El dueño de la fiesta
En una dramática jornada para el mercado financiero, el arte vivió un día de euforia, protagonizada por Damien Hirst en Sotheby s, Londres. Siete días atrás, como anticipamos en esta columna, el autor del becerro de oro, la calavera de diamantes y el tiburón embalsamado en formol se daba por bien servido si cosechaba 60 millones de libras esterlinas por los 223 lotes enviados a subasta, como desafío a las galerías Gagosian y White Cube, que comercializaron sus obras todos estos años.
No se equivocó el chico díscolo del arte británico. En una sola sesión de subasta, con sólo 56 lotes ofrecidos, la cosecha superaba los 70 millones de libras esterlinas (126,5 millones de dólares). Esta suma le permitirá al artista de 43 años, integrante del grupo Young British Art, hacer un sorpasso olímpico en el ranking de los británicos millonarios y superar la fortuna acumulada por J. K. Rowling, autora de la serie de Harry Potter .
Desde que fueron fundadas en el siglo XVIII, las casas de remates nunca habían organizado una subasta para vender obras de un solo artista, realizadas en los últimos dos años: esa es una tarea que por tradición desempeñan dealers y galerías. Carol Vogel, especialista de The New York Times , justifica este giro copernicano en el sistema de comercialización de las obras de arte por el aura que rodea a Hirst, fenómeno marketinero si los hay. También, por su confesada vocación de ser siempre el dueño de la fiesta.
"El señor Hirst quiere vivir su propia Sensation", escribió Vogel, en alusión a la muestra prohibida por Rudolph Giuliani, que diez años atrás hizo famosos a Hirst y a su patrocinador Charles Saatchi.
Los bien informados dicen que ya hay una lista de artistas contemporáneos preparados para enviar sus obras a subasta, entre ellos el japonés Takashi Murakami, cuyos muñecos gigantes fueron noticia en la última edición de ArtBasel, cuando el ruso Abramovich y el francés François Pinault salieron de compras en la feria.
Hasta ayer, el récord por una obra de Damien Hirst en subasta correspondía a Lullaby Spring (de la serie de las vitrinas con píldoras de colores), vendida el 21 de junio de 2007 en 9 millones de libras esterlinas. El becerro de la foto ha pasado esa barrera: cambió de manos por 10,3 millones de la misma moneda.
El operativo de marketing previo a la venta estuvo dirigido personalmente por el artista, que invitó a la diseñadora italiana Miuccia Prada y otras celebrities para ver la exposición previa en forma privada. La mayoría de las ofertas telefónicas fueron hechas por clientes nuevos que nunca habían comprado obras en remates, pero habían recibido en su casa los fabulosos catálogos editados por Sotheby s.
La estampida financiera de ayer, acelerada por la caída de Lehman Brothers, hizo pensar en un fracaso de la venta de Hirst. Sin embargo, pensar en una caída de los precios del arte frente a una crisis global resulta infundado si se analizan los antecedentes.
Poco después del derrumbe del Dow Jones, el black Monday de octubre de 1987, se vendió el cuadro de Van Gogh Los lirios, al récord histórico de 53 millones de dólares. Los precios del arte no pararon de subir hasta mayo de 1990, cuando el japonés Rioei Saito pagó 83 millones de dólares por el retrato de Doctor Gachet , también de Van Gogh. El propio Hirst organizó con Bono, en febrero pasado, una subasta a beneficio de los programas de lucha contra el sida, con obras de Anish Kapoor, de Murakami y otros, que recaudó 42,58 millones de dólares y fue la subasta benéfica de arte contemporáneo más exitosa de la historia.
La subasta de los 167 lotes restantes de Hirst continuará hoy, a partir de las 11, hora de Londres, en el 35 de New Bond Street.