El hilo marrón: un destino que unió durante medio siglo a dos artistas pioneros
El Malba rescata en una muestra la historia compartida por Juan Del Prete y Yente, artista de origen ucraniano que luchó por la carrera de su marido
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La pintura muestra a una pareja fundida en un abrazo. Aunque hoy, en vísperas del Día de la Mujer, representa mucho más que eso: una historia de amor de medio siglo, en la cual la figura femenina fue ganando protagonismo a fuerza de trabajo y constancia. Realizada por Juan Del Prete en 1937, dos años después de haber conocido a Eugenia Crenovich –más conocida como Yente, su apodo familiar-, fue la obra que ella eligió para llevarse a la casa donde vivía entonces con sus padres, judíos rusos provenientes de la actual Ucrania. Allí permaneció durante siete años hasta que él, riguroso crítico acostumbrado a destruir sus creaciones, se la llevó.
“Mentalmente ya lo había sometido a juicio. Por fortuna no solo mantuvo toda la composición sino que lo enriqueció con algunas inesperadas y definitivas pinceladas”, escribió Yente sobre la obra que ahora ilustra la invitación a la primera muestra importante que unirá la producción de ambos, desde el jueves próximo en Malba. Lo hizo en sus Anotaciones para una semblanza de Juan Del Prete (publicadas por Iván Rosado en 2019), una de las múltiples tareas de todo tipo que realizó para apoyar la carrera de su marido, inmigrante italiano autoformado en su taller de La Boca.
La admiración que demuestra en esas palabras permaneció intacta desde el principio, cuando le mostró por primera vez una serie de dibujos suyos que habían sido premiados en Chile. “Soy muy demoledor -le advirtió él-. Son amanerados. Y a pesar de muchas rayas, vacíos”. “Aunque Del Prete temiera que su brusca sinceridad hiciera tambalear nuestra comenzada relación, fue todo lo contrario –recuerda ella en el mismo libro-. Tiempo después, consolidada nuestra amistad, destruimos entre los dos esa serie que representaba años de labor y me sentí aliviada por ello”.
Pintora, ilustradora y ensayista, graduada en filosofía en la UBA, Yente emprendió así lo que llamó “un viaje” por un nuevo camino: el que la llevaría a convertirse en la primera mujer en participar en los inicios de la abstracción en la Argentina. Una historia entrelazada por un hilo –no rojo, como el que une destinos en la famosa leyenda oriental, sino de un humilde marrón- que aparece físicamente en muchas obras durante décadas de producción compartida.
Incluso el montaje acompaña con formas ondulantes ese recorrido sinuoso por 150 obras -pinturas, esculturas, tapices, dibujos y libros de artista- que atraviesa diversos estilos del arte moderno, que va y viene entre la abstracción y la figuración, y en el que a menudo cuesta distinguir qué obra es de quién. Por ejemplo, en los collages realizados durante sus numerosas travesías a Europa, con recortes de revistas y tapas de botellas de leche.
El hilo ya estaba presente en la primera muestra de arte no figurativo en la Argentina, realizada en Amigos del Arte en 1933, con obras realizadas por Del Prete con papeles de envoltura de frutas y hojas de periódicos. Las había traído de Europa, donde integró el grupo Abstraction-Création Art Non-Figuratif, pero no fueron bien recibidas por la crítica y el público porteño. Ni siquiera Yente quedó muy convencida al ver por primera vez sus trabajos, dos años más tarde, en las mismas salas.
“Esos grandes dibujos –recuerda en el citado libro-, hechos con toda libertad, con sus figuras desproporcionadas para mi concepto de entonces, sobre papel común, clavados con cuatro chinches sobre madera terciada, chocaron mi mesurado sentido de la forma, que trastabilló un poco. Pero pasó la impresión y también la sacudida”.
“Esto es lo que él mostró, y esto es lo que ella estaba haciendo en ese momento: nada que ver”, señala a LA NACION María Amalia García, curadora de la muestra Vida venturosa. El título, explica, proviene de la serie de siete libros de artista de Yente titulada Vida venturosa de Onofrio Terrad’Ombra, protagonizada por los alter egos de la pareja. Del Prete es Onofrio, un talentoso artista que dedica toda su energía a trabajar, y ella es Fragilina, una maestra de labores. En las obras que conforman uno de esos capítulos de la relación, dedicado al encuentro entre ambos, se registra cómo “los bordados en tela y las telas pintadas unieron sus tramas”, y de qué manera “bajo la mirada de Onofrio, los bordados se volvían artísticos”.
Claro que esa mirada fue más piadosa en la ficción que en la realidad, según recuerda Ayelén Pagnanelli en uno de los textos que conforman el catálogo, que estará disponible a fin de mes. Y agrega que “el artista de origen italiano no era necesariamente un gran candidato para Yente. Ella era de una familia acomodada que pudo brindarle acceso a consumos culturales y estudios. El suyo fue un amor compartido por el arte y desinteresado por el dinero: una historia de amor romántico”.
Desinteresado por el dinero y, también, por el protagonismo. La ausencia de rivalidad por parte de Yente quedó demostrada por la dedicación con la cual defendió, organizó y compiló el trabajo de su marido. En una carta dirigida al profesor Ernesto B. Rodríguez, en la que le reclama por “errores y omisiones” en el catálogo de 150 Años de Arte Argentino, señala por ejemplo que muchas obras de Del Prete “fueron destruidas por la angustiosa falta de espacio y la incomprensión del ambiente”.
Esa incomprensión no afectó, sin embargo, la pasión creativa que ambos compartían. Del Prete, asegura Yente, “no conoce tiempo derrochado, malgastado, tiempo de vagar, de dejarse estar. Todas las horas del día las quiere para el trabajo […] No hay domingos ni feriados, no hay vacaciones ni tentaciones de paseos en un día radiante o cuando el calor aprieta”. Llegó a representar a la Argentina en prestigiosas bienales como las de Venecia y San Pablo, además de ser considerado como un referente para los artistas concretos y para los jóvenes de las generaciones siguientes que trabajan con materiales de descarte. Así lo demostró hace dos años una exposición en Roldán, que había montado otra de Yente en 2018.
En el reconocimiento de ella tuvo mucho que ver el Malba, que le dedicó en 2009 una muestra compartida con Lidy Prati. Fue impulsada por Marcelo E. Pacheco, entonces curador en jefe, quien solía recomendar la compra institucional de sus obras en arteba. Finalmente, el museo fundado por Eduardo Costantini adquirió en noviembre en la feria porteña un tapiz realizado por ella en 1958, uno año después de que otras dos obras suyas pasaran a la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York. “Ojalá algún día tengan su propio museo y se pueda mostrar el conjunto de la obra”, dijo entonces a LA NACION Liliana Crenovich, albacea y sobrina de la artista fallecida en 1990. Desde el jueves, parte de ese deseo se habrá cumplido.
Para agendar:
Yente/Del Prete. Vida venturosa. Desde el 11 de marzo hasta el 27 de junio en Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415). Inauguración, con entrada gratis: jueves 10 de marzo a las 19. Conferencia inaugural a las 18, con inscripción previa.
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