El desarrollo de un centro de experimentación artística
En un enorme predio de cinco mil metros cuadrados, ubicado en Parque Patricios, se encuentra el Centro Hipermediático Experimental Latinoamericano, más conocido como Chela. Este ambicioso proyecto cultural, desarrollado por un argentino residente en California, apunta a la investigación y creación artística. En el edificio residen grupos vinculados con el trabajo comunitario, como el Circo Social del Sur, A77, Cuerda y Condit, que desarrollan sus actividades en espacios cedidos por Chela.
"Todo surgió a partir de un programa de la Fundación Antorchas y el Laboratory for New Media, de la Universidad de California", contó Fabián Wagmister por correo electrónico. En 2001, por la devaluación del peso, el presupuesto en dólares les alcanzó para adquirir el galpón de Iguazú 451, donde habían funcionado una fábrica de amianto y un depósito de adornos navideños. Un convenio entre la UCLA, el gobierno porteño y la Fundación Exacta, que preside Dara Gelof, la mujer de Wagmister, respaldaba el arreglo y funcionamiento del centro, que se inauguró en 2002. Tres años después, a causa de la tragedia de Cromagnón y la destitución de Aníbal Ibarra, el proyecto perdió apoyo institucional. Se mantuvo gracias a la perseverancia de Wagmister y su equipo.
"Durante el primer tiempo, operó con fondos de la UCLA y con la continua contribución filantrópica de la familia Gelof. A partir de 2008, comenzó a autofinanciarse con alquileres temporarios para filmaciones de películas y publicidades", explicó el director de Chela, docente en la Universidad de California desde 1991.
Por aquellos años todavía no existía el distrito tecnológico en Parque Patricios y el megaespacio cultural parecía una utopía. Hoy, es vecino de Telefónica de Argentina y de la nueva sede del Banco de la Ciudad de Buenos Aires, diseñada por el británico Norman Foster. Con todo, el proyecto de Chela no está consolidado. "Ésta es la prehistoria", dijo Santiago Nuñez Villamil, secretario de la fundación Exacta, durante un recorrido por las instalaciones. Aún falta mucho por hacer y para eso es necesario un presupuesto amplio y constante.
Wagmister es optimista: "No dependemos de ninguna institución gubernamental o corporativa. Nuestro deseo es continuar con el profundo trabajo que, con gran sacrificio, realiza nuestra comunidad de tecnólogos y artistas."