El hijo de Leone y Natalia Ginzburg
Carlo Ginzburg creció en un hogar de intelectuales judíos que lo educaron como ateo. Sus combatieron el fascismo y fueron perseguidos
Carlo Ginzburg nació en Turín en 1939. Sus padres eran Leone Ginzburg y Natalia Levi: un hogar judío, relata Carlo, que lo educó como ateo pero que sufrió la persecución de esos años. Esta persecución era también política: Leone y Natalia fueron intelectuales que combatían el fascismo y debieron ocultarse durante largo tiempo en una pequeña aldea en los Abruzzos hasta que, en 1943, desembarcaron en Roma para acelerar la caída de Mussolini. Allí Leone Ginzburg fue arrestado por los alemanes y asesinado al año siguiente, tras algunas sesiones de torturas. Cuenta Carlo que, cuando leía la autobiografía del ex presidente italiano Sandro Pertini, se topó con una frase notable de su padre. Le había dicho a Pertini, poco antes de morir: "Pase lo que pase, tenemos que acordarnos de no odiar a los alemanes".
Junto con los escritores Italo Calvino y Cesare Pavese, los padres de Ginzburg colaboraron con Giulio Einaudi en la fundación de una de las editoriales más importantes de Italia. Einaudi sería luego la casa que publicaría gran parte de la obra de Natalia Ginzburg, una de las escritoras más destacadas de la segunda mitad del siglo XX. "He aprendido de mi madre, aunque también creo recordar que del propio Calvino, una desaprensión por la verborragia y la proliferación innecesaria de las palabras. Uno de los placeres que tiene escribir en la computadora, para alguien que como yo tuvo que escribir con otros medios, es poder borrar y tener siempre delante de los ojos una página en blanco. Como decía alguien que en este momento no recuerdo: ´Si hubiese tenido tiempo, habría escrito un libro más breve ."
Sin embargo, Carlo Ginzburg también reconoce otras influencias ligadas a este ambiente intelectual en el que vivía. "Encontré por primera vez la forma escueta de exposición escrita en un ensayo de Luigi Einaudi, el padre de Giulio, que también llegó a ser presidente de Italia. Ese ensayo está construido como una serie de parágrafos numerados, como si fuera un montaje cinematográfico, algo que me fascina. El montaje se acerca a lo que considero que son los estudios históricos: deja claro que nuestro conocimiento es fragmentario y que deriva de un proceso abierto."
Natalia Ginzburg, autora de novelas como Nuestros ayeres y Léxico familiar, de comedias como La secretaria y La entrevista (llevada al teatro por Laurence Olivier en Inglaterra y Luchino Visconti en Italia) y de colecciones de ensayos como Vida imaginaria, se volvió a casar en 1950 con Gabriele Baldini, profesor de literatura inglesa, con quien se mudó en 1960 a Londres. Esto fue decisivo para el propio Carlo, que descubrió en la capital británica el Instituto Warburg, fundamental para su propia formación como historiador. Luego volvieron a Italia, donde Natalia, además de seguir publicando, actuó en una película de Pasolini y fue electa diputada por los Independientes de Izquierda en 1983. En su tarea legislativa bregó por causas como el abaratamiento del costo del pan, la reforma de la ley de adopción, la persecución legal de los casos de estupro y la asistencia a los niños palestinos.
La madre de Carlo murió en 1991, mientras estaba traduciendo Une vie, de Guy de Maupassant. Ocho años después, Einaudi publicó Es díficil hablar de uno, texto integral de un ciclo de conversaciones radiofónicas en las cuales Natalia Ginzburg explica su vida y obra literaria. Como un eco resuena ese título en el propio Carlo, que secamente da por terminado el recuerdo familiar: "en mi vida ya he hablado mucho de mi familia, y en cierto modo es como si tuviera que escribir mi autobiografía, algo que no quiero hacer".