen las interpretaciones.
Las interpretaciones no son algo subjetivo, sino que son argumentaciones sociales que participan en el debate cultural de cada época. Cuando alguna interpretación logra ser considerada como válida o mejor fundada que otra se la toma como "lo verdadero", lo que ya no se discute y funciona como lo normal o natural (hasta que se reabra el caso y se adopte un nuevo punto de vista sobre ese tema).
Nos cuesta aceptar que todo lo sólido se desvanece en el aire de las palabras. Nos resulta casi imposible aceptar que todo sucede en nuestra mente: que el mundo es una sucesión de frases y no la organización de objetos en el espacio y en el tiempo (y que objetos, espacio y tiempo son fruto de nuestro lenguaje). Pero si no lo fueran, si realmente hubiera una verdad única y eterna, no podríamos pensar de diferente manera según las diferentes culturas y según las distintas épocas.
Desde las teorías científicas hasta las relaciones sociales establecidas, todo ha cambiado a través de los milenios (y seguirá cambiando mientras haya seres humanos). Antes de la teoría astronómica moderna, se tomó como válida la concepción de Ptolomeo que postulaba un universo con centro en la Tierra y una serie limitada de planetas y astros que giraban en torno de ella.
Antes de la idea actual de que la mujer es igual al varón se sostuvo durante milenios que era un ser inferior que debía vivir bajo la tutela del hombre. Antes de la idea actual de que la democracia es el menos malo de los regímenes políticos se pensó que la monarquía absoluta era el mejor de los gobiernos posibles y que había sido creado por Dios mismo. Todo lo humano es efímero porque es fruto de la construcción de la época. Cuando el marco conceptual de la época cambia (cuando pasamos de la Edad Media a la Modernidad o de la Modernidad a la Era Contemporánea, por ejemplo), cambia nuestra forma de interpretar el mundo. Es decir, de inventarlo.
Somos hijos del lenguaje. Pero el lenguaje es también nuestro hijo. Hemos creado a nuestros dioses, pero por humildad inventamos que ellos nos crearon a nosotros. Esa poesía paradójica es la que nos constituye.
El autor es crítico cultural.
@rayovirtual
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