“El invencible verano de Liliana”: Cristina Rivera Garza obtuvo el Pulitzer por la desgarradora novela sobre el crimen de su hermana
El femicidio de la joven de 20 años llevó a la escritora mexicana, una de las plumas más destacadas de la literatura latinoamericana, a sumergirse en cajas con cartas y textos para reconstruir la historia
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El invencible verano de Liliana, de Cristina Rivera Garza (Random House), obtuvo ayer el Pulitzer en la categoría Memoria o Autobiografía. La narradora mexicana escribió una novela de difícil definición que logra, a través de ingeniosos recursos, brindarle voz a su hermana menor, asesinada por su expareja en 1990, cuando la joven tenía 20 años. La prosa de Liliana, su imagen y su causa se han convertido en un himno de lucha contra la violencia de género.
Cuenta Norma Xavier Quintana que lloraba en clase un día tras un desengaño amoroso. Liliana se acercó a ella y le dio un papelito: “En lo más crudo del invierno aprendí que existe en mí un invencible verano. Esto es tu invierno, añadió. Y pasará. No llores por nadie”. La anécdota se atesora en el libro que ha sido distinguido con el prestigioso premio y que competía con The Best Minds: A Story of Friendship, Madness and the Tragedy of Good Iintentions, de Jonathan Rosen, y con The Country of the Blind: A Memoir at the End of Sight, de Andrew Leland. El título está inspirado en una cita de Albert Camus, las palabras de aliento que Liliana le brindó a su amiga.
“Llamar a las cosas por su nombre, requiere, a menudo, de inventar nuevos nombres”, escribe Rivera Garza quien comienza narrando la odisea kafkiana de acudir al archivo judicial en busca del expediente del crimen de su hermana. El invencible verano de Liliana es una reflexión sobre la violencia que nos circunda y sobre el lenguaje. “¿Quién en un mundo donde no existía la palabra feminicidio, las palabras terrorismo de pareja, podría decir lo mismo que ahora digo sin la menor duda: la única diferencia entre mi hermana y yo es que yo nunca me topé con un asesino?”. La tesis que sostiene la autora es que a su hermana le faltaban herramientas y palabras en 1990 para poder dar cuenta del acoso y violencia que sufría por parte de quien había sido su novio, Ángel González Ramos. El asesino, “el hombre impune”, nunca fue condenado por el crimen y su paradero se desconoce hasta el presente (se barajó la posibilidad de que se había escapado a los Estados Unidos o que había incluso fallecido).
Liliana carecía de una expresión nítida o palabras para referirse a la violencia que vivía. En sus cartas aparece de modo recurrente la palabra “vehemencia” cuando se refiere a González Ramos. “Estamos a muchos años de 1990 cuando mi hermana estaba tratando de orientarse en un mapa sin nombres, tratando de encontrar un término para lo que le estaba ocurriendo. Claro que se nota en sus escritos que sentía que algo estaba fuera de lugar, algo más allá de su control. Los nombres que tenía al alcance eran los nombres equivocados. Hay un trabajo de muchos años ahí y le debemos mucho a las movilizaciones de mujeres. Eso no significa que todo el trabajo esté hecho, todavía hay una larga lucha que librar contra la indiferencia ante el dolor de las mujeres”, decía en una entrevista a LA NACION.
Rivera Garza reconstruye la vida de su hermana, su personalidad, su carisma, sus ganas de ser una gran profesional, y acude al archivo personal que sus padres, los papás de Liliana, guardaron durante 30 años en México: siete cajas de cartón con las posesiones de la joven, aquello que encontraron el departamento de la estudiante de arquitectura. Además, entrevista a los amigos de la joven y reproduce los textos que escribía su hermana, incluso su caligrafía, gracias al trabajo de un diseñador gráfico que era amigo de Liliana.
El invencible verano de Liliana es una novela sin ficción que se convierte por momentos en crónica y en otros en ensayo. A menudo acude la autora mexicana a Sin marcas visibles: claves de la violencia de género que pueden salvarte la vida, de Rachel Luise Snyder, para explorar las distintas “banderas rojas” que deben tener en cuenta las mujeres, los micromachismos y los abusos que aún no tienen nombre. Snyder analiza la conducta de las víctimas ante “los depredadores”, los osos. Así elabora Rivera Garza una hipótesis sobre el motivo por el cual Liliana no podía alejarse (más aún) de su ex: “Si un oso de ataca, ¿lo atacas a su vez, sabiendo que puede herirte con facilidad, o te haces el muerto y cedes? (…) Las víctimas se quedan porque saben que en cualquier movimiento súbito va a provocar al oso. Se quedan porque con el tiempo han podido desarrollar algunas herramientas capaces de calmar, a veces con éxito, a la pareja furiosa”.
Rivera Garza, directora del Doctorado de Escritura Creativa en español de la Universidad de Houston, es también historiadora y ha indagado en ocasiones anteriores en archivos colectivos, como es el caso de Nadie me verá llorar o su ensayo La Castañeda (aquí acude a los documentos de un manicomio de mujeres a principio del siglo XX en México), y también personales, como Autobiografía del algodón. El invencible verano de Liliana es un viaje más conmovedor aún que los anteriores porque acude a la tragedia y a la exploración del duelo: “¿Se puede ser feliz mientras se vive en duelo?”.
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