El humor, forma de la piedad
EL JARDIN DESNUDO Por Juan Sabia (Simurg)-136 páginas-($ 14)
SI hubiera que decir qué singulariza a este libro entre tantos volúmenes de cuentos que se publican, diría que su disimulada sutileza. Si hubiera que marcar aquello que tienen en común los cuentos que lo componen, señalaría en primer lugar la coherencia de un mundo personal. Inevitablemente, estas dos cualidades están relacionadas.
Juan Sabia -matemático, profesor de Ciencias Exactas- organiza sus mundos (que pueden ser domésticos, perversos y hasta escatológicos) con una precisión arquitectónica y un sentido de la proporción tales que resultan piezas narrativas de una belleza euclidiana. Sus ámbitos son los cotidianos: un departamento, un taxi, una playa, una plaza. Los personajes son estudiantes, profesores, mendigos, artesanos, hombres que buscan mujeres, mujeres que buscan hombres, señoras que no saben lo que buscan. Cada uno de ellos hablando en "argentino", con la jerga del grupo social al que pertenece.
Hasta aquí podría pensarse que los cuentos de El jardín desnudo son relatos naturalistas o cuadros de costumbres. Pero la elección de los temas y su tratamiento proyectan sutilmente las historias a niveles estéticos y de significación inesperados. El cuento que mejor refleja esto y donde brillan más intensamente las peculiaridades narrativas del autor es "El otro Andrade", un texto en el que lo intelectual y lo emotivo se articulan con perfecta naturalidad. En el mismo registro está "Gregorio", una desconcertante pero inobjetable conjetura sobre la memoria.
Una preocupación manifiesta del autor es la incapacidad del hombre para acceder a otro, que explora en sus diversas variantes: como forma desesperada de la soledad en "Encuentro´s", como penosa incomunicación en "Concierto" y "Viaje en taxi", como imposibilidad de atravesar el propio ego en "Coriolis". Inversamente, el fin de todo lazo entre un hombre y sus afectos, la muerte, es considerada en "Día de franco". Otra actitud, la negación, recorre la historia de "Mujer en la playa", mientras que la aceptación plena conmueve en el ya mencionado "El otro Andrade". Pero quizá es el cuento que da título al libro, "El jardín desnudo", el que muestra con mayor potencia una faceta muy atractiva en la narrativa de Sabia: la capacidad de crear con un tema tabú situaciones en el límite de lo concebible tratadas con tan medidos desparpajo e ironía que se mantienen en el filo entre lo patético y lo cómico.
Un capítulo aparte merecen los seis microcuentos reunidos bajo el título general de "Miniaturas". Este género, tan fascinante en escritores como Borges y Arreola y tan insulso en plumas que lo convierten en mero ejercicio de virtuosismo narrativo, encuentra en Sabia a un auténtico creador.
Del conjunto surge la imagen de un mundo en tensión entre el deseo y la impotencia, donde el humor es una forma de la piedad y la más eficaz arma para sobrevivir. Una selección de cuentos de este libro recibió el Premio La Nación 1993, otorgado por un jurado internacional.