El fotógrafo que retrata el mundo en un instante
Steve McCurry inaugura mañana una muestra de sus trabajos
Durante su primera visita al país, de vuelta de un viaje a Burma, Myanmar, el fotógrafo Steve McCurry -autor del inolvidable retrato de la niña afgana de ojos verdes publicado por National Geographic- ya encontró la que quizá sea su próxima gran foto: una pareja de tango en el fugaz momento en que el movimiento de ambos se convierte en la música misma.
El fotógrafo norteamericano inaugurará mañana, en el Centro Cultural Borges, su exposición Culturas, curada por Virginia Fabri, que podrá verse hasta el 13 de abril. Un centenar de imágenes recogen una suma de instantes robados por McCurry de la boca del tiempo.
En un diálogo ágil con LA NACION, el fotógrafo, de 60 años, deja claro que su obra no está precedida por la intención de interactuar con los otros para conocer sus vidas y contarlas, como hizo con maestría el reportero polaco Ryszard Kapuscinski. Lo suyo es contar historias de la gente anónima que ni siquiera es consciente de la singularidad del instante que el fotógrafo captura.
A lo largo de su vida profesional, McCurry calcula que tomó entre 800.000 y un millón de fotos. ¿Cuánta de la gente que fotografió vio el resultado de su trabajo? "Casi nadie. La mayoría de las veces no sigo en contacto con la gente. No tengo sus datos. Ellos viven vidas muy simples. Su mundo es otro."
Para McCurry, "no hace falta compartir un tiempo determinado con la gente para captar un momento. Se puede tener una fuerte conexión en forma inmediata, aun sin conocer la historia de los protagonistas. A veces puede ser una mujer en el Tíbet que camina hacia su vida. Y yo soy un americano con una cámara que detecta algo interesante. Las expresiones de la gente cambian de un momento a otro. La belleza está en encontrar el momento preciso".
Trabajo, intuición y talento componen el proceso artístico que define la obra del fotógrafo norteamericano. La gente que habita escenarios determinados, sus expresiones, sus actitudes, sus comportamientos son la materia prima que lo fascina.
En busca de un símbolo
La imagen de Sharbat Gula, tomada por McCurry en el campo de refugiados de Nasir Bagh, en Paquistán, es un antes y un después en la vida del artista. Pasó 17 años de su vida -volcados en un documental notable de National Geographic- buscándola, luego de ser aplastado por miles de cartas de lectores conmovidos. "Querían ayudarla con dinero, ropa. Los hombres querían casarse con ella. Un día decidí buscarla. Mucha gente en todo el mundo se sintió tocado por aquella niña. La foto registró un instante fugaz."
Para cuando McCurry la encontró de regreso en Afganistán, ni siquiera sabía su nombre o su dirección. Sharbat era una mujer cuyo rostro revelaba su dura vida, pero su mirada verde conservaba la fiereza que había tocado el corazón de la audiencia mundial. "Hallarla fue un verdadero milagro, porque no conozco el nombre de la gente que fotografío. Todo sucede de manera muy rápida", subraya.
Consultado sobre su sensación ante la foto de la niña afgana, un ícono más conocido que el nombre de su autor, McCurry dice que siente orgullo y gratitud. "Estoy ahora en Buenos Aires, conversando con mujeres bellas (se ríe). Soy afortunado por haber tomado una foto que tuvo trascendencia mundial. Aquella imagen no mostró directamente la guerra. Esa foto inspiró la vida de mucha gente. Me siento como si fuera un fotógrafo documentalista, cuya responsabilidad es contar en imágenes la historia de la gente que encuentra en su vida."
Afirma McCurry en su libro Retratos (Phaidon), cuya portada es Sharbat Gula, y que se presenta en la Argentina con motivo de la exhibición, que sus "retratos transmiten un deseo de relación humana tan fuerte que aun la gente que sabe que no volverá a verme se abre a la cámara".
Para McCurry la cantidad no hace la diferencia. "Un millón de fotos a lo largo de mi vida pueden ser como un millón de palabras que no significan nada. Lo que tiene sentido es si una imagen es capaz de capturar la imaginación de la gente."