El historiador Carlo Ginzburg recibió el Diploma Honoris Causa de la Universidad de Buenos Aires
“De la persecución que ha hecho de mí un niño judío tengo recuerdos muy vivos”, dijo ante un auditorio colmado de colegas y estudiantes; el doctor José Emilio Burucúa hizo la “laudatio” del intelectual italiano
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Si la agenda argentina actual no fuera tan monotemática, la visita a la ciudad de Buenos Aires del historiador italiano Carlo Ginzburg debería considerarse un acontecimiento sobresaliente. De hecho, lo es. La obra del autor de El queso y los gusanos e Historia nocturna, que imbrica la historia, el arte, la antropología, la literatura, la religión y la política, es una de las miradas más apasionantes del pasado hechas desde el presente. Hijo de dos intelectuales antifascistas italianos judíos, Natalia Levi (la escritora Natalia Ginzburg) y Leone Ginzburg (que fue detenido por la Gestapo y murió torturado por los nazis en 1944), nació el 15 de abril de 1939 y fue educado como ateo. Se doctoró en Filosofía por la Universidad de Pisa en 1961.
Ayer a la tarde, de manos del rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Ricardo Gelpi; el decano de la Facultad de Filosofía y Letras, Ricardo Manetti, y la videcana Graciela Morgade, el autor de Mitos, emblemas, indicios recibió el título Honoris Causa de la UBA en la Sala 108 de la Facultad de Filosofía y Letras, colmada, y donde fue ovacionado por varios minutos. “Estoy profundamente conmovido y agradecido por este honor -dijo Ginzburg, tras disculparse por leer su discurso en italiano-. Les agradezco muchísimo a Marcela Croce y a sus colegas; y le agradezco a mi queridísimo amigo Gastón [José Emilio] Burucúa por su generosidad, verdaderamente ilimitada”.
Carlo Ginzburg llega al acto en el que recibirá el Diploma Honoris Causa de la @UBAonline, en @filo_uba. pic.twitter.com/MuI2HyQQuo
— 𝒖𝒏𝒂 𝒑𝒆𝒏𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒓𝒐𝒓𝒅𝒊𝒏𝒂𝒓𝒊𝒂 (@novistenada) October 4, 2023
“Nací en una familia de judíos secularizados (no asimilados) por ambos lados, paterno y materno (incluso si, dado que la madre de mi madre no era judía, tampoco yo técnicamente lo soy, incluso cuando ciertamente lo era para los nazis) -dijo-. De la persecución que ha hecho de mí un niño judío tengo recuerdos muy vivos. Pero ni la religión judía ni (cosa de la que me arrepiento) la lengua hebrea han formado parte de mi educación”, dijo Ginzburg.
A continuación, destacó la influencia de los intelectuales judíos en su pensamiento. Sigmund Freud, Leo Spitzer, Ernst Gombrich, Aby Warburg y Leo Strauss, entre otros, lo ayudaron a leer (y a escribir) “entre líneas”.
“¿Los elegí por este motivo? Ciertamente no. Se trata de intelectuales que estuvieron en el centro de la cultura del 900 y que han influido, en varias dimensiones, sobre un público vastísimo, compuesto de judíos y no judíos. ¿Por qué los cito? Por una razón muy simple: me pregunto si un eco de los comentarios a la Biblia y al Talmud que habrían incidido en mi modo de leer los textos pudo haberme llegado indirectamente de cualquiera de ellos”. Se refirió a las perspectivas que lo habían llevado a la microhistoria: “El estudio de los casos anómalos, leídos entre líneas”, insistió.
En su discurso, se detuvo en la trayectoria del profesor y ensayista italiano Delio Cantimori que escribía artículos y reseñas en la prensa fascista durante los años 1930 y 1940, mientras en privado se sentía próximo al comunismo, “practicando una suerte de doble juego, caracterizado por simulación y disimulación”, apuntó Ginzburg. Cantimori se alejó del Partido Comunista Italiano luego de la invasión soviética a Hungría y falleció en 1966. Ginzburg citó significativos pasajes de un ensayo de Cantimori sobre “el elemento irracional de la propaganda como instrumento de manipulación de las masas”, ilustrados con pasajes de Mi lucha, de Adolf Hitler. Este discurso de acentos historiográficos y políticos, que se puede ver en YouTube, requiere una atenta escucha “entre líneas” en las circunstancias actuales.
Antes, Burucúa pronunció la laudatio, saludo protocolar y de “alabanza”, en la que resaltó los “dos pilares que el público y buena parte de los historiadores actuales” consideran fundamentales en la obra de Ginzburg: “La creación del género de la microhistoria, junto a Edoardo Grendi y Giovanni Levi, y la reformulación del método indiciario, cuyos orígenes se remontan al tiempo de los cazadores, rastreadores y parteras, que los médicos semiólogos del siglo XIX sistematizaron a partir de Laennec y Carlo ha proyectado y adaptado al trabajo histórico”.
Para Burucúa, Ginzburg forma parte del “panteón de los historiadores más grandes de nuestra época”. Destacó sus aportes en la historia del arte y la literatura y la “prefiguración sabia y tal vez no buscada de la global history”, además de su esfuerzo en tratar desde un punto de vista historiográfico temas filosóficos y teológicos “que han sido el bajo continuo de la reflexión de Occidente”, dijo.
“Mediante el ejemplo de su obra Carlo Ginzburg nos insta a meternos en el mar abierto del pasado, en sus peligros y también sus ocasiones para el heroísmo, al esforzarnos para hacer de la historia como reflexión una prueba de que la historia como acción no ha sido el cuento contado por el loco ni la pesadilla de la que no despertamos”, concluyó el historiador argentino.
Ginzburg viajó a Buenos Aires para participar del Simposio “Humanistas italianos en América Latina” organizado por el Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina (Indeal), de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en colaboración con la Universidad Ca’ Foscari de Venecia y con el auspicio de la Universidad de Milán, el Instituto de Investigaciones Gino Germani, el Centro de Investigaciones de América Latina y el Caribe y el Istituto Italiano di Cultura, entre otras instituciones. Asistió lunes y martes al Centro Cultural Paco Urondo (CCPU) para escuchar a colegas como Federica Bertagna, Martín Unzué, Martín Bergel, Cristina Rossi y Particia Artundo, que hablaron sobre Paolo Virno, Gino Germani, Paolo Vita-Finzi (el primer traductor de Borges y Bioy Casares al italiano, según reveló Bertagna), Margherita Sarfatti, Lionello Venturi y F. T. Marinetti. El lunes a la tarde, Juan Villoro cerró la jornada con una conferencia sobre el escritor Italo Calvino.
Recién llegado al país, el historiador mostró un preocupado interés por el “fenómeno” de Javier Milei y La Libertad Avanza en la Argentina (en Italia se considera a LLA parte de la ultraderecha internacional, igual que al partido de la primera ministra italiana Giorgia Meloni). El martes en el CCPU mantuvo una conversación con la doctora en Letras Marcela Croce (que tradujo el discurso de Ginzburg aquí citado en parte) y el doctor en Estudios Latinoamericanos Andrés Kozel. Mañana conversará con estudiantes de Historia.
Mañana participaré del seminario "Humanistas italianos en América Latina" que organiza el INDEAL (UBA) hablando de la influencia de arqueológos/antropólogos italianos en Argentina. Hay transmisión simultánea por el canal de Youtube del Paco Urondo (FFyL)https://t.co/nSMHqd9lwu pic.twitter.com/pbCF2X6cd4
— Vivian Scheinsohn (@VScheinsohn) October 5, 2023
El simposio, que aborda el impacto y la persistencia de los pensadores italianos en el desarrollo de la teoría y la crítica latinoamericanas contemporáneas, finaliza hoy con una conferencia de Eduardo Grüner sobre Pier Paolo Pasolini, a las 18, en 25 de Mayo 221. La programación completa se puede ver en este enlace.
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