El fin del mundo, desde la playa: llega a Buenos Aires una obra premiada en Venecia
La instalación-ópera-performance “Sun & Sea”, que ganó del León de Oro al representar a Lituania en la bienal de 2019, se presentará en Colón Fábrica del 16 al 19 de marzo; “no somos artivistas”, aclaran sus creadoras en diálogo con LA NACION
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Como la última cena de la película No miren arriba, mientras todo se derrumbaba alrededor. O como la orquesta del Titanic, que continuó tocando para que los pasajeros no perdieran la esperanza, incluso cuando ya era obvio que el buque se hundiría. Algo de ese clima tiene Sun & Sea, la instalación-ópera-performance ganadora del León de Oro en la Bienal de Venecia en 2019, que se presentará en Colón Fábrica del 16 al 19 de este mes: la recreación de una playa con gente disfrutando del sol, con el público mirando desde andamios ubicados a cuatro metros de altura, mientras el guion recuerda por momentos que el desenlace es inminente.
“Imaginen una playa, y a ustedes en de ella, o mejor: mirando desde arriba –propone la curadora, Lucía Pietroiusti, que también está a cargo del proyecto Ecología general en las Serpentine Galleries de Londres-. El sol abrasador, protectores solares, trajes de baño brillantes y palmas y piernas sudorosas. Las extremidades cansadas estiradas perezosamente sobre un mosaico de toallas. Imagínense el chillido ocasional de niños, risas, el sonido de un carrito de helados a lo lejos. El ritmo musical de las olas al romperse, un sonido relajante (de esta playa en particular, no de otro lugar). El crepitar de las bolsas de plástico arremolinadas en el aire, su silencioso flotar, como medusas, bajo la superficie del agua. El estruendo de un volcán, o de un avión, o de una lancha. Después, un coro de canciones: canciones cotidianas, canciones de preocupación y de aburrimiento, canciones sobre casi nada. Y, por debajo de ellas, el lento crujido de una Tierra exhausta, un grito ahogado.”
Si bien el foco está puesto en la acelerada degradación del medioambiente, las tres creadoras de esta puesta en escena que se consagró como el mejor pabellón al representar a su país en la biennale aclararon que no se consideran “artivistas”. En una conversación por Zoom con LA NACION previa a su viaje a la Argentina, desde tres ciudades de Lituania, afirmaron que su intención es simplemente apelar al “lenguaje del arte, que tiene un mensaje activador”.
“El mensaje que recibís de la pieza no es cerrado, depende de la audiencia -dijo la escritora Vaiva Grainytė-. El grupo tiene diferentes estados de ánimo, como matices. Definitivamente podés sentir el apocalipsis en el aire, pero la imagen que se obtiene es muy soleada y las canciones son pop... Así que tiene un carácter muy ligero. Una mezcla de disfrute, de vivir la vida y la sensación de que el final está aquí, en la esquina”.
Coincide con ella la compositora Lina Lapelité, otra de las integrantes del grupo: “La película No miren arriba tiene un poco de ese sentido apocalíptico, pero creo que en nuestro caso asumimos que todos ya saben lo que está pasando –señala-. Cada uno tiene una manera diferente de lidiar con este conocimiento. En el film los científicos asumen la posición de saberlo todo, y en nuestro caso tomamos la posición de la audiencia. Estamos en la misma posición que todos los demás: también lo sentimos y le tenemos miedo. Es por eso que el ángulo de mirar la playa desde arriba es tan importante, porque da la sensación de que estamos mirando a la humanidad. Son criaturas más pequeñas, pero al mismo tiempo entendés que estás mirando a la sociedad, que la carga depende de nosotros”.
Hay una cualidad “pasivo-agresiva” en la instalación, apunta desde otra ciudad del mismo país la directora de cine y de teatro Rugilė Barzdžiukaitė: “El consumo no es pasividad –observa-. Si fuéramos pasivos, tal vez podríamos sobrevivir mucho más tiempo como especie”. Y Lina agrega: “El exceso de viajes por el mundo es una pasividad en cuanto a no ser conscientes; pero, por otro lado, sos activo como consumidor”.
Al igual que en su obra anterior, titulada Que tengas un buen día! e inspirada en las historias de un grupo de cajeras de un centro comercial, el capitalismo se encuentra en el corazón del problema. “Entendemos que el cambio climático es una consecuencia de las relaciones –explica Lapelité-. Tomamos el cambio climático como una consecuencia de acciones más amplias, de lo que sucedió antes de eso: los vínculos tanto de los humanos entre sí como los de la humanidad con otros tipos de vida, y el resultado de las jerarquías y la competencia”.
Aquella primera ópera, que también cosechó importantes premios en la última década, llamó la atención de Martín Bauer cuando integraba un jurado internacional en 2013, en el concurso Music Theatre Now. “Era una propuesta novedosa, totalmente diferente a lo que había visto antes”, dice el compositor argentino y director del ciclo Colón Contemporáneo, que decidió convocar al trío para iniciar con Sun & Sea la programación 2023. Será la parada porteña de una gira global que también incluyó presentaciones en Barcelona, Londres, Nueva York, Sidney, Los Ángeles, Lisboa, Helsinki y Santiago de Chile, entre otras ciudades.
Para eso hará falta, en principio, transportar hasta La Boca unas 80 toneladas de arena. Y confiar en que esos granitos aporten lo suyo para resolver los conflictos que inspiran la obra.
Para agendar
Sun & Sea, instalación-ópera-performance de Rugilė Barzdžiukaitė, Vaiva Grainytė y Lina Lapelytė en Colón Fábrica (Av. Don Pedro de Mendoza 2163). Del 16 al 19 de marzo, con cuatro funciones diarias de una hora, a partir de las 17. Entrada: $3500.
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