El legado de Beatriz Sarlo se define entre el exmarido y los discípulos de la intelectual
La escritora había puesto en manos de la profesora Sylvia Saítta su biblioteca y el archivo con fotos, correspondencia y apuntes; nunca se divorció del arquitecto Alberto Sato Kotani, que viajó a Buenos Aires al conocerse la noticia de su muerte
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Ayer a la mañana salió desde el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas (CeDInCi) el cortejo fúnebre que trasladó los restos de la escritora, profesora y periodista Beatriz Sarlo, que falleció este martes a la madrugada a los 82 años, hasta el Cementerio de la Chacarita donde, según su deseo, el cuerpo fue cremado. Al director y fundador del CeDInCi, Horacio Tarcus, e integrantes del grupo más cercano de la ensayista -Adrián Gorelik, Graciela Silvestri, David Oubiña, Adriana Amante, Hugo Vezzetti, Sylvia Saítta y Ada Solari-, que la asistieron en las últimas semanas, se sumaron el director de cine Raúl Beceyro, y los historiadores Roy Hora y Vera Carnovale.
En el cementerio los esperaban el exmarido de Sarlo, el diseñador y arquitecto Alberto Sato Kotani, que viajó desde Chile; los editores de Siglo XXI Carlos Díaz y Caty Galdeano, el compositor Martín Bauer, la arquitecta Anahí Ballent y los escritores Martín Kohan e Hinde Pomeraniec (que fueron alumnos de Sarlo), entre otros. Sato debió autorizar la cremación de los restos de la autora.
Como pasó en el velatorio, tampoco se hicieron presentes en la Chacarita autoridades de las áreas de Cultura de nación ni de la ciudad de Buenos Aires, ni de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA). “Una de las figuras de mayor relieve de la vida cultural de los últimos 40 años se tiene que ir por la puerta de atrás -remarcó ayer Hora en su cuenta de X-. La cultura nacional solo se construye con los propios, parecen decirnos. Otra triste postal de las ideas que imperan en nuestras instituciones culturales”.
Sarlo, que no tuvo hermanos ni hijos, no dejó un testamento. Se casó con Sato (doctor en Arquitectura, egresado de la Universidad Nacional de La Plata) cuando tenía veintiún años y él, veinte; nunca se divorciaron. “Ella no quería firmar los papeles -contó Sato a este diario-. En nuestra pareja se produjo un distanciamiento ideológico y también geográfico: ella militaba en el Partido Comunista Revolucionario en la ciudad de Buenos Aires y yo, en la izquierda peronista, en La Plata, que después de 1974 se transformó en una ‘ciudad roja’ [a causa de la violencia política]”. Sato se exilió en Venezuela en 1975 y desde entonces mantuvo una estrecha relación con su expareja. Actualmente, él vive con su actual pareja en Santiago de Chile; conserva una larga correspondencia con la autora de Tiempo presente. Es padre de un hijo.
Sato confirmó a este diario que ni el archivo ni la biblioteca de Sarlo (que se conserva en su estudio de la calle Talcahuano) serán donados a la Biblioteca Nacional Mariano Moreno porque, acotó, “en las instituciones culturales del Estado, en la Argentina, siempre predomina un sesgo ideológico”. Por otras razones, de índole burocrática, tampoco irán a la Universidad de Buenos Aires, donde Sarlo dio clases por varias décadas hasta su jubilación, a los sesenta años, en 2002. Según dijo el escritor Daniel Link a LA NACION, la universidad “maltrató” a Sarlo después de su jubilación por cuestiones ideológicas, específicamente, por sus críticas al autoritarismo peronista y kirchnerista (que provocó el distanciamiento de algunos amigos). En redes sociales, la institución difundió un mensaje protocolar. Es probable, entonces, que el patrimonio cultural de la escritora quede en custodia en el CeDInCi (Rodíguez Peña 356), a disposición de investigadores, estudiantes y lectores.
La escritora había puesto su biblioteca y archivo (con fotos, cartas, programas de mano de espectáculos a los que asistía, revistas y apuntes) en manos de la profesora Sylvia Saítta, su discípula y la titular de la cátedra de Literatura Argentina II en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y directora de la colección Biblioteca Beatriz Sarlo, de Siglo XXI, que en febrero de 2025 lanzará la autobiografía No entender. Memorias de una intelectual, que Sarlo dejó lista en la primavera. El libro tendrá 250 páginas aproximadamente e incluirá fotos del archivo personal de la ensayista. Gorelik anticipó que no se trataba de una “autobiografía clásica”.
Sarlo también ha publicado libros de ensayos en Ediciones UDP (de la Universidad Diego Portales, de Chile), Seix Barral y Ariel (del Grupo Planeta), Fondo de Cultura Económica y Godot (con el lingüista Santiago Kalinowski, sobre el “lenguaje inclusivo”). Algunos de estos contratos ya caducaron.
En diálogo con LA NACION, el director editorial de Siglo XXI, Carlos Díaz, dijo que esperaba reunirse con Sato, que ya regresó a Chile.
Consultado acerca del destino del archivo de la última expareja de Sarlo, el cineasta Rafael Filippelli, que murió en 2023 a los 84 años, Gorelik dijo que este lo había dejado al cuidado del investigador David Oubiña. Sarlo vivía en un departamento en la calle Hidalgo, en el barrio de Caballito; el encargado del edificio, que estuvo presente en el velatorio el martes a la noche, fue quien la internó en el Sanatorio Otamendi semanas atrás, por pedido de la autora.
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