El infierno
Solo por la belleza del mar que la rodea, merecía destino de paraíso. Fue escenario de la primera revolución de esclavos exitosa; también, de la segunda proclamación de independencia en el continente americano. Quizás por eso, por haberse plantado en una época que ni siquiera sabía nombrar al racismo, por haber proclamado a viva voz –y sin escatimar fuego–, que el tráfico de personas es el acto más vil al que puede llegar una especie hábil en imaginar vilezas, tal vez por todo eso Haití se merecía algo mucho mejor que el infierno político, ambiental y humano que hace tanto tiempo la atraviesa. Lo que aquí vemos es un rincón de Puerto Príncipe: tomada por la violencia pandillera, carente de instituciones y de rumbo, hambrienta de algo parecido al cuidado. No hay modo de describir un tormento tan prolongado, tan imprevisible, tan cruento.
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