El gran año de Liliana Porter: “El arte intenta darle sentido a lo que aún no sabemos de qué se trata”
Después de inaugurar una muestra individual en Ruth Benzacar y de participar de una colectiva en PROA, la artista argentina radicada en Nueva York tendrá retrospectivas en el Bellas Artes y en la Casa de la Moneda de Madrid, y una invitación a dialogar con Dan Flavin en Long Island
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Una ola de pintura azul anticipa el naufragio de un navío de juguete. Una mujer barre un reguero de escombros que parece infinito, en ocho metros de cataclismos y felicidades que se suceden en una tarima. Una niña ovilla un carretel de hilo que la duplica en tamaño. Un hombre diminuto pica la pared. Corso de patitos en fila. Montañas de soldaditos a punto de denotar. La muestra de Liliana Porter recién inaugurada en Ruth Benzacar es un compendio de historias mínimas, que acaba en un desorden de sillas tonnet... o recién empieza ahí. Cuentos inconclusos es el título, por esta condición narrativa de las escenas que compone y deja abiertas al espectador para que complete o proyecte sus sentires y pensares... e imagine, si quiere, qué pasa después.
El “elenco estable” no deshace sus valijitas de juguete. Este coro de figuritas que pone en acción –en pintura, escultura, instalación, dibujo y una serie de videos creados junto con la artista Ana Tiscornia– tiene otra presentación en la muestra que inaugura el sábado próximo en Fundación Proa, donde dos instalaciones llegan desde el Padiglione d’Arte Contemporaneo de Milán para integrar Lo que la noche le cuenta al día, junto con obras emblemáticas producidas en los últimos cincuenta años por artistas argentinos consagrados.
En junio, en Bridgehampton, Long Island, ya cerca de su casa en las afueras de Nueva York –donde vive desde 1964–, fue invitada por Dia Art Foundation a crear una instalación inspirada en la obra de Dan Flavin por el mexicano Humberto Moro, quien curará en noviembre la retrospectiva que le dedicará el Museo Nacional de Bellas Artes. Antes, inaugura en España dos muestras: una en su galería madrileña, Espacio Mínimo; y luego, una gran retrospectiva en la Casa de Moneda, curada por Agustín Pérez Rubio, a raíz del premio Tomás Francisco Prieto que ganó en 2023.
Ya va siendo hora de regresar a su casa con jardín y visitas de los ciervos de los bosques aledaños. “Es rarísimo porque es verdad que cada vez que aparece un ciervo para mí es el de Walt Disney. Me parece que viene del espacio virtual, no real. Ya hace bastante que salí, estuve en Uruguay en el verano. Extraño el estudio, aunque un artista siempre está trabajando, aunque esté en el mar o viajando. Uno tiene la idea fija y ve la realidad a través de la lente del arte”, cuenta a LA NACION, todavía en Buenos Aires.
–¿Cómo es salir de viaje con tus personajitos, imaginar una situación y darle forma a miles de kilómetros?
–Les encanta viajar, les encanta venir acá. Viajan en cabina, en una valija. Perfecto. Uno tiene el plan y sabe cuál es el contexto, trabajo sobre el plano y las fotos de la galería. Entonces, voy imaginando cómo quedaría bien. Es un poco diseñar una exposición y presentarla en el lugar como más tenga sentido. Y es lindo, porque es terminar la obra, en realidad, después ponerla en contexto.
–¿Influye el contexto en la disposición final?
–Sí, es como cuando uno habla con una persona, que lo hace de alguna manera distinta que con otra. Hablas distinto porque te cambia la manera de comunicarte. Entonces, en un contexto específico, sabés cómo es la sensibilidad, el entorno y demás, y hay cosas que uno elige para mostrar, yo creo que de manera más inconsciente. No digo modificar las cosas de acuerdo con el interlocutor. Hay temas generales que siempre están presentes.
–Graciela Speranza dice en su texto que los comienzos son pura promesa y los finales son pura pérdida. En Cuentos inconclusos, ¿le evitás al espectador ese sufrimiento de saber cómo acaban las historias, y dejás que cada uno lo complete con lo que trae dentro?
–Ojalá. Esas situaciones, como todas las cosas, tienen una parte de humor y al mismo tiempo también lo contrario, un poco de drama. Incluyen esa posibilidad. Yo en general soy optimista, y entonces siempre pienso que a los personajes les va a ir bien, que lo van a lograr, que no van a naufragar. Es como una metáfora de nuestra propia vida, que estamos tratando de entender cómo llegar a un término con la realidad... en fin, aunque la tarea te supera, al mismo tiempo hay una parte optimista en ese personaje que está entregado a esa labor, un ser creador, sano.
–Hay también citas a la historia del arte. Un personaje se para frente a un retrato renacentista, por ejemplo.
–Me gusta mucho crear esos diálogos entre personajes disímiles, alguien que está dentro de una postal con alguien tridimensional. La posibilidad de diálogo entre personajes que son de diferente cultura y de diferente materialidad, incluso. Me interesa romper barreras, y que haya posibilidad de comunicación cuando uno piensa que es imposible.
–En un video hay un grupo de figuras viajeras, ¡como vos!
–Hay temas míos que son recurrentes, como el viaje y esos retratos de seres disímiles, de diferentes épocas, que me gusta que sean simultáneos. Hay una influencia en el hecho de vivir en un lugar y hablar otro idioma, y darse cuenta cómo las cosas pueden tener diferentes nombres y ser la misma cosa. El idioma también cambia la percepción de las cosas: si uno habla italiano parece todo más redondito.
–Otro tema recurrente son los trabajos forzados. ¿Un clima de época para la Argentina actual?
–Esta serie son siempre estos personajes chiquitos que tienen que hacer una tarea que los supera, pero que al mismo tiempo uno siente que tienen fe, que lo van a hacer.
–Un poco eso es ser artista, creer en lo imposible.
–A veces no entiendo de qué se trata, pero sí creo que existe la respuesta. El hecho de creer que existe, me alcanza, aunque no lo sepa cuál es la respuesta, pero hay una, sí. Hay gente que piensa que no hay y se deprime. Mejor estar contento. El arte intenta darle sentido a lo que aún no sabemos de qué se trata.
–¿Volverás a hacer que tus personajes cobren vida en el teatro?
–Hay ideas en las que estoy trabajando. Fue una de las etapas más felices de mi vida, desde el principio hasta el final, y lo que pasó con la obra y la relación con los actores, que seguimos íntimos. Tengo la fantasía de hacer una película, un largometraje. Lo que me gusta del cine y del teatro es que son trabajos colectivos. Siempre es bueno tener ideas así descabelladas.
–Pasaste por todas las técnicas.
–Empecé como grabadora y sigo haciendo grabados, sigo haciendo dibujos y sigo pintando. No es que paso de una cosa a la otra y desaparece la anterior, no son capas que se superponen. Uno tiene ideas y cada idea tiene una solución en un mejor. Entonces, parto de la idea y después elijo la solución, en vez de decir “voy a hacer un grabado” y después pienso la idea. Es mucho mejor partir de la idea porque te abre posibilidades. Quién sabe la técnica que le sirve a esa idea, capaz, no se inventó y uno tiene que salir con alguna solución.
Para agendar:
Cuentos Inconclusos, muestra individual de Liliana Porter, en la galería Ruth Benzacar, Juan Ramírez de Velasco 1287, de martes a sábados de 14 a 19. Entrada gratuita.
Lo que la noche le cuenta al día, muestra colectiva de arte argentino en Fundación Proa. Desde el sábado 16, de miércoles a domingos de 12 a 19 en Avenida Pedro de Mendoza 1929. Entrada general $1000; jubilados, estudiantes y docentes, $500, y menores de 12 años sin cargo.
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