El espejo del mundo
Desde pasado mañana, las nuevas salas del museo de San Telmo alojarán una muestra del grupo Mondongo, curada por Kevin Power. Entre las obras realizadas en los últimos cinco años se destaca una instalación circular de 45 metros, que recrea con plastilina en tres dimensiones un paisaje de Entre Ríos. Nunca visto
En medio del monte, después de la inundación, las ramas de los árboles se inclinan vencidas sobre el piso. La vida, sin embargo, se empeña en reproducirse: de esas mismas ramas nacen otras que crecen derechas hacia el cielo, buscando el sol. Con esa imagen, una "metáfora de las posibilidades que residen en el deseo", volvieron Juliana Laffitte y Manuel Mendanha de una visita que realizaron años atrás al campo de un amigo en Entre Ríos.
Los artistas del grupo Mondongo no sólo trajeron de allí fotografías de una naturaleza exuberante, sino también la impresión de que habían encontrado algo más profundo. Una presencia misteriosa que los guió en la oscuridad entre el murmullo de los bichos, las pisadas sobre hojas secas y el ladrido de los perros hasta Keto, el hombre que los recibió carneando una mulita para celebrar la Nochebuena. Aún recuerdan cómo la sangre le manchaba la cara y la ropa cada vez que su cuchillo golpeaba el costillar del animal.
Ese mismo camino los condujo hasta la obra que el domingo próximo presentarán en las nuevas salas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Mamba), en San Telmo. Una enorme instalación de 15 paneles exhibidos en forma circular; 45 metros de un paisaje tridimensional creado en plastilina que les demandó más de cuatro años de trabajo.
Si bien se intuye la existencia de ese hombre sordo que vive a la intemperie entre la basura, como un animal salvaje, por primera vez no hay figuras humanas en la obra de Mondongo. O casi. Porque al final de este recorrido que termina sobre el río Uruguay se puede distinguir, en los charcos de la costa, el reflejo de gente que grita. Son los recuerdos que trae el agua del supuesto canibalismo practicado por los aborígenes originarios y de los vuelos de la muerte que se realizaron en la zona durante la dictadura militar.
Hay otras huellas siniestras en un paisaje que, sólo en apariencia, evoca Los nenúfares de Monet. En este caso se respira un clima denso, por momentos perverso, en el que se puede descubrir una oreja humana tirada sobre el pasto, un par de zapatillas colgadas de las ramas -alusivas a los dealers de droga del conurbano bonaerense y a la tragedia de Cromañón- o un cetro de chamán indígena.
Por suerte los integrantes de Mondongo desestimaron la idea de incluir la imagen de una retroexcavadora y un propietario latifundista en su afán de vincular la obra con la realidad del país, marcada por reiterados ciclos de muerte y renacimiento. Así, lograron un resultado más poético que en aquellos retratos donde usaban materiales relacionados con el personaje, como el de Diego Maradona compuesto por cadenitas de oro, el del Che Guevara con balas o el de Eva Perón con pan.
La variedad de recursos es una de las principales características de este grupo, fundado en 1999 por Laffitte, Mendanha y Agustina Picasso, actualmente casada con Matt Groening y residente en Estados Unidos. De hecho, gran parte de la fama internacional de Mondongo se debe a los retratos realizados para la familia real de España con espejos de colores, en irónica referencia a lo que los pueblos americanos recibieron de los conquistadores españoles a cambio de oro y plata.
La carne ahumada fue el material elegido para componer el retrato de Lucian Freud, de 2002, que se exhibirá en una de las nuevas salas del Mamba. Es la única obra que no fue producida entre 2009 y 2013, como el resto de las que seleccionó el curador Kevin Power para esta muestra.
Hacía cinco años que Mondongo no exponía en Buenos Aires. Con la excepción de la obra que acompaña en estos días un video de Mariano Llinás en la galería Ruth Benzacar, la última aparición del grupo fue en esa misma galería en 2009, cuando sorprendió con enormes calaveras de plastilina habitadas por múltiples universos de seres diminutos -una de las cuales fue comprada por el Museo de Bellas Artes de Houston-, que permitieron una dedicación a la serie del paisaje sin presiones financieras ni límite de tiempo.
En paralelo, Mondongo también produjo retratos con hilos con una estética impresionista, un esternón de monedas inspirado en una idea de su amigo Rodolfo Fogwill -fallecido en 2010-, una obra que recrea en cera a los hijos del escritor y cajas de luz que representan mundos subterráneos, en las que llevan a su máxima expresión el potencial de la plastilina.
Este material, que Mondongo utiliza desde hace más de una década, también gana tres dimensiones en la instalación del paisaje, lo que le permite a la obra distanciarse de la pintura y la fotografía. Con siete colores básicos elaborados con pigmentos de óleo, los artistas crean a mano infinidad de tonos y texturas. Al acercarse a sus trabajos es posible distinguir en algunas zonas sus huellas dactilares, y en otras el uso de la espátula o el pincel que moldearon la plastilina caliente.
En pareja desde que cursaban el último año de la Prilidiano Pueyrredón, padres de Francisca (retratada en la muestra), Laffitte y Mendanha se consideran pintores. Y con esta última obra, que pudieron ver completa por primera vez cuando se instaló días atrás en el Mamba, llevaron su oficio a una nueva dimensión. No sólo por el tamaño de los paneles -limitado por la altura de las puertas de su taller de Palermo-, sino también porque lograron incorporar el tiempo como variable en este viaje virtual.
A partir de las fotos tomadas en Entre Ríos, imaginaron un recorrido que parte al amanecer en una cárcava seca y termina al atardecer, sobre la orilla luminosa del río Uruguay. En esta escena poética, que parece condensar las huellas del bien y del mal, ya no es necesaria la presencia humana. "Quizás en la observación de la naturaleza -dice Mendanha- esté encerrado el mejor espejo del mundo."
lanacionarMondongo (2009-2013) y Diseñá tu mundo, entre otras muestras, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (San Juan 350), desde el domingo 2 de junio a las 19.
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