El escritor insaciable
POEMAS COMPLETOS 1980-1992 Por Néstor Perlongher (Seix Barral)
DESPUES de su muerte, la figura de Néstor Perlongher se fue agigantando de un modo tal que a esta altura aparece como una de las voces más necesarias de la última poesía argentina. Incluso cuando su obra excede el ámbito de la poesía: Perlongher fue ensayista, profesor, militante político y seguidor de las causas más revolucionarias del ámbito cultural argentino.
Su tesis de sociología escrita en San Pablo toma un objeto demasiado revulsivo para el pacato mundo de la sociología vernácula: la prostitución masculina en ambientes urbanos. Allí investigaba el intercambio de flujos amorosos, de dinero, de protección, y la sentimentalidad de seres cuya marginalidad es tan evidente (y tan oculta) que parecen beduinos recorriendo una tierra yerma. Perlongher veía en las sexualidades marginadas un poder revolucionario y utópico: la ventaja de aquellos que, habiendo sido abandonados por la mirada del Estado, tenían un campo abierto y liberado. Ese intercambio producido en la calle tenía para Perlongher la forma de un negocio en el destierro; sin ley, pero con infinitos códigos y señales que pudieran convertir al transeúnte en una presa o una fiera en estado de disposición.
Como Perlongher tenía muy claro que los géneros son formas autónomas de mirar el mundo, sus poemas no ocupan el mismo espacio que su obra ensayística, sino que hasta se puede imaginar que hay un combate entre esas dos formas de escritura.
En este libro, Poemas completos , se pueden recorrer las varias etapas de su fecunda producción. Desde su primer libro, Austria-Hungría , sus poemas trabajan sobre las diversas posibilidades de nombrar los vínculos generados por sujetos deseantes: el fantasma de la muerte que provoca el sexo; los lazos amorosos que constituyen toda guerra; el disfraz, la máscara y el travestismo como componentes esenciales del cortejo sexual.
A partir de allí, su poesía se desliza hacia una zona más oscura o más esotérica. La peste que sobrevuela los intercambios sexuales, la necesidad de nombrar a la muerte en los modos cotidianos del trato o el peligro que supone nombrar formas del intercambio que no tienen nombre eran parte de la necesidad de Perlongher de hablar, como nadie había hablado, de lo inaudito. Por eso sus poemas están en un cruce entre lo que no se puede decir y aquello de lo que no se puede escuchar: palabras inventadas se cruzan con el argot de grupos minoritarios; el lenguaje más escatológico se desata a partir de versiones del preciosismo modernista, la jerga científica o filosófica nombra objetos imposibles y descolocados.
Hacia el final de su producción y en relación con el sida, enfermedad que lo obsesionaba por sus efectos sociales de toda índole, Perlongher hizo tanteos sobre el misticismo: el efecto de las drogas, el conocimiento de un más allá luminoso y la poesía del barroco español y latinoamericano eran los componentes de una curiosidad insaciable acerca del otro lado de los límites. Allí escribió un conocidísimo poema al padre Mario, cura de González Catán, cuyas dotes curativas mágicas son llevadas hacia una reflexión sobre el éxtasis. Pero antes ya había celebrado misas negras con iconos de la cultura fúnebre argentina. Evita, los desaparecidos, cierta versión melancólica del criollismo, y Camila O`Gorman habían sido personajes de una danza macabra en la que él era sacerdote y animal de sacrificio.
Néstor Perlongher fue un escritor insaciable. Creó un estilo propio que apodó "neobarroso", en el que reunía contradictoriamente los bucles barrocos y el barro del Plata: es decir, él mismo. La medida de su voracidad y su inquietud fue compilada en estas páginas con intensos y minuciosos estudios críticos de Roberto Echavárren (el compilador), Tamara Kamenzain y Reynaldo Jiménez, los cuales lo conocieron y, como seguramente ocurrirá a muchos más a partir de este libro, no pudieron resistir a su provocación ni a su encanto. (382 páginas).
Ariel Schettini
(c)
La Nacion