Un debate presentado por ADEPA, en la jornada anual sobre derechos de autor que organiza CADRA en la Feria del Libro, puso el foco en el uso de la inteligencia artificial y la falta de regulación en cuanto a las fuentes y la posibilidad de plagios
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¿Obra o producto cultural? Inteligencia generativa, supercomputadoras y memorización son algunos de los términos que se han introducido en el vocabulario cotidiano a partir de las nuevas y más disruptivas tecnologías que surgieron en la era de la información. La explosión de datos y contenido no se agotó con la aparición de Internet y hoy los grandes modelos de lenguajes (LLM, por su siglas en inglés) como el Chat GPT revolucionan la red y replantean la mirada sobre qué hace que un contenido sea original.
El empleo de las nuevas tecnologías formó parte del panel “Inteligencia artificial, propiedad intelectual y libertad de prensa”, en la Feria del Libro, donde se discutió sobre la tensión entre estos desarrollos y los derechos de autor. El debate se centró en cómo los motores lingüísticos, que funcionan en base a algoritmos, se nutren de un contenido original que desconoce la autoría del creador real. Los especialistas invitaron a los presentes a pensar en un “nuevo derecho” que se adapte al fenómeno y que regule la utilización de los productos culturales que generan las IA. El encuentro fue organizado por el Centro de Administración de Derechos Reprográficos de Argentina (CADRA) y presentado por ADEPA en la jornada anual sobre derechos de autor que se lleva a cabo en la Feria.
“Las legislaciones siempre vinieron por detrás de los inventos tecnológicos. Pensemos en el cine, la radio, la televisión y después el software e Internet. Hasta ese momento fueron siempre motores de creación original, pero ahora nos sacude un impacto tecnológico con la aparición de los algoritmos. Es un paradigma nuevo. Y hay que entenderlos en su relación con el derecho de autor. No sabemos de qué fuentes se nutren, de dónde sale la producción y tenemos que reflexionar sobre si lo que genera es una obra o no”, expuso Federico Villalba Díaz, miembro de la comisión directiva de Cadra.
Comparte esta mirada el abogado Lucas Rizzo Arrivillaga, especialista en propiedad intelectual, quien puso el énfasis en las dificultades que presentan las nuevas tecnologías para poder seguir la cadena de información de la que se nutren los algoritmos al generar contenidos de manera artificial. “Todas las personas adquirimos el conocimiento a través del otro, es la forma en que nos relacionamos y crecemos como humanos. Lo que sucede con la generación de conocimiento de las nuevas tecnologías es completamente distinto. Ahora existen herramientas algorítmicas que pueden multiplicar los procesos, con un volumen, velocidad y potencia que hace que sea prácticamente imposible trazar el origen de la creación original. Si la inteligencia artificial no está obligada a denunciar su fuente es un dilema muy grande. Estos motores se nutren algorítmicamente, es difícil identificar cuál fue su fuente para generar el contenido”, sostuvo. El especialista analizó también la fina línea existente entre el plagio y la dificultad de identificación de la autoría.
Para Villalba Díaz, resulta imposible verificar todas las obras que fueron la fuente para generar un resultado en ChatGPT, por ejemplo, que emplea la “memorización”, una herramienta que le posibilita repetir textualmente el contenido de millones de artículos para transformarlo en uno nuevo. “El daño no lo produce el algoritmo sino la persona que creó el sistema que permite la apropiación. Hay que encontrar una solución. Todavía estamos en un nivel embrionario porque no estamos reaccionando al fenómeno mientras sucede. El derecho que surja sobre el tema va a ser un derecho sui generis o conexo a lo que sucede con el derecho de autor. Pero es, en definitiva, algo nuevo y distinto”.
Consultado por LA NACION sobre por qué es importante pensar los modelos de inteligencia generativa a partir del derecho de autor, Rizzo Arrivillaga destacó: “En la Argentina, el problema de la IA irrumpió en la pandemia y todos los países van a tener que hacer cambios regulatorios. Como los derechos de propiedad intelectual se limitan a la jurisdicción de cada uno, por más de que existan tratados que faciliten la protección internacional, el gobierno argentino va a tener que abordar el asunto. la ley que se debata va a quedar para la posteridad”.
Para el abogado, Argentina genera mucha propiedad intelectual de calidad y resulta importante que las nuevas normas no entorpezcan a la inteligencia artificial. “Pero el desarrollo de la inteligencia generativa no puede ser a expensas de la autoría original. Las empresas de tecnología artificial no pueden apropiarse del contenido de las empresas culturales. Estas últimas son muy importantes al desarrollo del país, como por ejemplo La Feria del Libro que genera un circuito económico importante que hasta se volvió un fenómeno turístico”, concluyó.
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