El enigma Paul Bowles, a 110 años de su nacimiento
Escritor, compositor y nómade, Paul Bowles huyó muy joven, a los 17 años, de la casa paterna que, como él mismo describió, podía ser un infierno modesto. Esos dos elementos, la violencia y la distancia, confluirían más tarde en su estilo narrativo. En 1929, regresó a Nueva York y estudió composición con Aaron Copland, quien lo invitó a retornar a Europa. En París, conoció a grandes escritores estadounidenses en el exilio, como Ezra Pound, Gertrude Stein y Djuna Barnes. Décadas después, él mismo se volvería un expatriado. Nunca dejó de viajar. En 1938, luego de casarse con Jane Auer (la escritora Jane Bowles), la pareja recorrió América Central; en Berlín, trabó relación con el poeta W. H. Auden y el narrador Christopher Isherwood (se dice que este autor lo homenajeó en su libro Adiós a Berlín al bautizar a una de las protagonistas como Sally Bowles); en Ciudad de México pidió que le presentaran al compositor Silvestre Revueltas. Varios de estos encuentros y sus impresiones fueron relatados por Bowles en Memorias de un nómada. Hoy se cumplen 110 años de su nacimiento.
Fue muy solicitado como compositor para obras de teatro y películas en Estados Unidos y Europa, y escribió decenas de canciones con reminiscencias de España y Francia. “Tuve, creo, buenos amigos, Tennessee Williams fue uno de ellos, le hice la música para varias de sus obras, trabajamos juntos con Luchino Visconti y viajamos mucho -contó en una entrevista, concedida a los 82 años en su mansión tangeriana-. Tennessee era muy divertido, tenía miedo a morir, siempre tenía mucho miedo. Otros que he querido mucho son Truman Capote y Gore Vidal, que le gustaba mucho molestar a la gente. Orson Welles fue también mi amigo, hice tres obras con él, lo admiré a pesar de su egoísmo extremo. A John Huston también lo quise mucho”. Bowles escribió críticas musicales en el New York Herald Tribune; varias aparecen compiladas en el volumen On Music.
En 1947 los Bowles se instalaron en Tánger, donde él escribió su primera novela, El cielo protector, cuya trama gira en torno a una pareja neoyorquina que atraviesa un periodo tormentoso (en 1990, el director italiano Bernardo Bertolucci, otro amigo de Bowles, llevó al cine esa historia basada, como se presupone, en circunstancias reales). Ambos eran bisexuales. “El amor es siempre doloroso, no comprendo cómo dicen que el amor puede ofrecer paz, el amor es una guerra -declaró el escritor-. Es algo muy peligroso que no merece la pena intentar. Tal vez uno no quiera estar solo en el mundo, pero eso de que para no estar solo hay que amar a alguien es una solemne mentira”. En 1973, se separó de la autora de Dos damas muy serias, que murió ese mismo año en un hospital de la ciudad de Málaga. La fama del escritor y compositor eclipsó en parte la obra narrativa de Jane Bowles, que fue reconocida años después de su muerte.
“La primera vez que oí de Paul Bowles fue por la adaptación cinematográfica que hizo Bernardo Bertolucci sobre El cielo protector -dice a LA NACION el escritor y editor Hernán Vera Álvarez, residente en la ciudad de Miami-. Me llamó mucho la atención el título: sugería tantas cosas para el adolescente desvalido que me sentía. Pero como era menor de edad, no pude ir al cine. A los pocos meses, sin embargo, la vida dio su revancha: en el quiosco de diarios y revistas de mi abuelo descubrí entre las novedades del mes la novela. La traducción era de Aurora Bernárdez”.
La literatura de Bowles se leyó en clave poscolonial y queer. “Cuando emigré a Estados Unidos, pude disfrutar de sus cuentos gracias a la imprescindible Library of America, colección que se encarga de atesorar en ediciones cuidadas el acervo literario del país -agrega el escritor, que este año publicará una nueva novela, Los hermosos, sobre el efecto que causó el atentado a las Torres Gemelas en la ciudad donde vive-. En las historias de Bowles me reencontré con su mundo, que carece de la mirada piadosa y paternal que los expatriados norteamericanos suelen tener para las personas de África o América Latina. En sus relatos el misterio penetra en los lectores que se vuelven detectives para descifrar el enigma”.
En este año que termina, el sello Edhasa relanzó El cielo protector (con prólogo del autor y traducción de Nicole d’Amonville Alegría) y Cuentos selectos, con selección y prólogo de Guillermo Saavedra y traducciones del escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, Mirta Rosenberg y Gastón Navarro. “A medida que su estadía en Tánger fue deviniendo en residencia permanente, Bowles se convirtió en un referente para los integrantes de la Beat Generation y de la llamada Gay Society (Tennessee Williams, Truman Capote, Allen Ginsberg, Jack Kerouac, William Burroughs, Gore Vidal, Gregory Corso, Djuna Barnes y Cecil Beaton), sirviéndoles de guía en un país y una cultura aún bastante incontaminados por Occidente -destaca Saavedra-. Su conocimiento cada vez más profundo del país (lengua, literatura, música, geografía, gastronomía, religión, drogas, creencias y costumbres) no lo hizo ceder a la tentación de considerarse un entendido, mucho menos como uno más del lugar. No en vano definió alguna vez a Tánger como ‘una sala de espera entre conexiones, una transición de una manera de ser a otra’”.
El volumen incluye relatos de diversas épocas bowleanas: “Un episodio distante” fue publicado originalmente en 1945 en una revista literaria, mientras que “Olvidó sus cabezas de loto en el autobús” y “Cosas pasadas y cosas que aún están” pertenecen a los años de madurez del escritor, que falleció en Tánger en 1999. Allí se encuentra el Museo Paul Bowles, donde se exponen documentos, trajes bereberes (Bowles siempre cuidó su outfit), fotos y retratos del escritor viajero que no perteneció a ningún lugar.
Cinco libros de una biblioteca esencial
El cielo protector (1949)
Port y Kit Moresby, una pareja de neoyorquinos, viaja al desierto del Sahara acompañada por su amigo George Tunner. El viaje, planeado inicialmente para resolver las dificultades conyugales de Port y Kit, se convierte en una experiencia peligrosa y angustiante, en la que deben enfrentar amenazas íntimas y exteriores. Fue llevada al cine por el italiano Bernardo Bertolucci en 1990, con Debra Winger y John Malkovich en los papeles protagónicos.
La tierra caliente (1966)
Considerada por su amiga Patricia Highsmith una gran novela negra, es la favorita del autor. Narra el viaje por América Central de otra pareja estadounidense, los Slade, que por una noche comparten albergue con una mujer que, sin que ellos lo sepan, aparece asesinada a la mañana siguiente. Más adelante en su derrotero, se topan con el hijo de la víctima.
Misa de gallo (1981)
Estos doce cuentos abordan la interacción entre la cultura occidental, específicamente estadounidense y europea, con la cultura árabe, sobre la base de una mutua fascinación y la imposibilidad de un entendimiento genuino. En el estilo aparentemente ingenuo y desprovisto de moral de Bowles, los hechos (que van de envenenamientos a trucos para sobrevivir) asumen un sesgo cómico e incluso poético.
En contacto. Cartas de Paul Bowles (1995)
Este volumen reúne cartas del escritor a colegas y editores en Estados Unidos y Europa. En la correspondencia, Bowles desliza confidencias y detalles picarescos de los amigos que lo visitaban en Tánger. “Tennessee [Williams] llegó antenoche -le escribe a John Martin, de Black Sparrow Press-. Cenamos ayer y volverá esta tarde. Hay que atraparlo mientras aún se encuentra en un lugar, porque se va antes de que uno se entere. Aparece y desaparece sin previo aviso y rara vez comunica adónde va y, si lo hace, va a un lugar distinto. ¿Motivaciones?”
Cuentos selectos (2020)
Lanzada por Edhasa y con selección de Guillermo Saavedra, esta novedad recorre un amplio arco narrativo de la obra de Bowles (son quince relatos), con historias de juventud publicadas por primera vez en revistas literarias de su país y otras de madurez, ambientadas en el mundo árabe, el asiático y el latinoamericano. Los viajes son un leitmotiv de la narrativa bowleana.
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